Por Pedro Vicente
Castro Guillen, 26/07/2015
Boletín 241, AIPOP
Todavía, apenas en
el 2013 se sentía la prepotencia de la chequera que camina por América latina,
el chavismo-stalinismo-madurismo, creía usufructuar la política de la
petro-diplomacia que impuso el magnífico, pero el caso Guyana expuso la real
situación del socialismo salvaje en el siglo XXI. La política de Chávez en el
Caribe fue la de comprar voluntades a costa de los intereses del país, ya sea
con el acuerdo de PETROCARIBE que fue una entrega de petróleo por apoyo
político, de igual manera, desentenderse del diferendo con Guyana. Y toda esta
política además dirigida por Cuba y muy ajustados a la política de Estado de la
diplomacia cubana; que a diferencia del régimen si tiene y ha tenido una
política de Estado muy clara; en donde entre otras cosas estuvo planteado
apoderarse de Venezuela cosa que lograron con el eterno.
Lo que se desnuda
con el affaire Guyana y descubre el propio régimen es su oceánica soledad.
Después de perder el tiempo tratando de no enfrentar el problema real, que no
es otro que la disposición de Guyana de quedarse definitivamente con el
territorio en disputa, cargándole la culpa a EXXON y al imperialismo. Gira
abruptamente emprende una campaña verbalmente muy agresiva e insultante contra
el Presidente Granger, y cuando mira para los lados se da cuenta que nadie lo
acompaña.
Y quien primero
encabeza la lista de los que se desprenden de la política del régimen; arman
una entente contra los intereses de quienes les ha dado de comer en estos
últimos tres lustro son los cubanos; ahora los mejores amigos del imperialismo
yanqui, quienes manejando a los países de petrocaribe y el CARICOM, se
manifiestan desde el 2012 a favor de Guyana en diversas declaraciones, que ni
Chávez ni Maduro quisieron ver y escuchar.
El Presidente
Maduro, fue al MERCOSUR pretendiendo el apoyo frente a Guyana y se encontró que
el Pdte. Granger, le pico adelante y la Presidente Dilma Roussef, lo recibió
muy fríamente al punto que abandono la reunión. Unasur organismo fundado y
financiado por el gigante, cuyo Presidente es Ernesto Samper, obsecuentemente
atento a los deseos del régimen venezolano para dar más de lo se le exige,
guarda un escandaloso silencio; y de igual manera, se comportan países
bolivarianos como Bolivia, Argentina o Nicaragua. Igualmente pasará en la
reunión de los No Alineados, donde la respuesta al planteamiento venezolano
será muy tímida a lo más porque está compuesta por países pertenecientes a la
Commonwealth a la que pertenece Guyana.
También en otros
temas como en materia petrolera se siente la soledad del régimen. Es el caso de
Irán, quien era el único aliado en la OPEP para el recorte de la oferta del
crudo para detener la caída del precio. Una vez que logra el acuerdo nuclear
con el grupo de las 5+1, se dispone a entrar en el mercado con 2,4mill de B/D
con lo que el precio del petróleo seguirá derrumbándose.
El caso cubano
también debemos tratarlo más allá del affaire Guyana, porque Raúl Castro, está
obligado por el realismo de la política interna y externa alineada con los
EE.UU., a desprenderse de Venezuela cuya relación tiende a volvérsele toxica, y
además, debe cancelar la práctica de los viajeros raspa cupos que le envenenan
la economía.
Hoy el régimen del
socialismo salvaje en el siglo XXI, luce internacionalmente devastado con una
petropolítica en escombros, una credibilidad internacional vuelta añicos, sin
crédito político ni financiero. Toda la genialidad de la política del inmenso
se evaporó cuando se acabaron los dolares. Lo que se corresponde ni más ni
menos con el proceso de destrucción interno. La debacle interna y externa son
las dos caras de la misma moneda.
De lo anterior,
queda claro que seguir considerando al chavismo-estalinismo-madurismo, como un
régimen inderrotable, que quiere hacernos creer que cualquier crisis les
resbala, es un grave error, a este régimen la único que le queda es la trampa
electoral, que hay que derrotar no dejándonos conquistar por la embestida
desesperanzadora del régimen y saliendo a ejercer nuestro derecho ciudadano al
voto, que es un paso hacia el rescate de nuestra libertades civiles. Pedro
Vicente Castro Guilllen
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