Entrevista de Hugo Prieto
“Nunca tuve que ver con el
chavismo –confiesa el historiador- nunca estuve en el PSUV y durante el tiempo
en que estuve en el CNE, ellos se reunían con su gente, a mí ni me
consultaban”. El ex rector del CNE examina con severidad el ciclo del chavismo
Para unos puede ser una
elipsis, para otros una sorpresa. Quien habla a continuación es Oscar
Battaglini, ¿el mismo que fue rector del Consejo Nacional Electoral? ¿No era
Battaglini cuota del chavismo en esa institución? ¿Y qué pasó? Todas esas
preguntas no dicen nada de la persona, ni de su trayectoria. Pero sí de las
sospechas, porque en esta sociedad todos somos sospechosos de algo.
Battaglini es historiador y
doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Central de Venezuela. Participó
en el proyecto totalitario de la izquierda en los años 60, aunque él prefiere
usar el vocablo “estalinista”. Su visión de la crisis tiene como punto de
partida una vocación intelectual y política.
El mismo rector del CNE, en
cuyo período se realizaron dos elecciones, el referéndum revocatorio de 2004,
que atornilló a Chávez en el poder, con el 59% de los votos y las elecciones
parlamentarias de 2005, boicoteadas por la oposición, lo que le permitió al
chavismo pintar de “roja rojita” la institucionalidad que tenemos hoy.
El puntofijismo fue una
democracia represiva
–¿Qué lo llevó a vincularse
al proyecto bolivariano y cuál es su evaluación de lo que allí ocurre?
–Desde un principio, me
manifesté en contra. A partir de la derrota política y militar de la izquierda,
que venía de los años 60, por supuesto uno entra en un proceso de evaluación,
de reflexión, en procura de una explicación de por qué pasó lo que pasó. Llegamos
a muchas conclusiones y una de ellas era que uno no podía vincularse a ningún
planteamiento, a ninguna propuesta que no pasara por esa reflexión.
Recuerdo que en un
conversatorio en la Universidad del Zulia, donde yo era el ponente, uno de los
profesores me preguntó qué pensaba del chavismo y yo usé la expresión “más de
lo mismo”. Es decir, ¿cuál era el planteamiento de Chávez? ¿A nombre de qué
actúa, desde que aparece en la vida política de este país? En nombre de los
problemas evidentes de la crisis del puntofijismo —la corrupción, la pobreza—
la cotidianidad de esta sociedad de altos contrastes: de una gran riqueza al
lado de una gran pobreza, porque eso ha sido Venezuela y más desde que se
convierte en una economía petrolera.
A mí manera de ver, el
puntofijismo no le agregó nada a esta sociedad. Desde el punto de vista
económico, el puntofijismo se acostumbró a vivir de la renta. Y Chávez también
repitió esa experiencia.
–¿No es un balance injusto?
Si bien era una democracia deshilachada, primaria en muchos sentidos, había
espacios para el debate, había medios de comunicación y no esta asfixia que
vivimos actualmente
–Desde mi perspectiva, el
puntofijismo fue, desde un principio, el cierre de la posibilidad de un
ejercicio democrático auténtico. Para empezar, el puntofijismo establecía que
la única visión política, la única visión democrática que cabía en la Venezuela
de esos momentos era la suya. Cualquier otra opción era vista como subversión,
como contraria a la democracia y por lo tanto, lo que correspondía, era
reprimirla. A mí manera de ver, esta fue una de las causas básicas del
conflicto que estalló en la sociedad venezolana de los años 60.
Porque el puntofijismo
cierra. ¡Esta es la democracia! Quien no se adecúe a esta concepción va a ser reprimido,
va a ser negado, va a ser perseguido. Cuando Betancourt se instala en la
presidencia, a partir de 1959, comienza la represión de los derechos
democráticos en esa sociedad.
–No había la amplitud que
caracteriza a la democracia, pero la izquierda se embarcó en un proyecto que
cuajó en Cuba y ya sabemos en qué devino.
–El problema de la
izquierda, no sólo en Venezuela sino en toda América Latina, es que nació como
una izquierda estalinista y autoritaria. ¿Cuál fue el resultado del socialismo
en Cuba? Esto que estamos viendo hoy, con ese desenlace en el cual no les queda
más camino que asociarse con los Estados Unidos para sobrevivir. Ese es el
resultado de esa experiencia revolucionaria entre comillas. Lo que pasa es que
al momento, uno no lo ve. Uno lo va a ver después.
–Usted dice que el
puntofijismo cerró muchas puertas, pero el discurso de Chávez era visibilizar a
los invisibles, la inclusión, la nueva conciencia política de los venezolanos.
