Por Henrique Capriles
Con el sonido agudo de un pito
comenzó la debacle de la segunda industria petrolera del mundo, Pdvsa. El
sonido y la figura de quién sopló para imitar un silbido seguirá en la memoria
de cada uno de los venezolanos, que hemos entendido, desde entonces, como la
“lealtad” hacia un hombre se convirtió en lo más importante para quienes hoy
aún se mantienen en el poder escondidos en dicha figura, que hablando de
revolución, hizo de su culto a la personalidad una práctica perversa de
destrucción paulatina del aparato productivo del país y los más elementales
conceptos de moralidad en Venezuela.
Desde ese silbato Pdvsa
comenzó a ser la caja chica del dogma ideológico, lo que ocasionó que de las 20
empresas petroleras del mundo estemos ocupando el puesto 19. Quizás eso
explique las distintas crisis que ha vivido la industria en sus diversas áreas,
la última la que ocurrió esta semana con el desabastecimiento de gasolina.
La falla en el suministro de
gasolina se hizo evidente en casi todo el país, las colas en las estaciones de
servicio no se pueden ocultar con propagandas políticas ni discursos
partidistas.
¿Y por qué la industria
petrolera está en severos problemas con respeto al tema de la gasolina, entre
otros? Por una sencilla razón, como todo, la gasolina también la importamos y
tenemos problemas de divisas para pagar las importaciones.
En Venezuela, solo se produce
21,15% del combustible que se consume al día en el país, quedando un grueso del
consumo dependiente de la que importamos. Por otro lado, las fallas en la
producción se presentan por los pagos a proveedores internacionales de aditivos
importados y por la avería en la tubería que transporta la gasolina desde El
Palito al centro de distribución de Yagua, en Guacara, al oriente de Carabobo,
ocasionando que del procesamiento de 684 mil 500 barriles diarios, solo se
logren colocar en el mercado nacional 55 mil barriles diarios. Esto se traduce
en algo muy sencillo, las plantas catalíticas (de combustible) de Pdvsa solo
trabajan a un 8,04% de su capacidad.
Por otro lado, El Palito y
Puerto La Cruz, que en conjunto deben suministrar al país 84 mil 500 barriles
diarios, están paralizadas por falta de mantenimiento en las líneas desde hace
más de cuatro años. Actualmente, solo están operativas Cardón, con un aporte de
25 mil barriles diarios de una capacidad de 200 mil barriles diarios, es decir,
solo está funcionando a un 12,5%, y Amuay que produce 30 mil de 400 mil
barriles diarios, solo está funcionando a un 7,5% de su capacidad. Esto deja un
déficit de 79% en el consumo calculado en 260 mil barriles diarios.
Mientras tanto los enchufados
siguen viviendo en un mundo paralelo. Están tan disociados de la realidad que
esta semana tuvieron el coraje de lanzar una feria de mentiras que llamaron
“Expo Venezuela Potencia 2017”, ese nombre parece un mal chiste en una
Venezuela donde no se está produciendo nada.
Hay que ser bien cara dura
para hablar de potencia cuando Venezuela ha bajado los niveles en todos los
rankings del mundo. Veamos un ejemplo de cómo esta mal llamada revolución ha
hecho trizas todo esfuerzo por tener un país productivo. Entre 1950 y 1979,
Venezuela fue el país con la más baja inflación, de 3.1%, y uno de los mejores
con Producto Interno Bruto (PIB) globales, con 5.8%. Pero mientras que de 1998
a 2016, las economías suramericanas registraron importantes alzas en cuanto a
su PIB, tal es el caso de Perú que lideró la tabla con 133.9, nuestro país
quedó de último con 20.4 en ese renglón, y por cuarto año consecutivo
registramos la más alta inflación del mundo, superando casi 84 veces el
promedio mundial, al cerrar el 2016 con 720%.
Ellos secan todo lo que tocan,
como lo hicieron con nuestra industria petrolera, un ejemplo para el mundo, que
hoy se ve en las cenizas de incendio tras incendio, porque solo les interesa
oír su caja registradora que les permite darle oxígeno a su proyecto político.
Por eso, el show que organizó
el gobierno para intentar vender un país que no existe y donde se gastó un
montón de plata necesaria para alimentos y medicinas, debió llamarse “Expo
Corrupción”, porque allí solo mostraron las mejores galas de sus artimañas.
Así pues, el hombre del
silbido cumplió la premonición que hizo en febrero de 1999 cuando asumió el
poder: “Aunque lloviesen petrodólares y mucho dinero, igual sería como un
alivio momentáneo, pero igual nos seguiríamos hundiendo un poco más allá
en un pantano ético y moral”.
Si, la profecía se cumplió. El
pantano ético y moral nos hizo mirar atónitos a niños de 10 años convertidos en
ladrones y asesinos, cada vez son más elevadas las cifras de niños involucrados
en la delincuencia, en 2016, la participación de niños en homicidios alcanzó
238 casos , 186 en enfrentamiento policial y en 1.012 casos de robo. Cifras tan
lamentables como la de ver a una pequeña de 6 años morir baleada al quedar
atrapada entre maleantes del barrio.
Y es que la figura de los
pranes y los llamados colectivos autoproclamados en el hombre nuevo de la mal
llamada revolución, han destruido la independencia que tiene cada individuo que
conforma nuestra sociedad. El miedo al hombre del silbato, el miedo a los
grupos paramilitares hasta los dientes, el miedo a que te quiten tu trabajo, el
miedo a quedarte sin gasolina, el miedo a no tener el pan de esta noche, el
miedo a que no te den la harina para las arepas, nos ha convertido en un país
de sobrevivientes.
Estamos en manos de unos
desalmados que han arremetido contra toda la estructura funcional del país y
han sembrado de antivalores nuestro tejido social, y es que el hombre nuevo que
nos vendieron es un espejismo.
Pero nada de esto nos quita la
certeza de que somos un país con más futuro que pasado. Todo lo que estamos
enfrentando nos tiene que dar más fuerzas aunque sintamos que no las tenemos,
sí las tenemos, para seguir luchando por un cambio de modelo donde cada
venezolano sea dueño de su propio destino, y para ello no hay que buscar un
mesías, hay que sumar esfuerzos y unificar el compromiso de todos los
venezolanos, porque ese cambio solo conseguiremos por el camino democrático,
con un proceso electoral inmediato que nos permita alzar nuestra voz y decidir
de manera firme la Venezuela que queremos.
Tenemos que volver a sentirnos
orgullosos de nuestra Venezuela, este pedacito de tierra milagroso que Dios nos
regaló y que no podemos permitir que las ambiciones de un grupito lo sigan
haciendo pedazos.
¡Qué Dios bendiga a nuestra
Venezuela!
26-03-17
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