Por Marino J. González R.
La cobertura universal se
ha convertido en el principal objetivo de los sistemas de salud del mundo. En
aquellos países que han alcanzado un alto nivel de desarrollo, lo fundamental
es mantener la alta cobertura especialmente ante el aumento de la expectativa
de vida, y los costos crecientes de la atención a la salud. En los países de
menor desarrollo es mucho más complicado. Se trata de alcanzar la cobertura
universal en un escenario más difícil desde el punto de vista económico, y con
las mismas tendencias en cuanto al envejecimiento de la población y el aumento
de las inversiones requeridas.
De allí que alcanzar la
cobertura universal de salud supone tanto la prestación de servicios como
garantizar que todas las familias cuenten con la protección financiera para
sufragar los costos. Es por ello que la protección financiera de las familias
se convierte en un eje central de la cobertura universal de salud. Se trata de
evitar que las familias deban asignar una proporción muy alta de los ingresos
para los servicios de salud, así como impedir que en algunas circunstancias se
afecte de manera permanente la sostenibilidad económica del hogar. Dada las
características de la prestación de servicios de salud, el rol de los
gobiernos, a través de la asignación de recursos públicos, se convierte en un
requisito clave para alcanzar la cobertura universal salud.
En este contexto es totalmente
dramática la situación de desprotección financiera que afecta a las familias
venezolanas. De acuerdo con los últimos datos publicados por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) en 2014, casi el 65% del gasto en salud en Venezuela
fue realizado por las familias, con lo cual se convierte en el gasto de
bolsillo más alto de América. Los mismos datos señalan que el gasto de bolsillo
en Venezuela es uno de los más altos del mundo.
Datos obtenidos a través de la
Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), realizada por especialistas de la
UCV, UCAB, USB en 2016, indican que 63% de la población no cuenta con un plan
de seguros de salud. Esta cifra representa un aumento de 10% con respecto a la
obtenida en Encovi 2015. Más aún, cuando se toma en cuenta el nivel de recursos
de las familias, se constata que la falta de plan de seguro de salud alcanza
casi al 90% de la población en el estrato social de menores recursos. También
se constata que el 20% de la población en uno de los estratos de mayores de
recursos perdió la cobertura de seguro de salud entre 2015 y 2016.
Los datos anteriores confirman
una terrible tendencia: Venezuela ha experimentado la mayor privatización de la
salud que se ha producido en América en el siglo XXI. Esta tendencia está
acompañada por uno de los gastos de salud per cápita del gobierno más bajos de
América (solo superado por Haití y Guatemala). Es por ello que la desprotección
financiera de salud de los venezolanos es la mayor en América. No hay forma de
negarlo.
29-03-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico