Por Luisa Pernalete
Para unos cuantos, la escuela
es el único lugar donde comen algo. La escuela es el lugar donde están los
compañeritos. La función socializadora no se cubre con una tableta. ¡Que
vengan!
El año escolar pasado hubo
niños que comenzaron y no volvieron. Uniformes, útiles, pasaje, efectivo… luego
vinieron otras razones: unos no volvieron y otros venían a veces sí, y a veces
no… algunos, muchas veces no. Hubo quienes resistieron, con sus familias
apoyando, haciendo malabarismos para asistir. El bolívar era fuerte, ahora
es soberano, pero alcanza menos. Sabemos que este año los escenarios se
presentan más difíciles, pero nosotros, los educadores, y todo ciudadano capaz
de ver más allá de su día y de su metro cuadrado, tenemos la obligación de
proteger a los niños, a las niñas y a los adolescentes (NNA), y procurar que
tengan su dosis de rutina escolar. Por eso este deseo expresado en voz
alta, y ojalá en coro: Quiero mi salón completo. ¡Que vengan los niños!
Este podría ser el lema de
una buena campaña: Una maestra llamando a sus alumnos, que son sus
ahijados: Los quiero a todos en el aula, los espero a todos. Quiero lleno el
salón. Y es que, confesamos, en medio de esta Venezuela reconvertida, con
problemas viejos no resueltos y nuevos que se agravan cada día, nos da miedo
que los salones de clase estén vacíos, solitarios. Esta campaña no puede quedar
en manos sólo de nosotros, los educadores, toda la sociedad tiene que hacer
conciencia de que sin educación no hay ni presente ni futuro para nuestros
niños y niñas, ni para el país. Y disculpen la repetición de la idea en apenas
dos párrafos. ¡Que vengan!
Es posible que a muchos
niños no les guste hacer tareas; es posible que a muchos adolescentes les
moleste tener que dejar de pensar en la chica que les quita el sueño por tener
que poner atención al profesor de matemática, pero aunque usted no lo crea: a
los chicos les gusta la escuela. Es verdad que ahora están las nuevas
tecnologías, pero hay funciones de la escuela que no se cubren con
computadoras. Aprender a ser, a convivir, a jugar con el otro, a ser ciudadano
activo, con deberes que hay que cumplir y derechos que hay que defender, se
aprende en la escuela. A veces, para muchos niños y adolescentes, la escuela es
el único lugar medio seguro en su comunidad, donde se le protege, donde se le
escucha, donde se pelea y al rato se contenta. Para unos cuantos, la escuela es
el único lugar donde comen algo. La escuela es el lugar donde están los
compañeritos. La función socializadora no se cubre con una tableta. ¡Que
vengan!
En esta emergencia humanitaria
compleja, no aceptada por las autoridades, pero evidente para los que tenemos
oídos para oír, ojos para ver y corazón para sentir, los niños han perdido su
rutina, y los educadores, las familias, tenemos que contribuir a esa
recuperación. Hasta en países donde hay conflictos armados se procura que los
niños vayan a la escuela. Por eso, quiero mi salón completo. ¡Que vengan!
Si de verdad queremos a
todos en el salón, sabemos que tenemos que prepararnos: planes especiales para
esos que dejaron de venir o faltaron mucho. Las bibliotecas, muchas veces
vacías, pueden ser el lugar para ello. Pidamos ayuda a madres voluntarias, a
egresados, a estudiantes universitarios, entrenemos a los estudiantes más
grandes, estarán felices de hacer juegos instructivos -el padre Wyssen les
enseña-, a docentes jubilados… Recordemos que debemos flexibilizar ciertas
normas, como el uniforme y los útiles. Que los útiles no sean otro obstáculo
para que el chamo venga a la escuela, como dice la campaña de Fe y Alegría. Las
escuelas municipales de Chacao ya establecieron que los niños podrán asistir
con cualquier franela blanca, con cualquier pantalón… Para el segundo día de
clases, propongo una reunión con padres y representantes, hay que insistir en
que familias y escuela estamos del mismo lado de la cancha. Los enemigos son
otros: los negligentes, los que pudiendo hacer algo a favor de la educación, no
lo hacen, los que niegan la realidad… Cada quien con su rol en la cancha, pero
en equipo. Para el tercer día, en donde las bandas armadas no pongan peligro a
los niños, hacer una caminata por la comunidad con avisos y consignas: Te
estamos esperando, aquí está tu pupitre. Que todos los niños inviten a los que
no hayan ido a que vuelvan. ¡Que vengan los niños!
Todavía tiene tiempo de
sumarse a algo. Los niños, las niñas y los adolescentes necesitan estar en la
escuela. ¡Quiero los salones completos! ¡Que vengan!
14-09-18
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