–Exactamente, y con ese
discurso atrae a muchos sectores de la sociedad venezolana. En especial, a lo
que iba quedando de esa izquierda. Es la bandera de un discurso entrecomillas,
porque Chávez jamás fue de izquierda. Chávez fue un militar, educado en las
filas de ese ejército y desde que Gómez crea ese ejército, con la reforma
militar de 1910, esa fuerza armada se convierte en el verdadero poder dentro de
esta sociedad. De ahí proviene Chávez.
Chávez es fruto de una
desesperación
–¿Y eso es lo que estamos
viendo actualmente?
–En medio de la crisis del
puntofijismo. Una sociedad que se hizo insufrible, insoportable, donde la gente
comenzó a pensar que era preferible cualquier otra cosa a lo que teníamos. Tal
como está sucediendo hoy. Una sociedad desesperada, y en medio de esa
desesperación, aparece un individuo como Chávez, un aventurero, como tantos que
hemos tenido aquí. Él se presenta como una opción y atrajo a mucha gente con
esa imagen. Pero hubo gente que venía de una reflexión seria sobre lo que había
pasado en el seno de la izquierda, que no nos tragamos eso. Por eso, desde un
principio, yo me manifesté opuesto a lo que Chávez representaba entre comillas.
–¿Cómo definiría usted a
Chávez?
–La definición de aventurero
que yo he tomado es la que da el Diccionario de la Lengua Española (Vigésima
edición). Aventurero: “Aplícase a la persona de oscuros o malos antecedentes,
que por medios desconocidos o reprobados, trata de conquistar en la sociedad un
puesto que no le pertenece. Esa es la definición que a mí me gusta del vocablo
aventurero. Eso para mí es Chávez.
–Usted habló de una sociedad
desesperada, dispuesta a escuchar a cualquiera, ¿cómo ha sido posible que,
históricamente, hayamos pasado más de un siglo en este ritornelo, en este
volver a lo mismo, en esta letanía?
–Eso tiene raíces
históricas. Incluso desde la época colonial. Venezuela no fue un virreinato,
sino una de las colonias más pobres, una colonia de tercera categoría. Mi
tesis, que actualmente desarrollo en un libro cuyo título es “América Latina,
arcaísmo colonial”, señala que una de las razones por las cuales Bolívar
triunfa es porque se trata de España, donde nunca hubo, ni con los Austria ni
con los Borbones, un proceso de cohesión, de estructuración, que le diera
continuidad histórica al Imperio Español. ¿Sabes lo que significa que España
fuera invadida por Napoleón y se le arrebata el poder a los reyes, a Carlos IV
y a Fernando VII?
Y eso es lo que determina
que en Venezuela la oligarquía colonial, que no quería la Independencia, salvo
Miranda, Nariño el colombiano, y Bolívar el venezolano, perseveraran en esa
lucha irrestricta. Finalmente, el proceso queda en manos de Bolívar, que fue el
dirigente de mayor prestigio y claridad que produjo el proceso de
Independencia.
Eso se va a prolongar en el
proceso histórico. Se logró la Independencia formal y ¿qué pasó aquí? ¿Hubo una
reestructuración de esta sociedad? ¿Hubo una transformación cualitativa? No,
eso no pasó. Las oligarquías que se hacen con el poder en América Latina y en
esta sociedad, repiten la colonia.
–Es decir, ¿América Latina
es un anacronismo?
–Es un arcaísmo. ¿Y cuál es
el elemento que se repite a lo largo del proceso histórico? El elemento
colonial. Nosotros no hemos dejado de ser colonia. Y hemos sido una sociedad
desarticulada. La segunda mitad del siglo XVIII no conoce un proceso de
articulación de esta sociedad.
Las oligarquías nunca araron
en el mar
–¿Por eso estamos viviendo
el fracaso de las élites? ¿O aquí nunca hubo élites?
–Si las hubo, pero no se
constituyeron, no se consolidaron, y en consecuencia no van a asumir la
dirección estructural de esta sociedad. Fíjate que en el siglo XIX, en
Venezuela, prácticamente no hay Estado.
–¿Quiénes araron en el mar?
–Bolívar dijo que aró en el
mar, pero yo no creo que esas oligarquías hayan arado en el mar, porque ellas
son las élites dominantes en el seno de la sociedad colonial y lo siguieron
siendo en el proceso de constitución de la República. El latifundio siguió
siendo una de las relaciones básicas en el campo e inclusive la esclavitud que,
como sabemos, fue abolida mucho después de lograda la independencia en este
país. No se podría afirmar que esa oligarquía aró en el mar. Bolívar sí, porque
él quería una sociedad republicana, en la cual los más débiles fueran
representados por un Estado que estableciera igualdad y libertad.
