Fernando Camino Peñalver 23 de septiembre de 2018
@fernandocaminop
El artículo
471-A del Código Penal Venezolano penaliza a quienes “con el propósito de
obtener para sí o para un tercero provecho ilícito, invada terrenos, inmuebles
o bienhechuría ajenas” con “prisión de cinco años a diez años y con multa de
cincuenta unidades tributarias a doscientas unidades tributarias” a quienes
incurran, promuevan u organicen la invasión. También señala el mencionado
artículo: “se incrementará la pena a la mitad de la pena aplicable cuando la
invasión se produzca sobre terrenos ubicados en la zona rural”
El
artículo 115 de la Constitución Nacional garantiza el derecho de propiedad y
establece que: “Sólo por causa de utilidad pública o interés social, mediante
sentencia firme y pago oportuno de justa indemnización, podrá ser declarada la
expropiación de cualquier clase de bienes”. La Carta Magna en su artículo 305
señala: “el Estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica
del desarrollo rural integral a fin de garantizar la seguridad alimentaria de
la población”. Los que nos dedicamos a la actividad de la producción agrícola
(vegetal, pecuaria y pesquera), lo hacemos amparados e inspirados
principalmente en estos dos artículos constitucionales y nos sentíamos
protegidos por el artículo 471-A del Código Penal Venezolano.
Ahora
bien ¿Quién es el delincuente aquí? El que promueve, organiza y actúa para
invadir una unidad de producción agrícola o el que honestamente desarrolla una
actividad lícita para ofertar alimentos a la población como propietario de la
unidad de producción invadida. Desgraciadamente para el régimen el delincuente
es quien produce honestamente.
La
formación dogmática de los jerarcas del régimen les hace creer que los
productores, los emprendedores y cualquiera que se atreva a desarrollar una
actividad productiva independiente por más lícita que esta sea, especula a la
población, explota al trabajador, practica la usura y hasta es un ladrón. Esta
forma de pensar es la característica de los jerarcas de los regímenes
comunistas y es por ello que el desprecio por la actividad productiva privada
ha conducido a las naciones que han tenido que soportar este yugo, a la miseria
más espantosa que pueda soportar un ser humano.
Los
regímenes comunistas que tácticamente han permitido el desarrollo productivo
privado, a pesar de mantener su régimen político totalitario, se han convertido
en potencias económicas, como es el caso de China y Vietnam, pero aquellos que
conservan el dogma anti empresarial privado están condenados al fracaso y tienen
sus días contados. El dogma anti empresarial privado elimina el desarrollo de
la producción de bienes y servicios que benefician a la nación y limitan
también la oferta de empleos decentes para la población económicamente activa.
Generalmente
estos personajes que sufren de fobia hacia el sector de la producción privada,
nunca han pagado una nómina laboral con recursos que ellos hayan generado con
su esfuerzo productivo y muchos de ellos detentan grandes fortunas sin haberlas
producido. Ellos son los responsables de que nuestra población esté padeciendo
una de las crisis humanitarias más terribles que haya podido soportar nación
alguna en el mundo, su mala praxis económica y la corrupción de la cual se han
beneficiado nos han arrojado por el precipicio de la pobreza, del hambre, de la
escasez y de la desnutrición.
Este
es un régimen que ya perdió sus valores morales, o será que nunca los tuvo, que
confunde calculadamente gente honesta con delincuentes. Un régimen que ha
permitido que la impunidad campee libremente por nuestro país. Esta es una más de las tantas razones por
las que debemos cambiar este gobierno. En el gobierno democrático la prioridad
será estimular la producción nacional y dotar de todos los recursos necesarios
para que el país logre el autoabastecimiento alimentario de todos los rubros
que puedan cultivarse en el país e impulsar la ganadería para mantener una
oferta suficiente y oportuna de productos cárnicos y lacteos. Estamos
trabajando en ello, tenemos la fuerza suficiente para echar al país hacia
adelante.
Fernando
Camino Peñalver
@fernandocaminop
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