Ivan Reyes 13 de febrero de 2021
En
Colchane habitan 1.700 personas y se registran al menos 1.800 migrantes de
distintos países
El movimiento de migrantes venezolanos no cesa. Ni
siquiera en durante la pandemia por COVID-19. Colchane, una comuna chilena que
hace frontera con Bolivia, es desde hace varias semanas el punto de llegada de
miles de migrantes que buscan entrar al país austral y seguir su paso hacia
ciudades como Santiago de Chile. En condiciones normales, este paso fronterizo
rara vez sería tomado en cuenta por venezolanos, pues se encuentra a unos 4.000
metros de altura sobre el nivel de mar y las condiciones climáticas pueden ser
inclementes. Sin embargo, debido a los controles migratorios impuestos por el
gobierno de Chile, ahora la comuna de unas 1.700 personas, tiene a miles de
migrantes que intentan rehacer su vida.
Este miércoles 10 de febrero se consumó la deportación desde
Chile de un grupo de venezolanos que ingresó de forma irregular por
Colchane y el gobierno del país austral informó que todas las personas que
hagan uso de pasos irregulares para ingresar a su país, serán deportadas. Una
medida que ha generado polémica en la región y que podría generar reacciones
similares en naciones como Perú y Ecuador.
Pero, ¿por qué los venezolanos ven en Colchane una
puerta de entrada a Chile? Lo explicamos en las siguientes claves.
Un camino a una mejor vida para los migrantes
venezolanos
Los resultados preliminares del proyecto FONDECYT
Nº1201130 “Rutas y Trayectorias de Migrantes Venezolanos a lo largo de
América del Sur. Cuando las puertas comienzan a Cerrarse”, muestra cómo las
acciones de algunos gobiernos de la región no hacen más que empeorar las ya difíciles
condiciones de movilidad de los migrantes venezolanos.
En 2020, al menos 200 personas comenzaron a cruzar a
diario hacia Chile a través de las comunas de Iquique, Huara y Colchane. El
objetivo de la mayoría de los migrantes es moverse hacia el sur, especialmente
a las ciudades como Santiago y Valparaíso. Según datos de la Policía de
Investigaciones chilena, 200 personas cruzaban por los pasos irregulares en
2020. La pandemia no frenó este movimiento diario, pero si agregó más
vulnerabilidad a una población que ya se moviliza con bastantes dificultades.
Las visas y falsas promesas. El gobierno chileno
decidió implementar la aplicación de visas para la entrada de venezolanos. Las
visas comenzaron a utilizarse en 2018. Chile ya tenía restringida la entrada de
haitianos y dominicanos gracias a las visas, entonces decidió aplicar ese mismo
filtro a la población venezolana. Contrario a lo prometido por las autoridades
chilenas, estas medidas no simplifican el proceso migratorio, simplifican el
filtro hacia las personas que quieren ir a Chile.
La Visa de Responsabilidad Democrática (VRD) fue
establecida en 2018 y al año siguiente se aplicó la Visa Consultar de Turismo
(VCT) para toda persona venezolana que quisiera ingresar a Chile como turista.
Sin embargo, en 2020, debido a la pandemia por la COVID-19, los vuelos fueron
prácticamente cerrados por casi todo el año y también las fronteras terrestres.
Además, el gobierno chileno decidió suspender la VRD. Ahora todo venezolano que
llegara a Chile que demostrara que tenía medios para quedarse en el país como
turista. De lo contrario, serían devueltos al país de procedencia. Datos del
proyecto demuestran que hasta noviembre de 2020 se habían solicitado 223.801
VRD y sólo se habían aprobado 59.525, es decir, 27% de las solicitudes.
Mientras tanto, 163.961 solicitudes fueron rechazadas y 307 estaban sin
resolver.
“El problema de estas medidas no son las visas en sí
mismas, que podrían ser una solución de implementarse adecuadamente, sino más
bien la generación de una expectativa de ingreso regular que se diluye cuando
se comienzan a hacer los trámites para su obtención”, concluye parte de los
informes preliminares del proyecto.
Este tipo de medidas llevan a que los migrantes
venezolanos y migrantes de otros países comiencen a buscar otras rutas. En el
caso chileno, el gobierno del país austral y el gobierno peruano decidieron
establecer un mayor control fronterizo en los pasos de Tacna y Arica.
El paso por Colchane
Entonces surgió la opción Bolivia. Las fronteras entre
Bolivia y Chile no suelen tener el mismo nivel de seguridad que las de Perú y
Chile. Las relaciones entre gobiernos chilenos y bolivianos normalmente no es
la más cercana y esto se evidencia en temas como las políticas migratorias y
los controles fronterizos bilaterales.
El refugio. La opción de refugio por parte del Estado
Chileno ha sido sumamente baja en los últimos años. Casi inexistente. En el
primer semestre de 2020, se registraron 432 solicitudes de refugio, pero solo 7
fueron reconocidas por el Estado Chileno. A pesar de que la situación
venezolana llama la atención de los países del continente y podrían aplicarse
los criterios de la Convención de Cartagena (1984) donde se establece la
necesidad de reconocer la condición de refugiado a quienes hayan huido debido a
que su vida, seguridad o libertar, se encuentra bajo amenaza producto de “la
violencia generalizada, la agresión extranjera, conflictos internos, violación
masiva de los derechos humanos u otras circunstancias que hayan perturbado el
orden público”.
Colchane como ruta. Recientemente, la comuna de
Colchane registró la presencia de, al menos, 1.800 migrantes. Esto parecería
poco en otros lugares, pero Colchane tiene cerca de 1.700 habitantes, por lo
que la llegada masiva de migrantes llamó la atención de los locales y de las
autoridades chilenas. Esto derivó en que el gobierno chileno tomara la decisión
de deportar a poco más de 80 venezolanos este miércoles 10 de febrero, y que
todavía queden decenas de criollos esperando ser deportados en los próximos
días.
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