Eso quería Bolívar, pero
Bolívar es derrotado en 1830 y es borrado prácticamente de la historia de esta
sociedad. Bolívar quedó como un símbolo que esas oligarquías van a utilizar
para confirmar su dominación. Pero el proyecto bolivariano, al igual que lo que
planteó Simón Rodríguez, todo eso va a ser soslayado. Nada de eso se va a
aplicar aquí. Y eso se proyecta a todo lo largo de nuestro proceso histórico:
la no constitución de una clase social en capacidad de asumir la dirección
política de la sociedad; la no constitución de un Estado que pueda ser un
factor de construcción dentro de esta sociedad, en términos políticos y en
términos económicos.
–¿Pero si eso no lo hemos
hecho en 200 años, por qué lo vamos hacer ahora?
–En cualquier momento
tendremos que hacerlo. Yo creo que si los venezolanos fuimos capaces de hacer
lo que hicimos, si fuimos capaces de derrotar un imperio, aunque fuera el
imperio español, y lograr la independencia, aunque fuera la independencia
formal, eso planteó una gran posibilidad para esta sociedad, una oportunidad
que se perdió, como se han perdido otras; se perdió en 1936, después de la
muerte de Gómez; se perdió el 23 de Enero y también se pierde la oportunidad
cuando el puntofijismo es arrojado de la dirección política de esta sociedad.
Una sociedad que tiene 300
años sin debate
–¿Para usted 1998 fue una
pérdida?
–A la larga sí, porque ¿qué
es lo que ha pasado? ¿Cuál es el resultado? Es un gran fracaso, pero no porque
Chávez significara la posibilidad de salir del hoyo en el que estaba metida
esta sociedad, él nunca representó eso, porque si lo hubiera representado, en
el tiempo en que estuvo al frente del Estado venezolano, el país hubiera
avanzado en esa dirección y aquí no hay avances en ese sentido, como no lo hay
ahora tampoco. Pero nunca antes lo hubo. La única posibilidad fue con el
proyecto de Medina, pero ese proyecto fue derrocado por la asociación Pérez
Jiménez-Betancourt. Yo he estudiado los procesos históricos y puedo hacer este
tipo de afirmaciones.
–¿Qué fue lo que ocurrió en
1998?
–El chavismo se cuela en
medio de la crisis del puntofijismo. Ahora estamos en medio de la crisis del
chavismo. ¿Qué va a pasar en esta sociedad? Los venezolanos tenemos que
sentarnos a analizar lo que está ocurriendo y el desenlace que pudiera
originarse producto del agotamiento y caída de este modelo político.
–¿Cómo nos vamos a sentar,
si aquí no hay debate? Este es el mundo más estéril que se pueda haber
concebido. ¿En qué espacio, en qué lugar, en qué punto de encuentro puede haber
esa discusión que usted está planteando?
–Ya lo dijo Carlos Marx,
¿no? Que los hombres hacen la historia, pero no escogen la historia que hacen.
Estas son las condiciones que nos ha tocado vivir y eso hay que asumirlo así.
Esta es la situación que nos toca a nosotros enfrentar.
Aquí no hay debate, como
bien dices, y yo estoy de acuerdo con eso. Pero los venezolanos tienen que
encontrar las vías para que haya un debate y arribar a las conclusiones que se
requieren para abrir los caminos que conducen a una transformación de esta
realidad. ¿Te imaginas los diálogos que hubo en 300 años que duró la colonia
española?
Me imagino que hubo gente
que se desesperó y que se desencantó también. Bueno, un día llegó el 19 de
abril, producto de que Napoleón invadió España y depuso a la monarquía
española. Ahí comenzaron los venezolanos, de aquel entonces, a plantearse la
posibilidad de una transformación de esa sociedad.
–Lo más que se advierte es
que estamos viviendo uno de los momentos más oscuros de la historia venezolana.
–Yo siempre me he mostrado
sumamente optimista en medio de las dificultades y esa es una de las grandes
dificultades a la cual nos enfrentamos hoy: no hay debate, no hay discusión, no
hay planteamientos, no se definen proyectos. Es parte de lo que tenemos que
resolver como sociedad, ese esfuerzo por abrir los canales, por abrir los
caminos que puedan conducirnos a la superación del actual estado de cosas.
Inestabilidad política y
vacío de poder
–¿Qué síntomas de cambio
advierte en medio de esta realidad desencajada? ¿Cómo calificaría esta crisis?
¿Terminal?
–Esta es una crisis
terminal.
