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miércoles, 10 de febrero de 2016

Arturo Peraza: “Cualquier alternativa de salida tiene que ser civil y democrática” por @prodavinci


Por Hugo Prieto


El padre Arturo Peraza, provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela, define los dos polos en que transcurre el debate político venezolano. En uno de los extremos está el chavismo “prácticamente encadenado a la persona de Hugo Chávez, un muerto, que por esa misma razón no puede dar respuesta a un cambio fundamental de las circunstancias, en la cual hay nuevas variables. Una es la caída abrupta de los precios de las materias primas, incluido el petróleo, lo que afecta a toda la economía de América Latina y, particularmente, a la nuestra.
Y aquí viene mi crítica a la gestión de Hugo Chávez, quien reforzó las relaciones de corte rentístico y clientelar en la sociedad venezolana, tanto en términos económicos como en términos políticos. La otra es el componente carismático que, en las circunstancias actuales, es absolutamente inexistente. Querer atar el modelo de respuestas a lo que en su momento señaló o dijo Hugo Chávez, o incluso a su instinto político, es simplemente responder con elementos del pasado, que ya no tienen mayor vigencia en la situación presente”.

El dilema de la oposición está marcado, igualmente, por el pasado. Por la nostalgia y el deseo de regresar al llamado Pacto de Punto Fijo, cuya vigencia abarca el período que va de la década de 1960 a la de 1990. “Creo que fue un proyecto interesante, importante, pero que también dio de sí”.

En junio del año pasado, usted asoció la travesía del Falke (magistralmente narrada por uno de sus protagonistas, el escritor y político José Rafael Pocaterra) para referirse al drama de la oposición. ¿A qué hacía referencia?

Tiene que ver, justamente, con que el general Carlos Delgado Chalbaud cuando regresa a Venezuela, cuya realidad ha cambiado con la aparición del petróleo, intenta reeditar situaciones sociales y políticas que solamente fueron posibles en el siglo XIX, pero que habían desaparecido en el siglo XX. Aunque existiera la figura de Gómez, que era un reflejo del pasado caudillesco, entre otras cosas, porque Gómez ya no depende del apoyo de los caudillos de la Venezuela rural, sino de una creciente renta petrolera que lo sostiene, junto con una incipiente fuerza armada que era una absoluta novedad como modelo estructural. Ese nuevo escenario no lo entiende o lo ignora Carlos Delgado Chalbaud y por lo tanto lo que viene a bordo, con la travesía del Falke, es una propuesta del pasado. Con toda la legitimidad que supone, efectivamente, enfrentarse a un tirano, a un régimen oprobioso, pero la propuesta misma no pasa por una renovación de las estructuras venezolanas, sino volver a repetir el mismo esquema con los cuales habían llegado los caudillos liberales durante todo el siglo XIX. El asalto a Caracas también se lo planteó Zamora y “El cabito” Cipriano Castro, pero por vía terrestre.

Por el lado donde se vea estamos sujetos a un anacronismo, a un anacronismo político, ideológico, incluso a un anacronismo existencial, ¿Qué le falta a la política? ¿No hay imaginación actualmente?

Yo creo que falta una alternativa. Primero, quizás, en el campo de las ideas, referidas a las nuevas funciones que tendría que cumplir el Estado venezolano, en el contexto de una sociedad productiva. Al no promover esa sociedad productiva, difícilmente pueda entenderse el papel del Estado, que sigue jugando este papel sumamente paternalista, por no decir omnímodo. Pero irónicamente sin llegar a poder cumplirlo, porque ya no existen condiciones. Y, por tanto, termina convirtiéndose en un paquidermo que aplasta la realidad. En lugar de ser una instancia promotora de un nuevo proceso social, económico y político. Creo que la sociedad venezolana, como un todo y, especialmente, el sector político, se resiste a aceptar ese código y a entender que se tienen que establecer nuevas relaciones entre el Estado y la sociedad y esta misma recomposición social que requeriría nuevos modos de producción.

La sociedad venezolana es adicta al modelo rentista y, por supuesto, como todo adicto le cuesta superar su adicción. ¿Cómo hacemos con ese ser social que está profundamente enfermo?, que tiene además 100 años de experiencias, de conductas, de estilos, ¿Qué hacer entonces?

