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viernes, 12 de febrero de 2016

Justicia y democracia, por Román Ibarra



Román Ibarra 11 de febrero de 2016

Llegar a decir que los conceptos de justicia, y democracia tuvieron pleno desarrollo en la Venezuela de la llamada IV República, sería una verdad a medias, en virtud de que por sus carencias, y olvidos, fue víctima del asalto por parte de unos aventureros codiciosos de dinero mal habido, y fama, utilizando un discurso ¨redentor¨ que les sirvió de excusa para cometer desde el poder los más grandes abusos en el orden administrativo, judicial, económico, y social en contra del pueblo venezolano.


Los cuarenta años de vida gobernados por civiles en el período que va de 1958, hasta 1998, son sin duda, el tiempo más luminoso de toda nuestra historia republicana; la era de más amplio desarrollo y participación de la gente común en el forjamiento de su propio destino. No obstante debemos advertir como hicimos al comienzo, que también en esa era de cuatro décadas civiles, se cometieron errores inexcusables, que de no haber ocurrido, nos hubiera lanzado a estadios de mayor fuerza institucional, y desarrollo social, en términos de que muchos más venezolanos hubieran podido encontrar en la educación de oficios para el trabajo, técnica, y profesional, el camino expedito para la felicidad personal, y de la sociedad en su conjunto; con más ciudadanos contribuyendo al sostenimiento del Estado, y evitándonos el rentismo que tanto daño nos ha hecho siempre.

Si bien es necesario ser crítico de los tiempos de la cuarta república, con mayor razón hay que serlo en estos tiempos de pretendida revolución socialista del siglo XXI. En efecto, estos 17 años de la llamada Revolución, no han sido otra cosa que la destrucción intencionada y sistemática del carácter institucional, y perfectible que teníamos en los años de la era democrática del pacto de punto fijo, para ir hacia lo que ellos han denominado la ¨democracia socialista¨. Efectivamente, tanto Chávez, como Maduro se han dedicado a desmontar lo mucho que tenía de liberalismo político nuestra sociedad en términos de separación de poderes, celebración de elecciones periódicas, y alternativas, no reelección inmediata, independencia, autonomía y equilibrio entre poderes, y profesionalismo de los titulares de los órganos del poder público, para irnos convirtiendo en un estado comunista, en procura de la destrucción de la separación de los poderes, subsumiéndolos todos en la presidencia de la república como han intentado siempre.

Del mismo modo, se dedicaron a la destrucción del aparato productivo privado nacional; la del emprendimiento privado popular, y la dirigencia de los trabajadores, con lo cual, se han procurando aparatos ¨empresariales¨, y ¨laborales¨ dependientes del oficialismo. Todo ello ha producido un país arruinado, en el que no se produce nada, con el agravante de que con la caída de los precios del barril de petróleo en el mercado, ahora tampoco tienen para importar alimentos y medicinas como hicieron cuando estaban llenos de dinero de la alta renta petrolera de entonces. Hoy somos el país con el más alto subdesarrollo de mundo, lo cual se expresa, en: Alta criminalidad, e impunidad; alta inflación; desabastecimiento; corrupción; escasez; cierre de empresas y caída del empleo; inseguridad jurídica para la inversión, e inseguridad personal; exagerado embarazo precoz, y abandono de la escolaridad; diáspora del talento venezolano disperso en el mundo, y un gobierno que no acata, ni respeta la decisión del pueblo expresada en elecciones libres el 6D.

Estamos viviendo nuestro peor momento como nación, y sin embargo no podemos cejar en el empeño de vencer las dificultades del presente, para vencer el comunismo y conquistar la democracia plena para todos, y la justicia.

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