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viernes, 28 de agosto de 2015

Crueldad por @elizaraujo


Por Elizabeth Araujo



Alguien dijo que la crueldad humana es un misterio que no concede ninguna salida honorable. Maduro y los militares venezolanos debieron tomarlo en cuenta, antes de obligar por la fuerza que familias colombianas humildes atravesaran el paso fronterizo que une a los dos países hermanos, con la tristeza reflejada en sus rostros y sus trastes sobre las espaldas

Por algún recoveco del apellido familiar se nos cuela el acento colombiano. Nacidos como una sola patria, resulta ahora necio e inevitable ocultar que, al otro lado del puente internacional Simón Bolívar, residen –como es mi caso– sobrinas y sus hijos colombianos. De allí la verguenza propia al observar imágenes de esa infame “R” pintarrajeada sobre la puerta de la casa de la familia que acaban de desalojar y ha sido deportada, lo que añade cierto sadismo a esta nueva acción electoralista del gobernante errático e ignorante.


Aprovecharse de un incidente prácticamente usual, en uno de los pasos fronterizos más transitados del continente, con el objetivo de distraer la atención de los venezolanos frente a los graves problemas que nos afectan al interior de la sociedad, constituye la mayor irresponsabilidad política de Nicolás Maduro y de quienes le secundan en su mal hadado gobierno.

Pero hay más. Visto el pedigrí de los más conspicuos integrantes de la administración bolivariana, nada extraño sería avistar otras razones distintas al mencionado ataque de los “paramilitares” –orquestado por Uribe, según Samper, Telesur y VTV– contra una patrulla militar venezolana. Una de estas motivaciones: la tesis de una lucha de poder entre facciones militares por el dominio del narcotráfico y del contrabando.

Nunca se sabe. Pasan cuantas cosas inimaginables en las fronteras –digamos que en todas las fronteras del mundo– que una termina por dudar que un ataque violento y rutinario contra unos militares nacionales haya desencadenado este escándalo humillante que está dando la vuelta al mundo. Incluida la puesta en escena pueril del vicepresidente Jorge Arreaza llegando justo a la guarida de los paramilitares, y dondeVTV mostró con lujo de detalles los planos y armamentos para un nuevo ataque.

Hay veces en que la crueldad humana no tiene límites. Valerse de un asesino y descuartizador confeso como fuente confiable para acusar a adversarios electorales, o usar ahora la muletilla de unos “invasores” colombianos, asociados al robo, bachaqueo o el contrabando es un deshonor que sólo comparten con el hampa común. Es añadir mentira al placer sádico de la batalla política.

Alguien dijo que la crueldad humana es un misterio que no concede ninguna salida honorable. Maduro y los militares venezolanos debieron tomarlo en cuenta, antes de obligar por la fuerza que familias colombianas humildes atravesaran el paso fronterizo que une a los dos países hermanos, con la tristeza reflejada en sus rostros y sus trastes sobre las espaldas.

26-08-15




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