Por Oswaldo Paez
Pumar, 31/10/2015
No tienen cristales
las ventanas de los ranchos en el Táchira. Tienen sí, su identificación con una
“R” o con una “D”. Revisar o Demoler. No resulta fácil ni por la vista ni por
el oído distinguir cuando se trata de un gocho o de un paisa. Normalmente, si
se hurga el árbol genealógico, la fronda dirá que esas ramas se entrecruzan sin
que se pueda distinguir con claridad entre los frutos cuales están al occidente
y cuales al oriente de la línea fronteriza. Son, en términos botánicos,
injertos.
Me pregunto por qué
el usurpador arremete contra ellos si es idéntica su condición. Ante la
incapacidad para concebir soluciones al grave problema que el descoyuntamiento
de la economía venezolana padece y que se agudiza en las zonas fronterizas,
mientras más pobladas más agudas; achacar la culpa de nuestros males a nuestros
vecinos es una vía de escape. El diputado Carreño pide que se reforme la
normativa colombiana en materia cambiaria, le debe parecer la nuestra muy
adecuada.
Hay, desde luego,
una pretensión de exaltar el gentilicio. Sin embargo, la exaltación del
patriotismo necesita de algo épico, heroico y no hay nada de esto en una tropa
bien armada que arremete contra una población civil inerme. Si a esto se agrega
que son niños y adolescentes una buena parte de los acosados la conclusión que
salta a la vista, al menos para mí, es que una cierta dislexia llevó al
usurpador a confundir la heroicidad que viene de héroe con la ‘herodicidad’ que
viene de Herodes.
Me vuelvo a
preguntar por qué esa arremetida patriotera que difícilmente puede calar en la
población viniendo de alguien que no puede exhibirse como un venezolano de pura
cepa. Me respondo: porque el patriotismo es el último refugio de los canallas.
Quizá el usurpador vio la película “ocho apellidos vascos” y se nos quiere
presentar con ocho bisabuelos venezolanos, aunque hasta el momento solo haya
hablado de sus ascendientes holandeses, más bien curazoleños, con los cuales
también tenemos frontera a sí no sea de tierra sino de mar.
El usurpador se
construye su árbol genealógico, que es como construir o reconstruir su historia
y con la de él la de Venezuela. Los comunistas son expertos en esas
reconstrucciones. También lo hizo Hitler incluido su árbol genealógico. La
noche de los cristales rotos y de los ranchos rotos son hermanas.
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