–¿Del puntofijismo?
–No. Del modelo chavista. El
modelo puntofijista ya vivió su proceso histórico. A ese modelo lo sucede el
chavismo, que no logra resolver las grandes problemáticas que estaban
planteadas en el país.
–¿Podría mencionar alguna?
–La inestabilidad política,
sobre todo la inestabilidad política que conduce al puntofijismo a un gran
vacío de poder. Llegó un momento en que el puntofijismo se mostró incapaz de
darle continuidad a su proyecto como dirección política de la sociedad
venezolana. Eso creó un gran vacío. Una sociedad exhausta. Una sociedad con
casi todos los problemas que tenemos hoy, de desempleo, de escasez, de inflación,
¿el viernes negro no es parte de eso?
El chavismo aparece, gana
las elecciones del 98, pero no resuelve absolutamente nada. No llenó el vacío,
la inestabilidad. No plantea un proyecto sustitutivo en casi nada. Por el
contrario, adopta el rentismo. Hoy en día, la sociedad venezolana vive sólo de
las exportaciones petroleras y de una renta que deriva de la comercialización
del petróleo en los mercados internacionales. Toda esa situación estuvo
planteada y nada de eso se resolvió, más bien se hipertrofió. Toda aquella
situación de malestar social, de malestar político y económico, se va a repetir
en el marco del chavismo.
–¿Cuál es la alternativa si
no hay diálogo?
–Yo creo que la alternativa
comienza porque haya diálogo. Los venezolanos tenemos que ponernos de acuerdo
alrededor de una propuesta que nos conduzca a salir de la situación en la cual
nos encontramos, que no es de ahorita, porque esta sociedad ha marchado,
durante muchísimo tiempo a la deriva, sin proyecto.
La solución comienza con la
salida del chavismo de la AN
–Lo que caracteriza el
momento actual es la sospecha. Oscar Battaglini participó en el proyecto
estalinista de los años 60, fue rector del CNE y ahora tiene esta posición. A
mí me resulta sospechoso. Usted podría referirse a mí en términos similares o
peores. ¿Una sociedad que ha horadado todo signo de confianza puede dialogar?
¿Esto comenzaría por reconocer los errores? ¿Por hacer un mea culpa?
–Esta sociedad no se ha
caracterizado por una reflexión que le permita entender lo que ha pasado, por
qué ha pasado y lo que pudiera pasar también, pero en algún momento tiene que
sentarse a hacer las definiciones que tiene pendientes y las críticas que tiene
que hacer, a los fines de que los venezolanos en capacidad de sentarse, en
capacidad de formar parte de un proceso de cambios, podamos contribuir a abrir
caminos para la superación histórica.
Sin ese diálogo no habrá
posibilidades, por eso digo que la posibilidad empieza por ahí, la posibilidad
de que el pensamiento crítico empiece a jugar un papel relevante, en las
discusiones que necesariamente tienen que haber.
El gran proyecto histórico
de la sociedad venezolana, de hoy y creo que también del pasado, es que la
propuesta sea democrática. La democracia del puntofijismo, como dije anteriormente,
fue una democracia restringida y como la llamaron algunos, en su momento, una
democracia autoritaria. Betancourt gobernó este país con las garantías
suspendidas. Betancourt le abrió un amplio cauce a la militarización de la
sociedad venezolana, a la militarización del Estado venezolano, en medio de los
conflictos que en esta sociedad se dieron. Y es lo mismo que hace Chávez, pero
de una forma exponencial.
–¿Adónde podemos llegar con
las ofertas políticas, con las propuestas, que aparentemente están en la calle?
–Esa es una de las
condiciones de hoy. Para empezar, aquí desapareció toda oposición de izquierda.
Aquí la oposición es la que representa la Mesa, esa es la única oposición que
hay aquí. Eso es parte de la realidad que nos toca vivir a los venezolanos. La
solución de los problemas de hoy comienza por la salida del chavismo del poder,
que lo único que hizo fue exacerbar la problemática del puntofijismo.
El problema de la caída de
la producción. El problema de la inflación, que ya es de tres dígitos. El
problema de la escasez, que ya rebasa el 70%, el problema de la inseguridad
personal, que ya suma 20.000 homicidios anuales. Tal como lo dijo Domingo
Alberto Rangel, aquí manda el hampa. ¿Y si manda el hampa, dónde está el
Estado? Este es un Estado disuelto.
–¿Sería una salida por los
cauces democráticos?
–Aquí los venezolanos, que
son capaces de analizar lo que está pasando, que son capaces de ubicarse con
respecto a lo que está pasando y, lo más importante, de asumir que esto pueda
ser superado, política e históricamente, tienen un gran papel que jugar en todo
lo que está planteado.
