Páginas

domingo, 23 de agosto de 2015

El Domingo Luciani: un hospital que opera sin exámenes de sangre, tomógrafo ni prótesis por @MoreLosada24 y @YormanGuerrero


Por VANESSA MORENO / YORMAN GUERRERO



En una visita a la sala de emergencia en un viernes de quincena, Contrapunto constató cómo trabaja un centro de salud que no puede referir a sus pacientes a otros hospitales por política del Seguro Social, a pesar de la escasez de insumos y personal

Eran las 4:00 de la tarde de un viernes de quincena y “la trocha” estaba abarrotada. El mote identifica los pasillos que conducen a los servicios de la sala de emergencia del Hospital Domingo Luciani, que recibe más de 240 pacientes diariamente solo por casos de urgencia. Aquel día, 12 de ellos hacían la fila montados en camillas para ser atendidos por los especialistas en politraumatismos.


Desde la sala de yeso se escuchaban gritos desgarradores. Un hombre era asistido por dos internos y una enfermera que intentaban inmovilizar su pierna izquierda. Justo cuando lograron colocar el yeso, un oficial de la Policía Nacional Bolivariana se acercó al paciente para hacerle una advertencia:“Hay que operarte porque tienes una fractura de fémur, pero debes permanecer esposado a la camilla”.

“Esto pasa a cada rato”, soltó un médico residente al referirse a la cantidad de heridos en persecuciones y enfrentamientos con la policía que llegan al Domingo Luciani, custodiados para ser trasladados luego a prisión. Calcula que siete de cada diez personas acuden a este servicio cada día por accidentes en motos, mientras que los otros tres se dividen entre baleados y lesionados por otros inconvenientes. “Los días más críticos son los viernes de quincena y los domingos en la madrugada. Eso es una locura”, comentó el especialista.



El Domingo Luciani, ubicado en el municipio Sucre del estado Miranda, es uno de los 21 hospitales tipo IV del sistema de salud público venezolano: fue construido para asistir a más de 100 mil habitantes, con áreas de influencia superiores al millón. Los centros de salud de esta categoría requieren de equipos de alta tecnología y por lo menos 300 camas como unidades de larga estancia y albergue de pacientes. Ofrecen, además, todas las especialidades y subespecialidades (medicina interna, pediatría, cirugía, cardiología, gineco-obstetricia, oftalmología, neurología, oncología, especialidades pediátricas y materno infantiles).



Conocido también como El Llanito o el Hospital General de Este y adscrito al Instituto Venezolano de Seguridad Social (Ivss), el Domingo Luciani fue inaugurado en 1987 para asistir a las personas aseguradas por sus empleadores en el estado Miranda, hasta que el fallecido expresidente Hugo Chávez abrió su puertas a todos los pacientes. “Ahora se recibe a cualquiera que no encuentre especialista o insumos en los Valles del Tuy, Barlovento o Guarenas. Aquí atendemos hasta a los colombianos”, explicó Miguel Rivas*, un enfermero que ha trabajado durante más de 10 años en este centro asistencial.

Operatividad comprometida

Todos los viernes, las enfermeras de los servicios pasan al departamento de insumos un formulario que detalla la cantidad de medicamentos y materiales de oficina o limpieza que requieren. Los lunes son días de suministro y los gabinetes de cada especialidad en emergencia, consultas y hospitalización se abastecen con los materiales enviados por la Dirección General de Salud del Ivss.

Pero este protocolo ya no se cumple a cabalidad. Mantener la política del Seguro Social de no rechazar ni referir a paciente alguno a otros centros de salud se ha vuelto cada vez más cuesta arriba. Desde enero no funciona el equipo para hacer arteriografías; en marzo se estropeó la máquina para hacer densitometrías óseas; y desde mayo no se practican exámenes de sangre -como Perfil 20 o evaluaciones hormonales- por falta de reactivos en el laboratorio clínico. El tomógrafo no está operativo desde 2012.



Un médico residente contrasta las dificultades que afronta para trabajar hoy con las condiciones en las que se formó su padre en el Domingo Luciani hace 20 años. “Cuando mi papá terminó el posgrado en los noventa se ponían, por lo menos, 10 prótesis mensuales en este hospital. El año pasado se pusieron 8. Y en lo que llevamos de 2015, apenas hemos colocado una. Todos estos materiales son importados y las casas comerciales que los traen prefieren venderlo a entes privados que al Seguro Social”, explicó. El costo de estos implantes ronda los 420 mil bolívares.

A la lista de escasez de insumos se suman las suturas y las guatas (aislante térmico que se coloca entre la piel y el yeso). “Muchas veces nos vemos obligados a sustituir los materiales por otros de menor calidad, que si bien cumplen con la función, pueden traer consecuencias negativas al paciente. Esas carencias deterioran todo el sistema de salud público”, dijo el doctor a Contrapunto en un pasillo de la sala de emergencia, mientras despachaba a un paciente y llamaba al siguiente.

A pesar de los testimonios ofrecidos por médicos y enfermeras sobre la escasez de materiales, el cirujano Alexis Parra, coronel del Ejército y director del hospital, garantizó la operatividad plena del hospital y descartó la posibilidad de que se paralice algún servicio. “Si no hay el insumo exacto, tenemos la opción de elegir otro similar. Aunque existe una dotación en almacenes para dos meses, mensualmente renovamos el inventario”, explicó Parra en conversación con Contrapunto.

En lo que sí coincidió con sus colegas es en que existe una “sobredemanda” en la Emergencia por la cantidad de pacientes referidos desde otros hospitales. “Tenemos una afluencia diaria de 3.000 pacientes distribuidos en todas las especialidades médicas. No los enviamos a otros centros porque somos servidores públicos y estamos para dar soluciones a la gente”, apuntó.
El hospital ofrece 19 especialidades quirúrgicas. Cuenta con 353 especialistas y 279 médicos residentes. La nómina de la institución es de 4.420 personas.
Gestión de residuos

Una enfermera se mostró más preocupada por el deterioro de la infraestructura. El paso hacia el galpón que funge como depósito de materiales quirúrgicos se convirtió en un botadero de basura, sin importar que en el margen izquierdo se encuentran las salas de operación de oftalmología. “Tener eso así es un riesgo. Por allí llegan los suministros y la basura está atrayendo a ratas que tienen sus nidos en el monte que está detrás de ese vertedero improvisado”, apuntó.

La operatividad de los baños se ha vuelto un reto sanitario en sí mismo. En el Domingo Luciani solo está habilitado un baño para los pacientes que llegan por consultas. Los demás fueron clausurados por averías. El lavabo, ubicado en el piso 1, fue construido hace un mes y cobran 10 bolívares por su uso.

El costo de los sanitarios es mayor dentro del hospital que afuera. En la sala de espera de la emergencia se cobra 5 bolívares para ingresar, 25 por los pañales y 20 por las toallas sanitarias. “Se le pide a las personas que presten su colaboración para mantener los baños limpios. A los hombres que entran a masturbarse, por favor limpien su reguero. A las mujeres, por favor, envuelvan el modes en papel y recojan los coágulos de sangre”, dijo a todo pulmón, frente a adultos y niños, una trabajadora uniformada con la camisa blanca del Ivss.

Ella pedía colaboración para mantener limpias las áreas de la emergencia, pero en el hospital hay otros lugares que necesitan más bien la atención de la directiva, como los baños dentro de la emergencia, que están cerrados por “contaminación”.



“Los pacientes de emergencia deben ir al baño de piso 1. Si están muy graves se llevan a los de los pisos de hospitalización y en algún cuarto desocupado les hacen el aseo, porque no hay duchas. Luego los bajan otra vez. Hay familiares que los limpian en la misma camilla de emergencia con toallitas húmedas”, contó Claudia López*, una enfermera que tiene casi 30 años laborando en el hospital.

La perspectiva de los pacientes

A medida que avanzaba aquella noche de viernes de quincena, los 20 bancos de cemento dispuestos en el área de espera de la emergencia se llenaban. Ofrecen espacio suficiente para tres ocupantes cada uno, pero en algunos solo dormía una persona que usaba bolsos como almohadas y chaquetas como sábanas.Algunos improvisaron camas con cartones frente al edificio, vigilados por una cámara de seguridad que apunta hacia la entrada de la emergencia.

Andrea Montes*, por ejemplo, llegó al Domingo Luciani con esperanzas de parir aquel viernes pero tras soportar las contracciones durante ocho horas, la enviaron de vuelta a casa. “La doctora dijo que no tengo la dilatación necesaria para dar a luz. Me revisó tres veces y nada. Me anotaron en una lista para que no me pasen a sala de parto hoy. Me dijo que me fuera a mi casa”, explicó esta habitante de Petare.

Acudió al Domingo Luciani aunque allí no trabaja la obstetra que cuidó su embarazo. Indicó que la doctora atiende en una clínica privada y en la Maternidad Concepción Palacios, donde no hay anestesiólogo, por lo que se suspendieron los partos planificados en ese centro asistencial. “No tengo seguro, ni plata. Mi esposo es comerciante informal”, se excusó la mujer.

Un hombre de su círculo familiar exclamó a otro con ironía: “La van a atender cuando tenga el muchachito asomando la cabeza”. Su interlocutor replicó: “Y eso que ahora está tranquilo. En la madrugada comienza a llegar el sangrero y los motorizados amenazando con pistola a los médicos”.

Cada 20 minutos llegaban ambulancias, la mayoría pertenecientes a los Bomberos de Distrito Capital o de otros centros asistenciales como las unidades de atención primaria del Hospital Pérez de León II. También taxis, jeeps (que fungen como transporte público) y vehículos particulares con pacientes.

Al sonido de las sirenas, los cuatro milicianos que custodiaban la puerta buscaban sillas de ruedas o tablas, como si fueran personal de enfermería o camilleros. 50 miembros de la Milicia Bolivariana comparten funciones de seguridad con otros 40 vigilantes de una compañía privada y 6 militares que coordinan la Dirección General de Prevención, Control y Pérdida. Aunque Parra precisó que para garantizar la seguridad cuentan con 64 cámaras en todo el hospital y esperan instalar 64 más en los próximos meses, varios médicos denunciaron que han sido robados en consultas por pacientes y sus familiares.

Cerca de la medianoche llegó en un carro por puesto Luis Meza*, un hombre de 50 años, que se fracturó la pierna en Parque Caiza. “Lo llevamos en moto a la Clínica Popular de La Dolorita. Ese hombre iba gritando del dolor. Allí no había nada, le pusieron un calmante y no lo pudimos traer en ambulancia porque estaba accidentada”, contó el hijo del paciente, quien pagó aquella noche 1.000 bolívares para que un taxi lo trasladara hasta el Domingo Luciani.

* Nombre ficticio para proteger la identidad del entrevistado.

22-08-15




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico