Por Soledad
Morillo Belloso, 28/03/2017
Escrito sobre la
primera página, a mano, un "#155". Así de chimba fue toda la puesta
en escena de un guión de película de terror. Grabémonos en la memoria ese
número: 155. Identifica la puñalada intercostal a nuestra ya tan enferma
democracia. A plena luz del día. Samuel Moncada fue el encargado de la maniobra
de distracción. Aplicó la técnica de filibusterismo diplomático. Vieja argucia
que no le sirvió para ganar la discusión en la OEA, que el gobierno sabía
perdida de arranque, pero fue muy útil y eficiente para el verdadero objetivo:
que todos nos focalizáramos en lo que ocurría en Washington y no en lo que se
había fraguado en el palacete de la injusticia y que el Presidente comentaría
en televisión luego del templete en el centro de Caracas que había sitiado al
Parlamento Nacional.
Pero la trampa
fue todavía más en su tránsito destructor. Redactaron para que prestáramos
retinas a la invalidación de la inmunidad parlamentaria. Que eso acaparara
titulares, análisis angustiosis; que medios, redes y ciudadanos y hasta expertos
en materia constitucional no entendiéramos la clase de marramuncia que nos
habían lanzado sobre la escaldada piel.
No soy abogado.
Ni experto constitucionalista. Pero no hace falta ser uno u otro para entender
que la #155 convierte "legalmente" a Maduro en dictador en fondo y
forma. Más tenebroso aún, y para más INRI, no sólo lo convierte en dictador, le
ordena serlo. No son entonces los parlamentarios quienes corren grave peligro
porque los zamuros les hayan invalidado su inmunidad. Somos todos. Porque
estamos en presencia de una dictadura fascista, con todas sus letras, por
derivación con suspensión de garantías constitucionales y con la venia, orden y
beneplácito de sus "señorías" los magistrados de la máxima casa de
justicia. Y así mientras millones de ciudadanos hacíamos colas por comida o
medicamentos, mientras los jubilados intentaban rendir una pensión que no llega
a 20 dólares mensuales, mientras cientos de miles registraban la basura
buscando algo para comer, mientras miles de niños ingresaban a la lista de
desnutridos, mientras miles se convirtieron en víctimas de la inseguridad,
mientras unos cuantos enchufados nos robaron millones con la complicidad y
contuberbio de los jerarcas civiles y militares, mientras todo eso pasaba, a
usted, a mí y a todos los venezolanos nos clavaron un chuzo entre pecho y
espalda. Y el chuzo tiene número: el #155.
@solmorillob
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