Por Leonardo Morales P.
Lo insólito se convierte en
cotidiano, lo extraño en habitual, cambian las cosas y comenzamos a
considerarlas como normales. Así ha ido transcurriendo la vida del venezolano
en lo que va del siglo que recién comienza ¿Vamos avanzado o nos estamos
regresando?
En algún momento se pensó que
la vida en sociedad era una conquista de la civilización que le permitiría la
libertad necesaria para desarrollarse y progresar, así como, relacionarse con
sus semejantes de acuerdo a ciertas convenciones claramente establecidas y
debidamente compartidas, sancionando las infracciones a los acuerdos
establecidos de acuerdo a normas.
Un gobierno y unas leyes a las
cuales se sometan gobernantes y gobernados para la organización de la nación es
la aspiración de toda sociedad que desee vivir en paz y concordia. Hace ya
bastante tiempo esa idea dejó de reinar en la sociedad venezolana, en
particular porque tenemos un gobierno que hace su ley para perpetuarse en el
poder y, por otra parte, la sociedad civil ha comenzado a considerar cualquier
truculencia como normal.
Que una niña de 15 años dirija
una banda compuesta por otros menores de edad que dan muerte a cuchillazo
limpio a dos individuos en Sabana Grande, es un hecho insólito y grave, pero la
sociedad comienza a mirarla con normalidad. Esas cosas suceden, dirán algunos
refugiados y enrejados en sus casas, presos y temerosos de la vida sin saberlo.
Pero sí, eso ocurre, mas no es normal sino todo lo contrario.
Esa niña debió haber estado en
su casa, con sus padres, estudiando o durmiendo para asistir a clase al día
siguiente, pero no, la niña vivía en la calle, dirigía una banda. El niño de 6
años, que dicen integraba la banda, debía haber estado en lo mismo, pero la
revolución lo puso en la calle.
Esa es la realidad que lego
Chávez y sigue edificando su heredero. La revolución bonita nos está llevando a
un estado de incivilidad, suerte de anacronismo que nos sirve para ilustrar
esta realidad; desgajó a las familias, los puso en la calle, les mató la niñez
y la juventud. Los convirtió tempranamente en monstruos capaces de atentar
contra la vida humana. No son niños, ni jóvenes, ni viejos, son seres que andan
por allí buscando, sin imaginarlo, vengar su tragedia, esa condición a la que
los llevó un gobierno que en nombre del socialismo y del humanismo, ha
engendrado y estimulado los instintos más despreciables que puede haber en el
fondo de un ser humano.
El gobierno pareciera regresar
a la sociedad a tiempos superados, a aquella que describió Hobbes: “La
condición humana es la lucha de todos contra todos de tal modo que cada cual se
gobierna por su propia razón.”
La sociedad venezolana que ya
ve estos hechos como normales se preocupa por la debilidad de la ley para
castigar a estos infractores. ¿Qué hacer con estos jóvenes? ¿Cómo imputar al de
6 años -en mis tiempos de escuela recuerdo aquello de que se tiene uso de razón
a los 7?
Es un problema de la ley o
quizá se apunta exclusivamente a la consecuencia y se libera de culpa a los que
originan con su inacción esta anormalidad en la vida del país.
24-03-17
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