Por Eduardo Semtei
Yohandra tiene 17 años. Vive
en uno de los edificios de la Gran Misión Vivienda que fueron construidos hace
pocos años en la avenida Libertador, cerca de la sede de Pdvsa, a una cuadra de
la avenida Solano y a dos del bulevar de Sabana Grande. Yohandra vive con Hugo
Tomás, de 22 años. La vivienda que ocupan fue asignada originalmente a la
familia Ramírez, proveniente de una de las zonas más pobres y deprimidas de la
parroquia La Vega. Fue una recomendación que la familia Ramírez recibió de
Valentín Pantana del Colectivo Revolucionario Patria Libre. Yohandra y Hugo
Tomás desalojaron a la familia Ramírez bajo amenazas de muerte. La
“expropiaron”, como está haciendo el gobierno con las panaderías. Es una
conducta que se repite. Un ejemplo a seguir. Un modo de vida. Jalisco puro.
Yohandra se convirtió, por lo sanguinaria, en la jefa, la comandanta, de un
grupo de jóvenes y niños delincuentes. Rumores hay de que Yohandra tiene 2
muertos encima. Ella, a excepción de su pareja, es la de mayor edad.
Todos son residentes de
Libertador I. El edificio más temido, madriguera de la más criminal de las
distintas bandas que se cobijan en cada uno de los superbloques construidos en
las adyacencias de Pdvsa. Droga, crimen y prostitución. Patria, socialismo o
muerte. Ese grupo asesinó, la semana pasada, a sangre fría, a Pedro Gabriel
Yánez Rojas, de 25 años, sargento primero de la Guardia Nacional. En plena
avenida Libertador. Lo cosieron a puñaladas. Fueron 10 muchachos descarriados,
dañados de alma, quienes viendo a Pedro Gabriel en estado de embriaguez e
indefenso lo despojaron de sus valores. Pedro Gabriel trató de defenderse.
Inútil. Lo atacaron en forma furiosa. En manada. Fue un ritual. La sangre
salpicó calle y acera. Cada integrante debía atestarle al menos una cuchillada.
Una curiosa forma de graduación que se ha desarrollado en forma masiva en estos
años de revolución en los cuales se está formando el “hombre nuevo”, que es el
resultado final, con el tiempo, de la creación del “joven nuevo”, fase ulterior
del “niño nuevo”. Su alternativa es recoger restos de basura para mal comer. El
delito es más productivo, más rentable, es un decir.
Es vomitivo oír a los
defensores de esta barbarie decir que los delincuentes de hoy son una herencia
de los años anteriores, de lo que ellos llaman la “IV república”. Todos los
integrantes de estas pequeñas células monstruosas del crimen tienen o la misma
edad o menos que los años que llevamos de gobierno rojo rojito. En la banda
están: Luis, 14 años; Yondry, 9; Raúl, 13; Pedro Manuel, 15; Yadira, 16; Lucas,
9; Jesse, 9, y Benito, 14, y la parejita antes descrita: Yohandra y Hugo Tomás.
El compañero de Pedro Gabriel,
el sargento segundo Manuel Isaías Lugo Fuentes, de 23 años, al ver el brutal y
mortal ataque contra su compañero de farra, trató de huir. No pudo. Desde las
sombras Yadira, Lucas, Luis y Benito lo atacaron. Lograron derribarlo. El mismo
ritual. Cada integrante debía hundirle el puñal que empuñaba, hasta la cacha.
La primera herida la tuvo en el cuello. Manuel Isaías resistió un poco más. Se
arrastró moribundo por el piso. Todavía podemos ver en el pavimento las huellas
de sangre de su fracasada huida. Los vecinos alarmados ante los gritos de la
agonía llamaron a los organismos de seguridad. Lograron llevar aún con vida a
Manuel Isaías a emergencias. Allí falleció. Desangrado. El número de heridas, de
puñaladas, que recibió cada uno es materia confidencial del expediente, pero se
sabe que son más de 10. Cuentan que Benito sonreía como Pedro Navaja cuando
hundía el puñal sin compasión en la espalda de Manuel Isaías. Al menos una
punzada por cada integrante de la banda. El bautizo rojo.
