ANA MARCOS-ALFREDO MEZA 18 de julio de 2016
Cerca
de 150.000 venezolanos han cruzado entre el sábado y el domingo la frontera
hacia Colombia en busca de alimentos de primera necesidad y medicamentos. El
tercer día de apertura temporal de la frontera entre ambos países
desbordó todas las expectativas: casi 90.000 personas, según datos de Migración
Colombia pasaron de un país a otro. La madrugada del sábado, cuando las
autoridades colombianas se vieron sorprendidas por una nueva entrada de venezolanos
a su territorio -más de 40.000- estimaron que al día siguiente cruzarían
50.000. La cifra casi se ha duplicado.
En el
puente Simón Bolívar, que conecta ambos países, un centenar de funcionarios de
migración y de la gobernación de Norte de Santander, departamento colombiano
limítrofe, registraban con una tableta a todo aquel que entraba con una foto
personal y otra a la documentación. Junto a los funcionarios, policía militar,
metropolitana, aduanera y Ejército controlaban que el paso fuera ordenado. La
orden desde el Gobierno es que la bienvenida sea digna, educada y solidaria.
Por eso, en cada turno de ingreso sonaban los aplausos y los vítores que son se
respondían con agradecimiento, sonrisas y muchas lágrimas. "En mi país la
policía me apunta, en Colombia me saluda", contaba una de las mujeres al
cruzar. "¡Gracias!" y "Libertad por unas horas, pero
libertad", eran algunos de los comentarios y vítores que se escuchaban
desde el lado colombiano.
El
dispositivo que el domingo recibió a miles de venezolanos tuvo que improvisarse
el sábado. Venezuela había avisado de que, como el pasado fin de
semana, abrirían su lado, cerrado desde el pasado agosto, un solo día.
"Comenzamos a recibir reportes de nuestros consulados y el servicio
diplomático de una gran movilización hasta el estado de Táchira", explica
Víctor Bautista, responsable de asuntos fronterizos en la Cancillería de Colombia.
"Las autoridades venezolanos nos lo confirmaron e implementamos el
dispositivo preparado para el domingo y abrimos el paso". De las más de
40.000 personas que ingresaron el 85% regresó el mismo sábado, según un primer
balance de Migración Colombia.
Las
autoridades colombianas son conscientes de que a las vías de comunicación
diplomáticas de las mesas de trabajo entre ambos países se unen "las
alternativas", es decir, las redes sociales. Bautista no da nombres cuando
explica que "mucha gente invita a otra a pasar" sin previo aviso
oficial. En la cuenta de Twitter del gobernador de Táchira, Vielma Mora, está
la persona a la que se refiere. Durante el sábado, fue relatando el minuto a
minuto de la entrada de sus compatriotas, al mismo tiempo que los informaba
sobre desabastecimiento en Cúcuta y el alto precio de los productos en los
supermercados.
En un
paseo por los mercados de la capital del departamento se confirma que hay
escasez de azúcar y harina pan por el paro camionero que afecta a Colombia. Los precios del
arroz, el papel higiénico y el aceite, otros tres de los víveres que más
demandan los venezolanos se mantienen como la semana pasada. Una familia, con
sorna, comentaba que ya no se acordaba de cuánto cuesta el papel higiénico en
Venezuela porque hacía mucho que no lo compraban. Norte de Santander cuenta con
su propia fábrica de arroz, mientras que depende del Valle del Cauca para el
suministro de otros alimentos. "Ya hemos hablado con el Ministerio de
Defensa para que se disponga una caravana de acompañamiento a los camiones y
así poder dar respuesta a la demanda local y a la que llega desde
Venezuela", explicó el portavoz de Cancillería.
Este
lunes se espera la visita oficial de la canciller María Ángela Holguín a Cúcuta
para evaluar la situación. La titular de Exteriores conversará con las
autoridades locales y las venezolanas y comparecerá públicamente para explicar
si la reunión prevista entre cancillerías se mantiene para el próximo 4 de
agosto o se adelanta. "Hay que revisar la estrategia si esta situación se
repite cada ocho días", aseguró Bautista, "el dispositivo actual no
es suficiente para el flujo migratorio que estamos teniendo, habría que poner
en práctica uno alternativo en el que se lleva tiempo trabajando".
