jueves, 30 de marzo de 2017

El último chance por @garciasim


Por Simón García


Algunos ya manejan la validación como una tabla de pesos y medidas para jerarquizar a nuestros partidos según los apoyos obtenidos. Es una referencia, pero no totalmente exacta porque la instauración de un poder con vocación totalitaria obligó a los demócratas a unirse y se alteraron las formas convencionales de la participación.

Junto a la identificación con un partido coexiste la Unidad como una identidad común, hasta el punto que la MUD es más fuerte que la suma de sus integrantes. La adhesión a la Unidad ha hecho que el apoyo a una fuerza política tenga menos relevancia que en la época democrática del siglo pasado.
Pero el reflejo de las viejas formas competitivas entre los partidos sigue existiendo, aunque lo que pudiéramos llamar patriotismo partidista, la sectarización de la militancia, tiende a disminuir. La lucha con un poder autocrático obliga a desarrollar una solidaridad inteligente y a comprender el mejor rendimiento de las conductas unitarias. Conductas que no han terminado de hacer click, pero que avanzan.

En resistencia a este régimen nacieron PV, PJ, UNT, VP, AP, CC, MPV, ABP o Vente. Entre las históricas, asociadas a conquistas democráticas y ciclos de progresos del país, sólo quedó en pie AD, el gran partido socialdemócrata a la venezolana.

En ese repertorio miré hacia los partidos nuevos que necesitaban más apoyo. Decidí por UNT porque:

1.   Tiene un origen regional, es defensor de la descentralización y merece adquirir estatura nacional. Por ello había considerado también a AP, MPV y PV, pero desistieron de validarse en Caracas.

2.   Sigue una inspiración socialdemócrata avanzada, con propensión a definirse en términos sociales y una táctica alejada de extremismos y posiciones polarizadoras. Posición que debería justificar con mayor claridad.


3.   Es un partido pequeño, sin los recursos logísticos y comunicacionales de los tres grandes. Puede ser punto de equilibrio entre los fuertes.

4.   Cuenta con un liderazgo colectivo que pugna por asumir la tarea inédita de enfrentar a una dictadura con astucia, eficacia y firmeza estratégicas. Errores y omisiones las han tenido, pero pueden enderezar las cargas.

No ignoro que su líder fundamental es una figura polémica, sometida a una campaña bien urdida de desprestigio. Ha hecho lo que otros, irse al exilio, regresar para ser detenido, tener casa por cárcel y estar en libertad bajo régimen de presentación. Pero la furia desatada contra Manuel Rosales parece el montaje de una post-verdad.

No recordaré que, junto con Teodoro y Julio, inició el retorno del sentido común a la política en el 2006. Pero es visible que tiene un fuerte respaldo popular en el Zulia y que está allí en una brega diaria que no tienen los filósofos de butaca, cotufas y teclado que juegan a descalificarlo. Unas veces comparto lo que dice, otras no. A ratos siento inoportunas o incompletas sus declaraciones. Me ha sucedido también con Leopoldo, Henrique, Falcón o Henry.

Pero mi apoyo no lo determina Rosales. Voy a decirle no a quienes están destruyendo la sociedad y desmantelando al Estado de Derecho. Un no a la incivilidad y a la dictadura.

No voy a abstenerme. Quiero hacer lo que me corresponde como ciudadano que no le es indiferente si hay o no, libertad y justicia en su país.

30-03-17




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