Edgar Rivero 27 de agosto de 2015
Siempre
he escuchado que no es sano hacer comparaciones, algunas porque bajan la
autoestima, otras resultan necias, pero hay otras que causan escozor. En primer
lugar, debemos comparar lo que tenemos actualmente como gobierno y lo que
podríamos tener, si ejercemos libre y soberanamente nuestro derecho al voto.
Igualmente correré el riesgo de realizar someras comparaciones entre los
candidatos del PSUV y los candidatos de la UNIDAD y CAMBIO, especialmente en el
estado Portuguesa, indistintamente de las inquietudes y molestias que puedan
surgir al respecto.
Para
empezar, académicamente los candidatos de la Unidad y Cambio cuentan con una
excelente formación profesional, mientras que en el PSUV, pareciera que eso no
importa, a la hora de postular; tanto así de sus cuatros candidatos nominales,
dos son bachilleres y el resto presuntamente posee títulos universitarios.
Probablemente muchos puedan alegar que las elecciones se ganan con votos y no
con títulos universitarios, pero lógicamente, lo más correcto es que el
candidato debe ser elegido por su trayectoria de vida, por méritos, por
preparación y hasta por tradición moral, para que al hacer promesas, éstas sean
sinceras, fuertes y creíbles, pero sobre todo para desempeñarse con propiedad y
no con ineptitud. Sin embargo, conforme avance la campaña electoral, cada quien
demostrará de que está hecho.
El
otro aspecto a comparar, sería la temporalidad en el poder. Los candidatos de
la Unidad y Cambio, representan la verdadera alternabilidad política que exige
la sociedad portugueseña. Son frescos, no tienen vinculación alguna con este
régimen, conjugan experiencia y juventud, todos han demostrado ser exitosos en
sus actuaciones laborales y los une el espíritu de lucha y el deseo de contribuir
a la transformación real de Venezuela desde la Asamblea Nacional. Es
fundamental reforzar que el país exige cambios profundos sólo posibles en la
alternabilidad, uno de los principios democráticos que deben prevalecer y ser
respetados en toda sociedad civilizada; por aquello de la sordera, parálisis y
poca efectividad propias de la continuidad sin fin, desde todo punto de vista
tóxica, a juzgar por las condiciones en las cuales, el régimen y sus poderes
secuestrados, han sumergido al país.
A todo
esto agreguemos algunos datos referenciales del régimen: a un alcalde en
ejercicio, acusado por presuntos hechos de corrupción administrativa, dos
diputados suplentes que hoy ostentan inexplicablemente grandes fortunas y otros
tantos candidatos funcionarios derivados del abuso del poder, también cómplices
del desastre, que hoy sumerge al país en la peor crisis económica, que hayamos
tenido en estos últimos 30 años y pretenden ser parte del continuismo político.
Amén de todos los escándalos que a diario nos regalan. En pocas palabras, el
continuismo no proporcionará los cambios y definiciones concretas que en el
orden institucional, social, político, económico, financiero y moral demanda el
país entero.
En
estos tiempos difíciles se necesita un gobierno eficiente, comprometido con el
bien común, no uno plagado de corrupción, al cual sólo le preocupa su
permanencia en el poder. Este gobierno inepto, cansado y desgastado debe ser
cambiado, por otro más eficiente, con nuevos proyectos de reconstrucción del
país. Por ello, contamos con los mejores candidatos que renovarán la Asamblea
Nacional y esto será el feliz principio del necesario cambio de rumbo. A simple
vista se nota que nuestros candidatos pertenecientes a la plataforma de la
“Venezuela Unida” son los mejores. Por eso es el momento de mostrar lo que está
a la vista de todos: un inútil desempeño, un abanico de calamidades, una
vergonzosa y peligrosa vinculación con el narcotráfico, la guerrilla y el
terrorismo, unas deplorables relaciones exteriores y así podríamos seguir
enumerando las razones por las cuales debemos salir de este régimen y apoyar
las aspiraciones de una fuerte oposición política para sustituirlo.
El
pueblo podrá este 6D decidir sobre el futuro democrático de Venezuela. Podrá
hacer valer su derecho a que se respete la voluntad popular y el cumplimiento
de los deberes patrios y por eso reitero: nuestros candidatos son la mejor
opción, no por capricho, sino porque realmente han demostrado tener el guáramo
suficiente, para hacerle frente a unos candidatos que tienen, sobre sus alas,
el peso de la corrupción y la ineficiencia. Les invito a que mediten sobre las
siguientes reflexiones del ilustre sociólogo y educador Eugenio María de
Hostos, que me permito citar: “Derecho no ejercitado no es derecho”.
Ejercitarlo es cumplir con el deber de hacerlo activo, positivo y vivo.
Finalmente,
“Venezuela Unida”, te requiere activo, positivo y vivo, trasmitiendo un mensaje
de esperanza que invoque el nivel de nuestros candidatos y se consolide por
medio de la organización a través de los comandos familiares, gesta
determinante para la gran victoria del 6D.
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