José Luis Farías 23 de agosto de 2015
Corto
y Picante
“¡YO
ROBARÍA! para darle de comer a mis hijos”, en tono grave y con profundo
dramatismo espetó el Eterno dirigiéndose a la Presidenta de la antigua Corte
Suprema de Justicia, quien hizo mutis.
Dichas
por un ciudadano común, aquellas palabras podrían haber sonado como un
“justificable” gesto de desesperación en caso de. Pero expresada en cadena
nacional, por el recién electo Presidente de la República, con una poderosa
legitimidad y una enorme popularidad, rodeado de un séquito que no pudo ocultar
su incomodidad al oírlas, constituyó una clara invitación a delinquir para los
millones de venezolanos que se encontraban en esa situación y sonó como música
celestial en los oídos del hampa.
Fue la
exacerbación del viejo principio político maquiavélico de “el fin justifica los
medios”, aplicado sin escrúpulos para manipular el resentimiento popular
anidado por 15 años de una crisis terrible iniciada el viernes negro del 18 de
febrero de1983.
Refresco
la memoria colectiva para destacar la similitud entre ese bochornoso hecho y la
reciente presentación por Nicolás Maduro del video-basura sobre el caso de la
mujer descuartizada.
Me
explico. Así como para el Galáctico no tenía relevancia que cualquiera robara,
para Maduro el abominable crimen tampoco la tiene.
Y así
como al Difunto solo le importaba que el robo fuera para alimentar a los hijos
del ladrón sin darle trascendencia al delito, al sucesor solo le interesa el
asesinato como un show necrofílico con el testimonio del asesino para marcar su
campaña de exterminio de la oposición mientras el crimen y la justicia pasan a
un quinto plano. Es una curiosa forma de preservar el legado.
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