Por Ramón Guillermo Aveledo
Si no tienes dónde reclamar
ni nadie en quien confiar para obtener la justicia que mereces. Si el bolívar
que ganas con tu trabajo se evapora en tu bolsillo. Si a policía te da tanto
miedo o más que los hampones. Si cualquiera de esos casos es el tuyo, estimado
lector, como el de la mayoría de los venezolanos, lo que pasa es que nos falta
lo más elemental de una institucionalidad pública. De eso se tratan la
democracia y el Estado de Derecho.
¿Sabes que la Defensoría del
Pueblo existe para promover, defender y vigilar tus derechos y garantías? Lo
dice el artículo 280 constitucional. Ahí deberías poder reclamar las amenazas
contra los derechos humanos, “el correcto funcionamiento de los servicios
públicos”, como agua, luz, telefonía, salud y una larga y detallada lista de
acciones en tu protección. ¿Puedes creerlo?
¿Sabes que hacer justicia
compete a los tribunales? Veinte artículos constitucionales a partir del 253
hablan de eso. De la independencia e imparcialidad de los jueces, quienes
ingresan a la carrera judicial por concursos que aseguren su idoneidad y
excelencia. Los jueces son personalmente responsables por error, retardo u
omisión injustificados, por incumplir sustancialmente las normas del debido
proceso, así como por la denegación de justicia, parcialidad y demás delitos de
cohecho y prevaricación en el desempeño de sus funciones. ¿Qué te parece?
¿Sabes que “el objetivo
fundamental del Banco Central de Venezuela es lograr la estabilidad de precios
y preservar el valor interno y externo d la unidad monetaria? Es lo que reza el
artículo 318 de la Constitución. ¿Tiene eso que ver con tu vida? ¿Se habrán
enterado de que en Venezuela no existe precio estable y que cuando preguntas
cuánto es te responden en dólares o euros, pesos colombianos en el Zulia, los
Andes o los Llanos occidentales o reais brasileños en el costado
suroriental de la patria?
Si esos organismos públicos
fueran, como deben ser, instituciones a tu servicio, otro gallo cantaría. No es
que no habría problemas, siempre los habrá, pero éstos tendrían solución,
podrían corregirse las fallas oportunamente y habría castigo para los
infractores, independientemente de su poder, influencia o riqueza. Porque la
igualdad ante la ley propia de las repúblicas, como decimos que es la nuestra,
es el resultado de un esfuerzo personal y colectivo constante, apoyado por
instituciones que no son perfectas, pero cuya vocación es servir, cumplir con
aquella función para la que fueron creadas.
Lo que decimos de la defensa
de los derechos humanos, la justicia y la inflación y la moneda, podríamos
decirlo de muchos otros aspectos, casi todos, de la vida nacional. De tu vida.
Ese cambio de fondo,
verdaderamente radical, nos hace falta. En una sociedad moderna que quiere
vivir y progresar en paz, sin instituciones no hay vida.
06-02-21
https://www.elimpulso.com/2021/02/06/opinion-asi-no-hay-vida-6feb/
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