Quizás un elemento importante es que una crisis se convierta en oportunidad, nuevamente. Yo entiendo que hay un ambiente depresivo, porque justamente, al no haber esa droga que mencionas, el adicto lo que sufre es el síndrome de la abstinencia (una gran depresión), pero al mismo tiempo es quizás una oportunidad para que el adicto se auto descubra como tal y se plantee la posibilidad y la necesidad de salir de ello. ¿Hay garantías? No, como tampoco las hay con ninguna adicción. Pero por lo menos se dan las condiciones. Es verdad que esta situación provoca un sufrimiento, un dolor. Y aquí es donde viene mi planteamiento en términos políticos. Si tuviéramos un grupo de personas que replantearan el modelo de relaciones sociales, políticas y económicas, para darle un canal de apertura a la sociedad venezolana, que rompa con el rentismo y promueva unas relaciones ciudadanas y “adultas” podríamos superar la crisis. En cambio, bajo la premisa de esa relación omnímoda, no se crearán las condiciones para que eso ocurra.

                            Arturo Peraza s.j. retratado por Roberto Mata

¿Un grupo de personas? Lo que hay en Venezuela es una crisis terminal de liderazgos.

Sin duda. Evidentemente es agotador, dramático, por no decir otra palabra, escuchar a los agentes políticos del chavismo repetirse una y otra vez en los errores que ni siquiera la misma sociedad acepta. En un discurso, por poner un signo, como el que dijo el presidente de la República ante la Asamblea Nacional. Prácticamente no dijo nada y nadie escuchó, porque no tenía ningún sentido escuchar. Y resulta que Ramos Allup es la persona que viene a expresar un discurso que de alguna y otra manera la gente dijo “bueno, esto es lo que nosotros quisiéramos escuchar como alternativa”. Es una respuesta, en el fondo no es una alternativa porque está jugando en el marco polarizante. Pero anuncia unas premisas que la gente necesita escuchar como posibilidad de una apertura.

A contrapelo de lo que acaba de decir, ¿Dónde ubica a la oposición?

La oposición puede seguir en el otro extremo del paradigma. Es decir, insistir en el modelo rentista de la sociedad venezolana, en el siglo XX venezolano, el Pacto de Punto Fijo, por ejemplo, ofreció durante 40 años un modelo ciudadano de proceder, pero también ese modelo tuvo un agotamiento. La aparición de Hugo Chávez no fue gratuita. Tratar de reponer, lisa y llanamente el modelo anterior, porque vivíamos “mejor”, significa reproducir las mismas causas que llevarán a consecuencias similares. Toca más bien tratar de buscar discursos en el campo de la política que sean de apertura. La oposición tiene una ventaja: No está encerrada con un muerto y tiene al menos la posibilidad de abrir un nuevo discurso. Incluso, advierto algunos signos dentro del chavismo. ¡Ah, qué interesante! Uno empieza a ver en “Aporrea”, por ejemplo, a algunos sujetos que no sólo critican al Presidente, cosa que sería lo menos trascendente, sino que intentan abrir algún espectro en donde se empiezan a plantear el problema de cómo hacer el ensayo para tener un país productivo, en donde la relación entre el Estado y la empresa privada tiene algún sentido. Quizás hemos empezado a descubrir una alternativa.

Usted habló de una nueva relación entre el Estado y la sociedad, incluso de nuevos modos de producción. Podría dar algunas pistas, ¿por dónde empezar? ¿Qué cosas vería?

Una de las cosas tiene que ver con la forma en cómo vinculamos a la sociedad venezolana al marco de producción y competitividad de América Latina, en donde nosotros podamos demostrar que tenemos capacidades para la productividad. Evidentemente, el Estado puede incentivar o colaborar con algunos elementos. Es curioso, pero los venezolanos que viven en el extranjero se muestran más creativos, más capaces e industriosos que en el propio país. Esto, lo que quiere decir  es que el problema es el modelo, no la persona humana.

