Aleteia 22 de septiembre de 2018
El
Pbro. Ignacio Rodríguez valora la
exhortación apostólica del Papa Francisco en vísperas del Sínodo sobre
los Jóvenes
La
exhortación apostólica Gaudete et Exultate -«Alegraos y regocijaos» (Mt 5,12)-
es la tercera del papa Francisco, firmada el día 19 de marzo de 2018 y hecha
pública el 9 de abril ese mismo año. El documento lleva por
subtítulo “Sobre el llamado a la santidad en el mundo actual” con lo cual
replantea a fondo ideas que resultan fundamentales a la hora de vivir la fe y
practicar la caridad con la finalidad abrir, para todos los
cristianos, el camino de la santidad en la vida corriente.
Aleteia
consultó sobre el tema al Vicario Regional de la Prelatura del Opus
Dei en Venezuela, República Dominicana y Trinidad y Tobago desde el
2010, Pbro. Ignacio Rodríguez Mayz. La “Obra de Dios” , fundada en 1928
por San Josemaría Escrivá de Balaguer es una institución de la Iglesia Católica
cuya misión consiste en difundir el mensaje de que el trabajo y las
circunstancias ordinarias son ocasión de encuentro con Dios, de servicio a los
demás y de mejora de la sociedad. Su carisma es, entonces, es santificar el
trabajo desde la vida ordinaria.
Nacido
en Maracaibo, Estado Zulia en 1968. Joven,
talentoso, elocuente, muy cercano. Se graduó
de abogado “cum laude” en la Universidad Católica Andrés Bello (1990). Es
doctor en Teología por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma. Fue
ordenado sacerdote el año 2006 por el Obispo Prelado del Opus Dei, Mons. Javier
Echevarría. Desarrolló su ministerio sacerdotal sobre todo en el ámbito juvenil
y universitario.
Sus
comentarios sobre Gaudete et Exultate son precisos y oportunos ante la
proximidad del Sínodo de los Jóvenes:
Siendo
que la santidad no es exclusiva para consagrados, que perspectivas cree usted
que abre la encíclica para la santificación por medio de la vida ordinaria?
– La
santidad para la vida ordinaria, que el Papa Francisco ha vuelto a traer a la
luz de todos a través de su última Encíclica, no hace más que recordar un
mensaje que es muy claro desde el Concilio Vaticano II. Obviamente,
en el Opus Dei nos sentimos muy identificados porque San Josemaría viene
diciendo eso desde 1928. En aquella época lo tildaron de loco. Después, con el
Vaticano II quedó como doctrina de la Iglesia. Por demás, es algo que hoy a
todos los cristianos nos parece evidente. No hay que pertenecer a ninguna
institución de la Iglesia Católica para tener un poquito de sentido común y
saber que acercarnos a Dios significa vivir de acuerdo a Él y eso es ser santo.
_ Y
cómo se logra eso?
_ En
medio de las circunstancias de vida de cada quien. El que es sacerdote, como
yo, pues cumpliendo con su deber. Pero no sólo nosotros, santa tiene que ser la
periodista como tú y santo tiene que ser el señor que barre la calle
o el que trabaja en un banco; santa tiene que ser la madre que atiende a los
hijos en su hogar y santo tiene que ser el ejecutivo que trabaja en una
empresa.
– Cuando
uno lee en el Evangelio “Sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto”, uno
no puede evitar pensar que eso debe ser muy difícil…
– Ciertamente.
Pero, a ver, vamos a recordar que Dios Nuestro Señor no espera de nosotros
personas impecables sino seres humanos que luchen por la santidad. Porque, en
el fondo, ser santos no es no equivocarse. Los humanos tenemos nuestra
naturaleza débil y estamos sujetos al error. Pero lo que quiere el Señor es que
reconozcamos nuestros errores, pidamos perdón y comencemos de nuevo a
luchar. Y así, caernos y levantarnos una y otra vez, solo nos muestra
que el Señor nos da tanta ayuda y tanta gracia que terminamos siendo
lo que la gente llama santo.
_
Justamente, la idea que tenemos del santo es la de alguien que consigue no
equivocarse…
_ Hay
que quitarse esa idea de la cabeza. La figurita que nos hacemos de ellos a
través de las imágenes en la iglesia, como dice el Papa, “la cara se
estampita”, eso no. Santa es la cara de la persona que hace una fila
interminable para esperar transporte pero que sabe sonreír y ser amable con el
de al lado, que sabe ser honesto en su trabajo, la que sabe ser buena madre y
el que sabe ser buen padre o buen profesional. Ese es el santo!. Si todo eso lo
eleva a lo sobrenatural y se lo ofrece a Dios, esa es la persona que lucha por
ser santo. Errores vas a cometer tú y voy a cometer yo. Pues pidamos perdón y
volvamos a empezar. Y así, sin darnos cuenta, nos iremos haciendo santos,
gracias a Dios.
_ No
sería inspirador que nosotros acá en Venezuela tuviéramos más santos laicos,
con una condición más cercana a la gente?
_ Indudablemente
y por eso yo creo que hay un anhelo muy profundo en todo el pueblo venezolano y
también en la Iglesia venezolana de que nuestro José Gregorio Hernández sea
beatificado y canonizado.
_
Se notó claramente en la ovación impresionante en el estadio universitaro de
Caracas al final de la beatificación de la Madre Carmen Rendiles…
_ No
le resto ni un mérito a nuestras tres beatas, no obstante mucha gente verá eso
como un ejemplo casi inalcanzable por su condición de religiosas. En cambio, un
médico cualquiera, de cualquier hospital de este país, mira a José Gregorio y
piensa que puede ser como él. Era médico, atendía pacientes, vivía en medio del
mundo, salía a ocuparse del necesitado, rezaba como todo el mundo, era
excelente científico como lo retratan todos sus biógrafos. Así que nos hacen
falta muchos testimonios de santos como él.
_ Hace
poco el Papa aprobó las virtudes heroicas de una muchacha española de apenas 15
años…
_
Alexia Gómez Barros, muy cercana a la formación del Opus Dei desde muy
jovencita. Murió de un cáncer. El Papa está poniendo ejemplos muy cercanos a la
gente común, tal vez con vistas al Sínodo de Jóvenes en Octubre. El Papa quiso
a una joven y laica, estudiante. Esa es la idea del santo que tenemos que
acercar a la gente. Y ese ha sido el propósito del Papa Francisco
con esta exhortación.
_ Y la
santidad tiene muchas dimensiones…
_
Claro, pero el Papa lo que intenta es acercar a la gente normal, a la gente
común a esa Iglesia que a veces se veía un poco lejana, a esa fe que a veces se
percibía inalcanzable de practicar y ni hablar de esa santidad que se apreciaba
como algo del otro mundo. Volvemos a lo mismo, es la invitación a
levantarte si te equivocas. Dios nos llama a ser santos.-
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