Por Mariel Lozada
El virus del zika no es nuevo.
Fue descubierto en la década de los 40 en Uganda, específicamente en los
bosques de Ziika, en monos monitoreados por un grupo de científicos para
controlar la fiebre amarilla, pero poca gente sabía de él antes de 2015. Hasta
2007 se habían registrado solo 14 casos de zika en el mundo, según la New
England Journal of Medicine. Ese año hubo un brote en la isla Yap, en los
Estados Federados de Micronesia, con 49 casos confirmados.
Entre 2013 y 2014 se
registraron 388 casos en la Polinesia Francesa y el Ministerio de Salud de
Brasil estima que entre 497.593 y 1.482.701 personas se han contagiado en menos
de un año. En Venezuela, para el 29 de enero de 2016 se contaban 4.700 casos
sospechosos, de acuerdo de información oficial del Ministerio de Salud.
La enfermedad se transmite a
través de la picada de un mosquito, el Aedes aegypti —el mismo que transmite el
dengue y el chikungunya—. Mucho se dijo sobre la transmisión sexual de la
enfermedad hasta que este martes 2 de febrero el Servicio de Salud del Condado
de Dallas (Estados Unidos) confirmó el primer caso: “tras mantener
contactos sexuales con un individuo enfermo que había regresado de un país
donde el virus del zika está presente”, dijeron en un comunicado. Esto no ha
sido confirmado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En la mayoría de los casos el
zika no presenta síntomas visibles, lo que hace difícil llevar un registro
exacto. Según la OMS, uno de cada cuatro infectados presenta sintomatología. No
obstante, todos los infectados pueden transmitir el virus.
El zika ha sido relacionado a
problemas más graves: el Síndrome de Guillain Barré (SGB) y la microcefalia. El
primero es un trastorno que afecta al sistema nervioso y desemboca en la
parálisis de los músculos. El segundo, una anomalía que consiste en un
desarrollo insuficiente del cráneo, a menudo acompañado de atrofia cerebral.
Al contraer SGB el sistema
inmunitario ataca a una parte del sistema nervioso periférico, lo que genera
que los músculos dejen de responder y el paciente empiece a sufrir debilidad.
Como el cerebro recibe menos señales sensoriales, la persona pierde sensaciones
como el calor, la textura y el dolor. Si la enfermedad ataca el diafragma y el
tórax, se puede llegar a necesitar ayuda respiratoria.
La enfermedad puede empeorar
muy rápidamente. Se han registrado casos donde el paciente pierde la movilidad
en menos de 24 horas y en algunas ocasiones puede ser fatal.
La OMS estima entre 0,4 y 4
casos por 100.000 habitantes por año, pero en lo que va de 2016 las cifras han
aumentado. La Red Defendamos la Epidemiología de Venezuela calcula que entre
250 y 300 personas fueron afectadas por esta enfermedad en 2015 en el país, y
la ministra Luisana Melo confirmó que en los primeros 33 días de 2016 iban 225
casos. Seis muertes por la enfermedad se han registrado en el país hasta este
martes, 2 de febrero de 2016.
El síndrome no tiene cura
definitiva. El tratamiento, que busca reducir los síntomas, se basa en
transferencia de plasma y en la administración de inmunoglobulina intravenosa.
Aunque la mayoría de los pacientes se recuperan por completo, suelen necesitar
varias dosis de inmunoglobulina, lo que representa un problema en el país: la
única empresa que los elabora, Quimbiotec, se
paralizó en agosto del año pasado y cada botellita puede
costar hasta de treinta mil bolívares.
La relación entre SGB y
el zika se viene estudiando desde un brote del zika en la Polinesia Francesa
entre 2013 y 2015, donde se estima que se infectaron más de ocho mil personas.
En aquel entonces 74 pacientes presentaron síndromes neurológicos o autoinmunes
y 42 de ellos fueron clasificados como síndrome de Guillain Barré.
Una historia parecida es la de
la microcefalia, el trastorno neurológico que ocasiona que la circunferencia de
la cabeza sea más pequeña que la promedio para la edad del niño. No
necesariamente se hace evidente al momento del nacimiento: algunos niños son
diagnosticados en un chequeo de rutina. A medida que el niño crece, la pequeñez
del cráneo se hace más evidente.
Aparte de la cirugía de
craneosinostosis, no hay ningún tratamiento para la microcefalia, solo se
intenta mejorar la calidad de vida de los afectados a través de terapia del
lenguaje, terapia física y ocupacional.
La relación entre el zika y la
microcefalia aun no se ha demostrado, pero las cifras del trastorno han
aumentado desde el brote de la primera. En 2014 Brasil, el país más afectado
por el zika, registró cerca de 150 casos. Para este 3 de febrero ministerio
brasileño de Salud había registrado 4.783 casos sospechosos de microcefalia
entre agosto 2015 y la última semana de enero 2016.
Los investigadores del país
aseguran que la causa es el virus del zika, que, según sus investigaciones, es
capaz de atravesar la placenta.
Emergencia global
“Los casos de microcefalia y
otros desórdenes neurológicos por sí mismos, por su gravedad y por la carga que
conllevan para las familias, constituyen una amenaza por sí sola y por eso he
aceptado la recomendación del Comité”, dijo Margaret Chan, la directora general
de la Organización Mundial de la Salud, cuando declaró que constituyen una
emergencia sanitaria de carácter internacional.
La OMS hizo énfasis en que la
emergencia no es precisamente por el zika, sino por sus posibles
complicaciones: SGB y microcefalia. “No hemos podido establecer la relación
directa entre el virus del zika y los casos de microcefalia y desórdenes
neurológicos. Eso es lo que debemos investigar. Pero los casos de
malformaciones son tan graves que hemos decidido declararlos una emergencia”,
agregó David Heymann, el presidente del comité de emergencias.
Según la OMS en el 2016 se
pueden reportar hasta cuatro millones de personas con el zika tan solo en
Latinoamérica, por lo que pone a esta epidemia en la misma categoría del Ébola
en 2014.
¿Qué hacer para prevenirlo?
Para evitar contagiarse de zika
se debe cuidar de las picadas del Aedes Aegypti, el moquito transmisor. Para
esto, se recomienda utilizar repelente con frecuencia. Para las mujeres
embarazadas y niños menores de dos años, los Centros para el Control y
Prevención de Enfermedades en Estados Unidos sugiere buscar alguno que contenga
en sus ingredientes DEET, picaridina e IR3535, lo que los hace seguros.
Se debe usar ropa larga y
gruesa que evite que los zancudos puedan picar a través de ella, especialmente
a las horas de su mayor actividad: el amanecer y el atardecer.
En el hogar se pueden tomar
diversas medidas para evitar la propagación del mosquito, como la creación de
barreras físicas (puertas y ventanas selladas, uso de mosquitero). También se
debe evitar a toda costa tener depósitos de agua estancada, pues estos son el
criadero del mosquito. Se debe tener cuidado con charcos, macetas, comida de
animales y baldes, y limpiarlos máximo cada cinco días.
Los depósitos de basura
también pueden convertirse en criaderos, si acumulan agua, por lo que se
recomienda sellarlos herméticamente. Se pueden usar bolsas plásticas.
El Centro para el Control y
Prevención de Enfermedades también sugiere evitar viajar a países donde la
epidemia sea grave, en el caso de vivir en un país que aun no presente una gran
cantidad de casos.
Luego de la confirmación de un
caso por vía sexual, también se recomienda el uso de preservativos al momento
de tener relaciones.
El gobierno de Brasil, el país
más afectado, desplegó 220.000 militares para combatir el virus. Estos se
encargaran de visitar casa por casa, en todo el país, para identificar y
destruir los criaderos. En la región de Itapetim se creó un “ejército natural”
que consiste en peces de agua dulce colocados en cisternas y tanques con la
intención de que se coman las larvas del mosquito.
En Venezuela, la ministra de
salud Luisana
Melo aseguró que trabajará con funcionarios de las 590 áreas
de Salud Integral Comunitarias para realizar fumigaciones en todo el territorio
nacional.
07-02-16
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