Este modelo retrógrado, anacrónico, está destruyendo el tejido social en Venezuela, está destruyendo la capacidad de sobrevivencia del venezolano. A un costo elevado de sufrimiento y dolor. ¿No es esto otra de las tragedia que estamos viviendo?

Creo que, efectivamente, ha habido un daño. Se le ha hecho un daño a la gente, en la medida en que no hay una relación interna entre esfuerzo personal y valor recibido que, finalmente, es la base de toda ética social, según la cual si yo hago un esfuerzo, en esa medida soy recompensado. Incluso, hay personas que van más allá de sí mismas, personas que uno admira. Sería lo deseable, porque nos dice que las personas autonomizan su estructura de valor. Pero volvamos a los términos sociales: lo normal es que se establezca una relación entre mi trabajo, mi productividad, mi esfuerzo y la compensación que estoy recibiendo. Pero si lo que estamos propiciando es la violencia, la impunidad, el apropiarse de cualquier forma de los bienes, y que esto sea aplaudido o tolerado, simplemente, se resquebrajan las relaciones, los valores, que integran a cualquier sociedad. Y ahí puedes medir cómo el tejido social se va resquebrajando, precisamente, porque no hay ética compartida. No hay capacidad para ver en qué sentido me siento como ciudadano, con unas responsabilidades, con unas compensaciones que el propio país me está dando.

Aquí hay factores que obtienen beneficios políticos de esa realidad y, por tanto, la consienten o la estimulan, por omisión o por conveniencia.

Sí, efectivamente. Esa situación se ha reforzado de manera importante. Es muy llamativo, por ejemplo, que en los informes más recientes de la Fiscalía General de la República, adviertas los altísimos niveles de impunidad, que la propia fiscal cita. Adicionalmente, tienes las estructuras de corrupción, que no son atacadas de ninguna forma. Son señales que, efectivamente, corroen al sujeto social. Sí, puede haber gente que obtenga beneficios a corto plazo en situaciones coyunturales, pero terminan devolviéndose como un Frankenstein en contra de sus creadores. Es algo que está ocurriendo.

                           Arturo Peraza s.j. retratado por Roberto Mata

Más allá de la crisis económica y política, o incluso de la crisis existencial que tenemos con el modelo rentista, ¿La violencia no es un factor adicional que impide el arreglo político? Realmente, estamos atrapados sin salida, ¿no?

Lo último no. Quizás uno de los elementos diferenciadores de la violencia, en estos últimos dos o tres años, es la aparición, con mayor o menor preeminencia, de estructuras delictivas muy organizadas, que superan a las pequeñas bandas que actúan en un determinado sector mediante distintas modalidades del delito. No, ya no son tantas bandas, sino una sola banda que ejerce una suerte de “gobierno” y toda una serie de relaciones entre todas las estructuras delictivas, que exigen capacidad económica. Eso no deviene, simplemente, del uso de la fuerza,  supone un modelo organizacional muy peligroso que está señalando el momento que estamos viviendo. Un ejemplo es la banda del ‘Picure’ que, al menos es lo que uno escucha, tiene presencia y ejerce el“gobierno” en esta zona de Caracas.

Si el delito se ha sofisticado, si tiene poder económico, sería muy ingenuo pensar que estos señores no están actuando en la política. ¿Podría ser un obstáculo adicional que impida el arreglo político?

¿O que tengan representantes como ocurrió en Colombia? No me atrevo a decirlo en términos concluyentes, porque sencillamente es algo que no me consta. No puedo hacer inferencias. Es algo que me exige el Derecho. No puedo hablar sin evidencias, pero no es malo recordar que esa fue la circunstancia en la situación colombiana. Allí hay una relación estrecha entre grupos estrictamente delincuencias y grupos que representan modelos políticos. Yo creo que tendríamos que mirarnos en ese espejo y hacernos preguntas en torno a esas situaciones.

Especialmente, porque no estamos tan lejos.

Sí, no estamos tan lejos y, además, estamos reproduciendo algunos elementos de ese proceso, lamentablemente.

¿No apoyaría que el gobierno haga una OLP en las estructuras  policiales?