Así como un 23 de enero, la
gente salió a la calle y se produjo un despertar de esta sociedad, que dio al
traste con esta dictadura, y se abrió una posibilidad de que en Venezuela se
organizara un proceso político en términos generales de signo positivo, de
signo prometedor, eso sigue planteado en esta sociedad. Yo tengo una gran
confianza en que este país, de nuevo, y analizando lo que han sido las
experiencias pasadas, pueda dar un salto cualitativo en el proceso de definir
una propuesta que allane el camino para un cambio.
–Insisto, ¿advierte esa
salida por los cauces constitucionales?
–Sí. Aquí están planteados
dos grandes procesos eleccionarios. El de 6 de diciembre próximo, para renovar
la Asamblea Nacional, y las elecciones presidenciales que serán tres años
después. Se ha abierto una gran coyuntura que apunta en esa dirección. Es una
buena referencia para que los venezolanos que sean capaces de asumirse
críticamente, frente a lo que está ocurriendo, se pongan a pensar, con esa
referencia, en qué es lo que hay que hacer para avanzar en esa dirección. Y uno
de esos objetivos es ganarle las elecciones parlamentarias al gobierno.
El gobierno está preparando
un gran fraude, entre otras cosas, porque en medio de todo el malestar las
encuestas están señalando que las posibilidades de ganar son cada vez menores.
Nadie puede pensar que las elecciones del próximo 6 de diciembre se van a
realizar tranquilamente y el gobierno va a aceptar ese resultado. La
posibilidad de un gran fraude existe. Yo espero que el 6 de diciembre, esta
sociedad se vuelque, mediante el voto, en contra de este gobierno.
Los militares deben salir de
la vida pública y civil
–Usted conoce el CNE por
dentro. Fue rector de ese organismo.
–Yo estuve allí cuando
Chávez ganaba todas las elecciones. Las ganaba todas y las ganaba en buena lid.
Yo participé en dos procesos electorales durante el tiempo en que estuve en el
CNE. En el referéndum revocatorio que Chávez ganó con el 60% de los votos y en
las elecciones parlamentarias de 2005, de las cuales, una semana antes, se
retiró la oposición.
Yo llegué al CNE no porque
estuviera de acuerdo con Chávez. Desde el comienzo fui contrario a lo que él
representaba en la vida política de este país. Había muchas dudas con respecto
a mí, porque yo siempre he sido un político muy crítico. Es decir, yo no soy
solo un político, yo soy un intelectual, crítico, frente a lo que ha sido la
vida política de este país y, además, soy historiador. Ellos tenían muchas
dudas, pero la verdad es que no tenían a quién poner y se arriesgaron conmigo,
a sabiendas de quien yo era. Yo decía, para abrirle camino a esta sociedad hay
que superar a Chávez.
Al poco tiempo, ya estando
en el CNE, fui avanzando en posturas de oposición, porque Chávez se fue
afianzando en prácticas políticas que no tenían nada que ver con la posibilidad
de cambiar este país. Y así fue hasta el día de su muerte. Eso es lo que está
pasando con los herederos que él dejó allí.
–¿No le ve ningún rasgo
democrático al chavismo?
–Nada. Por el contrario, lo
que se ha venido afirmando en la sociedad venezolana es el autoritarismo. Nunca
como hoy el Estado venezolano había sido militarizado y ahora participan en la
vida política del país como si fueran militantes políticos. El actual ministro
de la Defensa, señor Padrino López, se permite declarar como si él fuera un
dirigente político del PSUV y participa en las discusiones políticas del PSUV.
Entonces, este ejército tiene que ser retirado de los espacios que ha usurpado
de la administración pública y de los poderes públicos. Tiene que ser retirado
y que cumpla lo que está establecido constitucionalmente. Más allá de eso,
nada.
–¿Qué evaluación hace de su
paso por el CNE? ¿Diría que cumplió un papel imparcial? ¿Tiene algo que
reprocharse?
–Cumplí un papel
institucional y creo que nos condujimos de manera honesta, en el año y medio
que estuvimos en el CNE. Como dije anteriormente, el chavismo no tenía
necesidad de hacer fraude.
–Pero no es esa la opinión
que recogen los medios.
–Está bien, porque como
decías, priva la sospecha. Me imagino que mucha gente me identifica a mí con el
chavismo. Yo nunca tuve que ver con el chavismo. Nunca estuve en el PSUV y
cuando estuve en el CNE, ellos se reunían con su gente, conmigo nunca se
reunieron, ni me consultaron para nada.
23-08-15
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