Por Leonardo Morales
El gobierno ha comenzado a
sugerir que parte importante la crisis que atraviesa el país es debido al
comportamiento de los ciudadanos: por una lado, una efímera ministra, de un
nuevo ministerio, de esos que nunca escasean, sugirió que los venezolanos nos
dedicáramos a sembrar en porrones y macetas; otra recién estrenada ministra nos
acusó de adquirir el mal y muy capitalista hábito de asearse los dientes tres
veces al día, lo que perjudica el abastecimiento de pasta dental.
Así como la
inflación no existe a decir de algunos de estos fenómenos incorporados al nuevo
tren ministerial de Maduro, no faltará mucho tiempo para ser advertidos de que
hemos adquirido, a través de la publicidad burguesa, valores sobre la vida que
nos lleva a querer vivir la mayor cantidad de años, y que esa desviación
pequeño burguesa perjudica al resto de los venezolanos al despojarlos de
vivienda, alimentos y medicinas.
El gobierno en ese sistemático
huir de la realidad ha mirado un culpable en la acera de enfrente. Nunca
ha buscado explicaciones en sus ejecutorias, éstas hubieran sido exitosas de no
haber sido por el enemigo, un adversario abstracto, difícil de observar en su
acción: el imperio ha sido el enemigo externo, el favorito, el siempre aludido
aunque nadie ha visto a los “musiúes” en suelo patrio; la guerra económica que
hace que desaparezcan los bienes de los comercios sin que los genios criollos
del área hayan podido confrontarlos. Y, de esa manera, continua el desvarío
gubernamental.
El gobierno huye y sigue
huyendo a su errático desempeño. La crisis que vive el país no es culpa del
destino ni de un castigo divino; lo que ocurre en Venezuela es una derivación
de políticas que han conducido a este estado de indefensión en el que se
encuentran los venezolanos. La diversidad en el sistema cambiario, el exceso de
controles, la reiterada amenaza a la propiedad privada, a las escasas empresas
productivas que aun resisten y la ausencia de políticas acertadas en política
económica, son las causas de la debacle económica que sin piedad se hace
presente.
El Ejecutivo Nacional está en
la obligación de enfrentar la crisis sin huir. Coraje y valentía, algo
extraviada desde el 6D en el gobierno, debe emerger entre ellos para reconocer
que esta tragedia es una consecuencia directa de sus ejecutorias, que
fracasaron y ahora deben reconducir al país con otras medidas que puedan ser
acompañadas por la mayoría.
Insistir en el modelo
socialista que ya mostró su inviabilidad, es someter a la población a una
calamidad cuyas proporciones aún no se han cuantificado. En alguna parte lo
escribí, y ya no es una simple alarma temprana, de que en Venezuela se proceda
muy pronto a declarar una dramática crisis de diversos órdenes.
Sobre la crisis humanitaria el
gobierno ha estado advertido, extremamente advertido. También será su
responsabilidad.
29-01-16
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