Punto
de inflexión
Un
hito marca la apertura gradual del paso fronterizo entre Venezuela y Colombia
por el estado de Táchira. El 5 de julio pasado cientos de mujeres venezolanas
superaron un cordón de la policía militarizada venezolana para comprar en Cúcuta,
la capital del departamento del Norte de Santander, los alimentos que en su
país no se consiguen o se obtienen a precios escandalosamente caros. La amenaza
latente de que una situación como esta volviera a repetirse, para vergüenza del
Gobierno de Nicolás Maduro, que mantiene cerrado el cruce por el margen
occidental del país sudamericano desde agosto de 2015 luego del ataque a tres
militares venezolanos por parte de supuestos contrabandistas, ha obligado al
gobierno a relajar sus medidas y a abrir el paso antes de lo previsto.
A
Venezuela no le ha gustado que Colombia defina el cruce temporal como la
apertura de un corredor humanitario. Esta denominación refuerza la idea de que
en el país hay mucho más que una crisis alimentaria. Por esa razón la cadena
oficial Venezolana de Televisión transmitió el sábado, cuando se abrió el paso
antes de lo previsto, testimonios de chavistas que al intentar llegar hasta
Cúcuta eran retenidos por las autoridades colombianas para que se despojaran de
la vestimenta alusiva a la autodenominada revolución bolivariana. Las
declaraciones también sugerían que en Cúcuta los precios eran muy elevados.
Muchos de ellos, decían, habían tenido que regresar con las manos vacías.
Maduro
ha llegado a esta decisión obligado por el fracaso de una medida que ensayó
para intentar detener el contrabando de extracción de insumos básicos hacia
Colombia. En el primer semestre del año la ONG Observatorio Venezolano de
Conflictividad Social registró que, de las 3.507 protestas producidas en Venezuela,
954, el 27%, tienen que ver con el rechazo a la escasez y el desabastecimiento
de alimentos.
Al
Gobierno no le ha quedado otra que relajar el encierro al que sometía desde
agosto del año pasado a sus ciudadanos en la frontera con Colombia, una franja
porosa de 2.219 km, para evitar no solo el aumento de las protestas, sino para
paliar la escasez. Maduro ensayó en el cruce desde Táchira una medida que
apoyan algunos sectores del Gobierno: si se cierran los pasos oficiales
entonces mermará en gran medida el trasiego de alimentos básicos subsidiados en
Venezuela hacia Colombia.
Las
cifras demostraron que el contrabando no solo no disminuyó, sino que la escasez
se agudizó. En Caracas, según la encuestadora Datanálisis, la escasez es de
60.7% en insumos de la dieta básica. La cifra suele ser el mejor indicador
disponible. Caracas es la ciudad más abastecida del país y no sufre las
penurias de la provincia.
En el
Estado de Zulia, uno de los cruces fronterizos, el gobernador Francisco Arias
Cárdenas, apoyado en el decreto de emergencia económica promulgado por Maduro,
había llegado a un acuerdo para que ingresaran productos colombianos por los
caminos verdes para abastecer así los anaqueles de la capital Maracaibo, la
segunda ciudad más importante de Venezuela, y otras localidades de su
jurisdicción. Los zulianos aseguran que, aunque los productos son más costosos,
al menos se consiguen mucho más baratos que los ofertados en las redes
informales.
El
Gobierno de Maduro se niega a reconocer que el problema está la falta de
producción de bienes básicos y no en su distribución. Pero la apuesta sigue.
Mientras se debate en la mesa de negociación con Colombia cuál es la mejor
manera de normalizar el tránsito entre los dos países, el ministro de la
Defensa, Vladimir Padrino, se ha convertido en el hombre más poderoso de
Venezuela.Desde principios de la semana los militares controlan la
distribución de todo lo que se importa. Todas las experiencias previas
con los controles, traducidas en el incremento constante de la escasez, no
permiten suponer que la medida será exitosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico