Luis Manuel Esculpi 18 de septiembre de 2018
@lmesculpi
El día
a día se ha convertido en una real penuria. La mayoría hace serios intentos por
sobrevivir. En las regiones del interior la situación es aún más ruda que en la
capital. En el Zulia la vida cotidiana se ha convertido en una calamidad. Todos
los servicios públicos han colapsado. No se vislumbra solución a los gravísimos
problemas del país con el actual gobierno. Las medidas no desatan el nudo
principal de la economía -la hiperinflación- al contrario han generado nuevos
problemas al mundo del trabajo y la contratación colectiva, igualmente han
colocado en una situación sumamente comprometida al empresariado en especial a
la pequeña y mediana industria y a todo el sector comercial.
Esa
gama de desconocimiento, impericia, ineptitud e incapacidad constituye una
mezcla sumamente peligrosa. Los voceros del área económica confunden cuando
intentan explicar las decisiones, a menudo su retórica no se compagina o
contradicen los textos de la gaceta oficial.
La
hiperinflación no puede combatirse con políticas improvisadas, a pesar de que
hablan de un plan, ellos mismos admiten que las medidas no produjeron en lo
inmediato los resultados esperados. No se generaron las expectativas favorables
que aspiraban, era lógico que así sucediera, entre otras razones además de las
ya mencionadas, hay que añadir la carencia de credibilidad y confianza.
En ese cuadro donde el país vive situaciones inéditas en la era contemporánea,
en medio de la desesperación surgen posiciones extremas,que llegan hasta el
punto de considerar una intervención militar extranjera como la única
alternativa a la grave situación que confrontamos.
El
vacío de opinión, actuación y movilización la oposición democrática constituye
un elemento que tiende a ser llenado por el extremismo, sorprende como crecen
los partidarios de la hipotética invasión, quienes se fanatizan convirtiendo en
enemigos a quienes hasta hace poco eran considerados los aliados más próximos,
tal es el caso de la virulenta reacción ante la reciente declaración del grupo
de Lima, oponiéndose ante una eventual intervención militar en nuestro país.
La
comunidad democrática internacional constituye un factor fundamental en la
lucha por el cambio político en Venezuela, pero insistimos en señalar que lo
que hagamos en el país constituye el factor decisivo en esta lucha, con el
actual clima de opinión existente en algunos sectores, esa afirmación que
pareciera una obviedad, merece ser subrayada.
El
propio desarrollo inevitable de la crisis va a forzar -necesariamente- la
conformación de una plataforma unitaria, estos trances producen fenómenos
originales, situaciones imprevistas y liderazgos que al colocarse a la altura
de la circunstancias, pueden orientar la lucha democrática. Hay que estar
sumamente atentos a la pretensión del gobierno de imponer una nueva Constitución,
esa puede ser una oportunidad para infligirle una derrota a sus propósitos.
Entre tanto el seguimiento y respaldo a la protesta y la lucha social es una
tarea de primer orden, el multitudinario rechazo al gobierno y sus políticas,
no sólo lo reseñan las encuestas, sino que se expresa en el crecimiento de las
manifestaciones por exigencias reivindicativas, de diversos sectores en todo el
país.
No
podemos renunciar a la formación del frente interno que agrupe a todas las
fuerzas que pugnan por el cambio, y a la estructuración de un poderoso
movimiento que pueda conducir la lucha, no se trata tan sólo de cambiar de
gobierno, sino de garantizar la gobernabilidad y la estabilidad del nuevo
poder, para alcanzar la paz, la reconciliación y el progreso; ello sólo será
posible si en el transcurso de la ruta por alcanzar ese objetivo, se cumplen
con las premisas requeridas que resultan indispensables. No hay que esperar
milagros que no dependan de nosotros.
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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