Por Simón García
Algunos ya manejan la
validación como una tabla de pesos y medidas para jerarquizar a nuestros
partidos según los apoyos obtenidos. Es una referencia, pero no totalmente
exacta porque la instauración de un poder con vocación totalitaria obligó a los
demócratas a unirse y se alteraron las formas convencionales de la
participación.
Junto a la identificación con
un partido coexiste la Unidad como una identidad común, hasta el punto que la
MUD es más fuerte que la suma de sus integrantes. La adhesión a la Unidad ha
hecho que el apoyo a una fuerza política tenga menos relevancia que en la época
democrática del siglo pasado.
Pero el reflejo de las viejas
formas competitivas entre los partidos sigue existiendo, aunque lo que
pudiéramos llamar patriotismo partidista, la sectarización de la militancia,
tiende a disminuir. La lucha con un poder autocrático obliga a desarrollar una
solidaridad inteligente y a comprender el mejor rendimiento de las conductas
unitarias. Conductas que no han terminado de hacer click, pero que avanzan.
En resistencia a este régimen
nacieron PV, PJ, UNT, VP, AP, CC, MPV, ABP o Vente. Entre las históricas,
asociadas a conquistas democráticas y ciclos de progresos del país, sólo quedó
en pie AD, el gran partido socialdemócrata a la venezolana.
En ese repertorio miré hacia
los partidos nuevos que necesitaban más apoyo. Decidí por UNT porque:
1.
Tiene un origen regional, es defensor de la
descentralización y merece adquirir estatura nacional. Por ello había
considerado también a AP, MPV y PV, pero desistieron de validarse en Caracas.
2.
Sigue una inspiración socialdemócrata avanzada,
con propensión a definirse en términos sociales y una táctica alejada de
extremismos y posiciones polarizadoras. Posición que debería justificar con
mayor claridad.
3.
Es un partido pequeño, sin los recursos
logísticos y comunicacionales de los tres grandes. Puede ser punto de
equilibrio entre los fuertes.
4.
Cuenta con un liderazgo colectivo que pugna por
asumir la tarea inédita de enfrentar a una dictadura con astucia, eficacia y
firmeza estratégicas. Errores y omisiones las han tenido, pero pueden enderezar
las cargas.
No ignoro que su líder
fundamental es una figura polémica, sometida a una campaña bien urdida de
desprestigio. Ha hecho lo que otros, irse al exilio, regresar para ser
detenido, tener casa por cárcel y estar en libertad bajo régimen de
presentación. Pero la furia desatada contra Manuel Rosales parece el montaje de
una post-verdad.
No recordaré que, junto con
Teodoro y Julio, inició el retorno del sentido común a la política en el 2006.
Pero es visible que tiene un fuerte respaldo popular en el Zulia y que está
allí en una brega diaria que no tienen los filósofos de butaca, cotufas y
teclado que juegan a descalificarlo. Unas veces comparto lo que dice, otras no.
A ratos siento inoportunas o incompletas sus declaraciones. Me ha sucedido
también con Leopoldo, Henrique, Falcón o Henry.
Pero mi apoyo no lo determina
Rosales. Voy a decirle no a quienes están destruyendo la sociedad y
desmantelando al Estado de Derecho. Un no a la incivilidad y a la dictadura.
No voy a abstenerme. Quiero
hacer lo que me corresponde como ciudadano que no le es indiferente si hay o
no, libertad y justicia en su país.
30-03-17
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