Los policías en conocimiento
de los terribles asesinatos simplemente fueron a los apartamentos 2B, 2C, 3A,
12B, 12D, 12H a buscar a los niños y jóvenes implicados. Los conocen. Saben que
son de la banda Los Cachorros. Que roban en forma diaria en Sabana Grande y en
la avenida Solano. Los Cachorros son de Libertador I; Los pitufos, de
Libertador II; Los Retoños, de Libertador III. Es una competencia salvaje. Se
trata de dominar una zona. Marcar territorio como las fieras salvajes. Son
temibles, no solo por la falta de sentimientos y la ausencia de esa humanidad e
inocencia propia de niños y adolescentes, sino por la protección que reciben de
los pranes que dominan la capital de Venezuela. Los pranes son legítimos y
auténticos productos de este modelo de sociedad y de gobierno que tiene 17
fomentando una “nueva civilización”. Los policías saben que los pranes no andan
con juegos. Que sus amenazas son ciertas. Los policías saben que molestar a los
niños y jóvenes bajo la protección de los pranes es una temeridad, un reto, que
siempre se paga con la vida. Prefieren no intervenir salvo que ocurran
desgracias inocultables y terribles, como el asesinato brutal de estos dos
sargentos en plena juventud.
El tejido social venezolano
está descompuesto. Está pudriéndose. Los valores invertidos. Las cifras de
asesinatos, secuestros, robos, hurtos es una espiral sin fin. Una vez el
presidente de la República habló por teléfono con uno de los pranes más
famosos. ¿Qué otra cosa no significó este irresponsable acto sino darle
reconocimiento presidencial a la delincuencia? Otorgarle el estatus de
interlocutor de Miraflores. Otra vez la ministra penitenciaria se hizo selfies
con el salvaje pran de Margarita (Teófilo Cazorla Rodríguez) antes de que le
perforaran las tripas a plomo limpio, tal como suelen decidirse y arreglarse
las disputas entre mafiosos y criminales. ¿Qué otra cosa no hizo la flamante
ministra sino igualarse al criminal? O lo que es peor, igualar el malandro al
mismo nivel que gozan los huéspedes del gabinete ministerial.
Les recuerdo a los lectores lo
que significa pran. Preso rematado asesino nato. Esos muchachos de Libertador
I, II y III no hacen sino repetir a su escala lo que ven a diario en sus
gobernantes. Expropiación y exaltación del crimen y los criminales. Delitos sin
penas. Culpables sin condena. Para el país, para la patria, lograr una victoria
electoral opositora; municipal, regional y nacional, ya será un avance.
Recuperar la economía y regresar a un PIB decente, parecido al alcanzado en el
año 1990 ya representará un adelanto. Todo reclama sacrificio, esfuerzo,
voluntad, ejemplo, lucha. Pero reestablecer la moral ciudadana, los valores
éticos, la decencia administrativa. Desaparecer el odio entre los supuestos
ricos y pobres. Limar hasta desaparecer la polarización; esas sí son tareas
ciclópeas. Son retos inconmensurables. Por eso, quienes sustituyan a este
gobierno deben aprender y practicar el valiente arte del olvido y el difícil y
amargo camino del perdón. De lo contrario estaremos en nuestro particular
Armagedón. No hay otra forma si queremos una Venezuela para todos. Llegar al
poder con odios, rencillas, venganzas conllevará a la creación no de tres o
cuatro bandas infantiles y juveniles en la avenida Libertador, sino a la
creación de innumerables pandillas de lado y lado de la política. Solo juntos,
todos los venezolanos, podremos recuperar la solvencia económica y la salud
social. En eso, Avanzada Progresista y su líder fundamental, Henri Falcón, no
tienen duda alguna. (Los nombres, lugares y fechas han sido cambiados para
proteger a los culpables como es costumbre actual).
27-03-17
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