Por Froilán Barrios
La última semana de
agosto fue un torbellino de confusiones para una agobiada población que se
levanta cada día pensando cuál será su almuerzo, porque la cena ya no figura en
la agenda, y para colmo presencia la pirotecnia verbal de los maltrechos jefes
opositores, quienes pretenden convencer a 80% de un pueblo incrédulo que
repudia al régimen usurpador.
La propuesta del
presidente interino de reunirse con todos los factores políticos, sociales y
económicos es respondida por tirios y troyanos con serpentinas y papelillos,
unos abogan por la intervención militar, otros responden que la salida es
participar incondicionalmente el próximo 6D, otros la abstención radical o la
convocatoria a una consulta a la población como mecanismo de movilización.
Del lado de la tiranía
también se cuecen habas, manipulando a su antojo los hilos del poder, libera
del secuestro a más de 100 opositores generando fricciones, especulaciones y
acusaciones en el sector opositor, que fragmentan aún más una salida unitaria y
la luz del túnel de la desesperación donde sucumbe la esperanza de los
sobrevivientes de este país.
¿Cualquiera debiera ser
la estrategia opositora? Primero que todo, debe sensibilizarse ante el
holocausto que viven los millones de venezolanos pobres (96,3%), tanto los del
territorio nacional como los millones de migrantes que desvanecen y mueren en
medio de la indiferencia, tanto del régimen usurpador como de los gobiernos del
continente, debiendo por tanto deponer la soberbia, personalismos, agendas
ocultas, a fin de explorar la factibilidad de una zona de distensión que
permita reunir a todos aquellos que deseen remar en el rumbo de una salida al
apocalipsis que estremece al país.
En ese contexto no hay
tiempo que perder ya que el régimen ha planificado su escenario favorable para
el 6D, de allí que soñar con intervenciones militares, referendos consultivos,
presentar planchas unificadas opositoras, huelgas generales, sublevaciones
populares, golpes de Estado, son quimeras ya fracasadas en estos 21 años de
chavomadurismo por la errática conducción opositora.
¿Por dónde empezar? Por
identificar la política capaz de quebrarle el servicio al contrario utilizando
el argot tenístico y con opción de derrotar al tirano, que le permita a la
coalición opositora pasar a la ofensiva, tomar la iniciativa y darle confianza
en la victoria a una población famélica, hoy frustrada y desencantada.
Este escenario requiere
la más amplia unidad en torno a un gobierno interino que sea integrado por
todos los sectores económicos, políticos y sociales de la población, pues si el
presidente interino luego de su propuesta de Plan Unitario se presenta ante el
país con un equipo gubernamental maquillado de integrantes del G4, provocará
desmoralización y decepción en la población.
La propuesta unitaria
debe centrarse en promover la suspensión de las elecciones del 6D y argumentos
sobran. En primer lugar, impulsar una campaña nacional e internacional basada
en la exigencia de suspender un proceso electoral en medio de una pandemia
global que ha hundido in extremis a la economía venezolana y
producido centenas de fallecimientos en todo el territorio nacional; en segundo
lugar, por ser elecciones fraudulentas desestimadas por la comunidad internacional
al ser violatorias de la Constitución; en tercer lugar, su realización no
derivará en paz y encuentro nacional, por el contrario, profundizará la crisis
institucional y la confrontación entre venezolanos, y finalmente profundizará
el atornillamiento en el poder al régimen.
Esta propuesta
permitirá incluso a aquellos que se inscriban como candidatos a la AN,
retirarse masivamente a tiempo al constatar el ventajismo abusivo del poder,
del que está haciendo gala el régimen y el PSUV, que derivaría de llegar al 6D
en unas elecciones descalificadas y aisladas absolutamente de la participación
popular.
La urgencia de un
acuerdo opositor lo exige la población, de allí la necesidad de superar este
lamentable escenario de desencuentros y descalificaciones, que hoy no se merece
un pueblo que ha vertido sangre, sudor y lágrimas sin recompensa alguna, en un
país sin servicios públicos, sin salarios, desempleo, ni condición de vida
digna.
02-09-20
https://www.elnacional.com/opinion/torre-de-babel/
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