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lunes, 24 de agosto de 2015

El puto circo por @goyosalazar


Por Gregorio Salazar



¿Cómo, pero cómo fue posible? Con un diluvio jamás soñado de petrodólares, con los cacareados récords anuales de recaudación tributaria, con los ingresos que daban las empresas al momento de estatizarlas, con los activos que remataron, con los adelantos que recibieron, con todo el poder del Estado en un puño, ¿cómo fue posible que nos trajeran a este desbarajuste sin comparación universal?


Como tenemos pocas calamidades, como es tan menudo el follón en que estamos metidos, ahora viene el yuan, el puto yuan chino del cual muchos mortales ni recordábamos su existencia, y se devalúa dándole otra patada por el trasero al petróleo que cae, cae y cae sin que haya barranco que lo ataje. 

Como siempre, la mayoría andamos despistados en materia de economía y eso es en buena parte causa de nuestros males. 

Acodado en una barra le comento, por buscar conversación, a un colega: "¿Viste lo que le pasó al yuan?". Y abrió los ojos desorbitadamente: "¡Queeé! ¡Nooo! ¿Le pasó algo a nuestro Joan Manuel Serrat?".

Ahora se sumarán nuestros aliados iraníes, liberados de sanciones económicas, inyectando nuevos torrentes de crudo al mercado mundial y el petróleo tendrá una depreciación semejante al de la palabra de Maduro, lo cual ya resulta imaginativamente inabarcable.

No se trata, amigo, de que al gran circo nacional "le crecieron los enanos". No, para nada. Se trata de que una buena mañana La Mujer Barbuda decidió depilarse. Los acróbatas padecen crisis repentinas de acrofobia y no se atreven ni a subirse a un taburete. El domador de leones estornuda incontenible por una maldita e insospechada alergia al pelo y el jefe de pista se niega a salir a escena porque, en un ataque de escalantitis aguda, dice que le robaron no la camisa, sino el pito, la capa y el sombrero.

Ojo, que nada de esto ha sido casual y desde hace tiempo está muy claro quiénes le inyectaron a los enanos las hormonas para el crecimiento, quienes le dijeron a la mujer barbuda que esa pelambre le quedaba fea, etcétera, etcétera ¡y etcétera!

Pero, soseguémonos, por favor, que no quiero estresarlo en demasía. Le cambio el tercio. Hace casi treinta años Vargas Llosa, al final de un ensayo sobre El Gatopardo, se preguntaba entre confuso y deslumbrado ante la genial obra maestra de Lampedusa, autor que hasta el momento no había escrito sino cartas, "¿Cómo, cómo fue posible?". Maravillado, insistía en la pregunta. 

Y eso mismo, ¡coño!, es lo que por razones bien inversas nos estamos preguntando todos en este atribulado país.

¿Cómo, pero cómo fue posible? Con un diluvio jamás soñado de petrodólares, con los cacareados récords anuales de recaudación tributaria, con los ingresos que daban las empresas al momento de estatizarlas, con los activos que remataron, con los adelantos que recibieron, con todo el poder del Estado en un puño, ¿cómo fue posible que nos trajeran a este desbarajuste sin comparación universal?

Los economistas, que tienen fama creada de no pegar ninguna, a lo largo del tiempo las acertaron todas. 

Diagnosticaron todos los síntomas, principalmente el que por primera vez con alza en los ingresos petroleros el sector privado decaía.

Todas sus advertencias y sus desastrosas profecías se han cumplido con escalofriante exactitud. Fueron desoídos y lo siguen siendo hasta el sol de hoy.

"Somos pobres, nos fregamos", podemos parodiar a Manzanero, pero el gobierno quiere que mantengamos con él "un cariño limpio y puro" y sobre todo leal.

Y para ello invita a la población a que el 6-D convirtamos la patria en un gran altar nacional para quemar incienso en un grandioso y merecido "homenaje a Chávez". Cohetería y humo.

Oye, ¿hasta cuándo van a joder con eso? Todo lo básico y fundamental tiene un precio inalcanzable, pero la vida no vale nada. 

Un ventarrón rasga la carpa, se bambolean los postes, los caballos se encabritan, los tigres rugen y los elefantes barritan (sí, barritan, no mugen, ni ladran ni berrean porque no están locos como la cúpula) esperando la comida que no llega.

Pero hete aquí que se acabó el pan y lo único que mantienen es el circo, el puto circo de siempre y de toda hora, al cual ya se le vislumbra el final de sus atarantadas funciones.

23-08-15






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