B.B.C.
El contrabando de
combustible –que se compra en Venezuela a menos precio que un caramelo por
litro y se vende en Colombia por cientos de veces más– es una forma de vida
para cientos de personas
De repente, empezó a oler a
gasolina.
Y los vecinos de un sector
de Ureña –uno de los seis municipios en estado de excepción en la frontera
venezolana con Colombia, cerrada hace una semana– salieron de sus negocios y
sus casas en busca del origen del hedor.
Era una alcantarilla, por la
que "rebosaba gasolina mezclada con desechos y ratas", le
dijeron varios de ellos a BBC Mundo.
Trancaron la calle con motos
y cauchos.
"Teníamos miedo de que
eso se prendiera, imagínese, con este calor es muy fácil", dijo uno de los
comerciantes de la calle.
Un viejo termómetro en su tienda
marcaba los 31 grados centígrados.
Los bomberos destaparon la
alcantarilla, pero un día después, cuando llegó BBC Mundo, el olor se
mantenía; también esa inconfundible grasa multicolor que pintaba el agua que
salía de la cloaca.
Los vecinos coinciden en que
el origen de esa suerte de fuente de combustible era que la gente de los
barrios "de arriba" estaba botando la gasolina por los inodoros,
lavamanos y sifones de sus casas para deshacerse de ella.
"Toda mi casa huele a
gasolina porque las cañerías están todas intoxicadas", dijo, con acento
colombiano, Yusnary Narváez, una habitante del sector.
A unas cuadras de la
alcantarilla se veían decenas de recipientes para guardar gasolina –conocidos
como pimpinas– que la gente al parecer botó después de regar el material
inflamable.
"Y eso que la Guardia
(Nacional) recogió como 200 pimpinas que habían botado ahí", dijo
Evaristo, un mecánico de la calle.
Acá el contrabando de
combustible –que se compra en Venezuela a menos precio que un caramelo por
litro y se vende en Colombia por cientos de veces más– es una forma de
vida para cientos de personas.
Ahora las autoridades
venezolanas, como parte de una polémica política para rehabilitar esta liada
frontera, están allanando casas en busca de material de contrabando; no
necesitan una orden judicial, porque el estado de excepción permite las
inspecciones directas.
Y el miedo a la
sanción, que puede traducirse en varios años de cárcel, llevó a la gente a
botar sus reservas de combustible.
El negocio del contrabando
El contrabando de gasolina
en la frontera es un negocio multimillonario.
Estudios y declaraciones de
autoridades aduaneras de ambos países han dicho que incluso puede mover
más dinero que el narcotráfico.
El precio de la gasolina en
Venezuela, que cuenta con la inflación más alta del planeta, no ha sido
aumentado desde 1996.
Y un aumento anterior, en
1989, fue en parte el detonante del estallido social conocido como el Caracazo,
que dejó cientos de muertos.
Acá en Venezuela, el país de
las reservas de petróleo más grandes del mundo, aumentar el precio del
combustible es considerada una de las políticas más impopulares que un
gobernante puede llevar a cabo.
Y aunque el gobierno de
Nicolás Maduro dijo hace un año y medio que estudia aumentarla, el debate ha
sido archivado en este año que terminará con elecciones legislativas el 6 de
diciembre.
El Estado venezolano pierde
US$12.500 millones al año por el subsidio de la gasolina, según cifras
oficiales.
Al menos unos 200.000
barriles de petróleo, según el gobierno, salen por contrabando al día del país:
un 10% de la producción diaria.
El cierre de la frontera, y
el establecimiento del estado de excepción, busca en parte erradicar ese
contrabando.
Aunque analistas venezolanos
de oposición dicen que si los incentivos económicos se mantienen es imposible
que este negocio se acabe.
Sin cola en gasolinera, pero
cola en tiendas
Desde que la frontera fue
cerrada hace una semana, las bombas de gasolina de este lado de la frontera,
que solían acoger kilométricas filas, están vacías.
Ha sido el impacto económico
del cierre fronterizo que más comentan los habitantes de la zona.
Según el gobierno, el cierre
fronterizo ahorra 6.300 barriles de petróleo diarios: un 3% de los 200.000 que
se contrabandean cada día.
Pero otro de los efectos de
las medidas es que en los supermercados y tiendas de la zona han aparecido
productos que antes se iban por el contrabando –desde harina de maíz precocida
hasta leche– y los están vendiendo al precio regulado.
En las tiendas de repuestos
para carros, por ejemplo, se ven largas filas de gente que espera comprar
cauchos a precio regulado, que es decenas de veces menor al precio libre.
"Encontrarán la
forma"
"En este momento el
contrabando está parado", me dijo un contrabandista en una lujosa oficina
en uno de los municipios fronterizos.
"Pero tarde o temprano
los grupos ilegales que se alían con las autoridades venezolanas encontrarán
la forma de volver a activar el negocio, no lo dudo", dijo.
Pocos habitantes del sector,
que siempre ha sido de fuerte presencia militar, dudan de la participación de
algunas autoridades en el contrabando.
El contrabandista dice algo
que he escuchado mucho por acá: "Los militares y guardias incluso pagan
para que les den trabajo en la zona".
De hecho, el presidente
Maduro dijo en un rueda de prensa esta semana que la"nueva frontera no
solo implica confrontar las mafias, sino su capacidad para corromper
instituciones, para comprar concejales, alcaldes".
"Aunque (la corrupción)
no es el problema principal", añadió en referencia a la presencia
paramilitar en la zona, que considera el origen de no solo el contrabando, sino
de la escasez y la delincuencia en Venezuela.
De vuelta en los municipios
fronterizos, un habitante de Ureña me muestra en su celular unas fotos que los
vecinos han estado compartiendo.
Son imágenes de una
explosión de gasolina que los habitantes de San Antonio, otro de estos
municipios fronterizos, provocaron para deshacerse del combustible.
Y en los chats de los
otros municipios fronterizos se reporta el mismo olor, el mismo miedo, el mismo
riegue desesperado de combustible.
29-08-15
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