No, a la OLP no la apoyaría en ningún caso. La OLP es un simple uso de la violencia, sin ningún tipo de orientación de lo que significa abordaje de la situación de inseguridad de la sociedad venezolana. Se reduce, simplemente, al uso de la violencia bruta en los sectores populares, en los cuales, a pesar de la inseguridad, hay un franco rechazo a los procedimientos de las OLP. No entiendo cómo el Defensor del Pueblo no se ha pronunciado en relación a estos procedimientos, es un masivo acto de violación de los Derechos Humanos. No lo puedo entender porque yo aprecio a Tarek y si hay algo de lo que él sabe es de esto. Yo le recordaría que hay elementos ante los cuales hay que hablar. Ese es uno. Hay que revisar ese procedimiento. Modos de entrar a las comunidades, modos de entrar en las casas, sin ningún tipo de orden judicial, como si estuviéramos de facto en una situación de suspensión de garantías constitucionales. Ejecuciones extrajudiciales que son denunciadas una y otra vez. Ese no es el modo de resolver los problemas de inseguridad.

Ante esta crisis sistémica, ¿Qué salida política ve usted?

No comparto esa sensación de que aquí no hay salida. Uno percibe que la realidad, progresivamente, está propiciando un camino que se está abriendo. No es ni lo rápido que se requiere, pero se va imponiendo. Más allá de cualquier resistencia que los agentes que hemos mencionado puedan o quieran hacer. La realidad es mucho más fuerte que ellos. La avalancha no es algo que tú puedas controlar fácilmente. Y eso es lo que está ocurriendo progresiva y sistemáticamente. Sin duda,  con una carga de dolor que quizás pudimos habernos ahorrado o que nos podemos ahorrar, incluso, en términos de futuro, si fuera mucho más sensato. Lo primero que quisiera decir es que cualquier alternativa de salida tiene que ser civil y democrática, otro esquema de salida, que eventualmente puede ocurrir, porque en la realidad pueden ocurrir  muchas cosas, va a comportar mayores niveles de dolor y potenciales frustraciones. Sí, la gente está desesperada. En los sectores populares la situación es particularmente grave; hay un clamor y una necesidad que se manifestó el 6-D de manera civil y ciudadana. En la medida en que se convoque a la sociedad, una y otra vez, a ir proponiendo una  alternativa, efectivamente, ella va a aparecer. Mi pregunta es ¿Quién va a ser el convocante?

Dígalo usted, pues.

Aparentemente, va a ser la oposición, si tiene la cabeza, si tiene la disposición de ir convocando este camino civil, pero si el chavismo entiende que tiene que cambiar de signo. Nuevamente, es algo que uno ve en las páginas de Aporrea, ellos podrían ponerse a la cabeza de un proceso de transformación civil.

                           Arturo Peraza s.j. retratado por Roberto Mata

Ahí es donde surge una gran dificultad, porque se ha construido y se sigue construyendo una gran polarización, en un escenario donde tú eres sospechoso, pero yo también soy sospechoso. ¿Quién tiene la ventaja política en este momento?

La ventaja política la tiene la oposición, porque es capaz de articular un nuevo discurso en este momento. Los sectores del chavismo “oficial”, creo que no tienen ni la visión ni la fuerza, ni siquiera el horizonte, de hacia dónde impulsar un camino alternativo.

El componente clave de esta ecuación son los sectores populares, una vez convocados por el chavismo y actualmente luchando para que se les convoque y sean tomados en cuenta. ¿Realmente cree ellos tienen un interlocutor válido en la dirigencia política?

Lo primero que quiero decir es que la polarización desapareció hace mucho tiempo de los sectores populares; es un problema de los sectores políticos. Lo que la gente está tratando de decir, que tiene que ver con condiciones de vida digna, puede coincidir con la ruta que tú le plantees. El problema no está en que tú resuelvas las claves del TSJ, las claves institucionales, digamos, yo entiendo que son elementos importantes, que bloquean o no bloquean, que posibilitan o no condiciones, si centras allí tu discurso, una vez más estarás de espaldas al deseo de la gente, que lo que quiere es que le responda una pregunta: ¿Cuándo vamos a encontrar condiciones de vida digna?

07-02-16




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