Juan Guerrero 20 de septiembre de 2018
@camilodeasis
La
gesta heroica que libra el ciudadano venezolano, desde hace 20 años, contra el
Crimen Organizado instalado en el poder del Estado, no viene protagonizada por
militares ni políticos de utilería con charreteras en el cerebro. Somos los
ciudadanos comunes. Gente anónima que vive sus 5 minutos de protagonismo y
después desaparece del escenario de la gran pantalla de esta carnicería que
sobrepasa las 20 mil víctimas cada año. La gran mayoría de ellas, por falta de
alimentos, mal nutrición, inseguridad, escasez de medicinas. Todas prevenibles,
permitidas, por acción u omisión, por el régimen totalitario del Crimen
Organizado que es poder en Venezuela.
Atrás
han quedado los protagonismos militares de épocas pasadas. Ahora solo son
jarrones de plástico tapa amarilla para servir de comodines en ministerios o
como muestras exóticas en salones de ferias donde se exhiben ellos y sus
juguetes, en medio de grandes comilonas.
La
sociedad venezolana mantiene una confrontación diaria y permanente contra un
régimen que se auxilia permitiendo la injerencia de cientos de miles de
militares cubanos, nicaragüenses, iraníes, paramilitares del ELN-FARC
colombianos y terroristas del Hezbolá, además de las megabandas en los centros
penitenciarios. Todos, disfrazados de asesores culturales, deportivos,
fisioterapeutas, médicos comunitarios, hasta de choferes de taxis. Anclados en
puertos, notarías, gobernaciones, alcaldías, centros de comunicaciones y cuanto
espacio estratégico exista en Venezuela.
Semejante
ejército de ocupación junto con la FANB sometida a control total y estado de
corrupción y chantaje, impiden que la población venezolana pueda superar el
atropello y la diaria humillación a la que es sometida.
Todo
ello se ejecuta por una distorsión de los objetivos en una oposición de
partidos políticos que no tiene claridad histórica de semejante y gigantesco
peligro a que está expuesta la república y la misma sobrevivencia de la sociedad
venezolana.
Es
dramático el infantilismo de la dirigencia opositora, como globalidad, donde
solo un puñado de ellos podría decirse que mantienen claridad de criterios en
la emergencia humanitaria que vive la población venezolana.
Si se
observa por cualquier ciudad o pueblo venezolano, somos civiles quienes
mantenemos viva la llama de la libertad y necesidad de salir de este laberinto
rojo-rojito que clara y notoriamente, se ha trazado una perversa y obscena
estrategia de eliminar físicamente a todo ciudadano que se le oponga.
Porque
esto que está ocurriendo ya no es un simple asunto de partidos políticos que se
oponen, por reclamos de elecciones, a un poder político que controla el Estado.
Tampoco es asunto económico donde se reclaman derechos sobre sueldos dignos.
No. Esto que se vive por estos meses es algo más grave y urgente. Se trata de
preservar la vida. Rescatar una población infantil que sobrepasa el 65% en
situación de subalimentación. De ello, el 45% está en desnutrición
severa/aguda.
El ahora
es de alerta internacional para indicar que el venezolano promedio se encuentra
en una pérdida de peso corporal, de 18 kilos para el segundo semestre 2017 y
primeros meses de este 2018.
El
ahora, de este septiembre de 2018, nos indica que los migrantes venezolanos
sobrepasan, ya, los 3 millones de venezolanos. Con sus historias de dolor a
cuestas. Como cruces que se van clavando en las carreteras andinas colombianas
con nombres, días, meses y año de muerte.
Los
actos de heroísmo que se ven en la cotidianidad son los de venezolanos que ya
no tienen capacidad de resistencia física y solo les queda la resistencia
pasiva como último recurso. Son las miradas de angustia y desesperación que
vemos por las calles. Los murmullos de quienes apenas se les escuchan
maldiciones contra el régimen.
Son
las manos envejecidas, sudorosas y huesudas que se aferran a las estacas de los
improvisados camiones que sirven de transporte. Los llamados ruta chivo,
chirrincheras o perreras que llevan su carga de valientes ciudadanos que son la
resistencia que lucha, trabaja, ama y no se resigna a la humillación ni al
silencio de esta Organización Criminal.
La
valentía de esta sociedad enfrentada en su cotidianidad contra el régimen
totalitario de Maduro y su pandilla resistirá hasta triunfar. De ello tenemos
la absoluta certeza. Lo indican todos los análisis de estrategia sociopolítica,
económica y la misma historia universal contra el odio de las tiranías.
Cuando
se haga el balance de estos años de humillación contra la sociedad venezolana,
habrá que dedicar un grueso y denso libro de historia para afirmar que la
resistencia civil, de mujeres y hombres, niños y ancianos, fue determinante en
la caída del régimen. Anónimos ciudadanos venezolanos que jamás dudaron en
defender su nación, su república. Que tercamente decidieron quedarse en su país
para defender su tierra, su herencia de inquebrantables principios de
solidaridad y amor por sus hermanos.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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