Miguel Méndez Rodulfo 28 de septiembre de 2018
Actualmente,
por causa del plástico, la humanidad enfrenta un gran reto por la contaminación
severa de mares y océanos. Se estima que unas 300 millones de toneladas de
plástico se desechan cada año. Este inmenso problema altera la vida marina e
incluso podría dañar la cadena alimenticia, por lo que urge tomar medidas al
respecto desde una perspectiva internacional. El problema se ha convertido en
un asunto global ya que no solamente son las costas, sino que las aguas
internacionales están siendo las más afectadas; en efecto, en sitios puntuales
del Océano Pacífico se acumulan grandes cantidades de plásticos, debido a que
estos son arrastrados por las corrientes marinas y llegan a constituir inmensas
islas flotantes. Según cifras de 2010, la cantidad de plástico vertida en ríos
y mares que fue a parar a los océanos, se estimó entre 5 y 13 millones de
toneladas. La contaminación proviene mayormente de países emergentes, pero los
países desarrollados también aportan, ya que sus sistemas de recogida y
tratamiento del plástico, son deficientes.
El
problema mayor existe con los microplásticos (pedazos entre 5 y 1 mm). Estos se
originan por el desmembramiento de piezas mayores, hecho que ocurre primero en
las playas, donde son arrojadas millones de botellas, bolsas de plástico,
diversos, juguetes, y otros objetos. En las playas la degradación es mucho más
rápida, por causa de la radiación UV y las temperaturas más altas, que en
relación a lo que ocurre mar adentro; este proceso también lo favorece el
viento. Los microplásticos son ingeridos por peces, aves marinas, cetáceos,
etc., ocasionándoles problemas de salud, no solamente a los animales, sino que
también se introducen en nuestra cadena alimenticia. Este panorama se agrava
porque los plásticos tardan muchos años en degradarse hasta su desaparición,
dependiendo de la materia prima de la que fueron hechos; así, en tanto que el
polietileno de baja densidad tarda alrededor de 150 años, el PET puede dilatar
hasta mil años.
Según
los especialistas: “Se estima que esta isla de basura, situada en el sector
centro-norte del Océano Pacífico, tiene aproximadamente 1 millón y medio de
kilómetros cuadrados de superficie, es decir, una extensión de 1,5 millones de
kilómetros cuadrados de océano cubierto de toneladas y toneladas de basura,
sobre todo de microplásticos flotando en suspensión en la columna de agua”.
Estas islas se forman debido a los grandes giros que realizan las corrientes
oceánicas por acción de la rotación terrestre; de esta manera los residuos
platicos quedan atrapados sin poder salir.
Este
descomunal problema, aparentemente sin solución hasta ahora, parece que va
camino de resolverse gracias a la perspicacia de un joven holandés. Desde el
año 2014, diversos medios mundiales se hacían eco de esta iniciativa que fue
cogiendo cuerpo y logrando el financiamiento de muchos mecenas del mundo. Ello
permitió, constituir un equipo científico de alto nivel, investigar, ensayar,
realizar un prototipo, hacer pruebas y comenzar el proyecto a inicios de este
mes de septiembre. Boyan Slat, comenzó a sus 19 años a exponer este proyecto,
que consiste en un gran flotador en forma de tubo de unos 600 metros de
longitud que recoge la basura plástica que encuentra a su paso. Una cortina de
tela de 3 metros de profundidad, que cuelga del flotador, ayuda a recoger los
residuos plásticos ubicados por debajo de la línea de flotación, incluso los
microplásticos (más abajo de los tres metros la fauna marina se desplaza sin
consecuencias). La estructura aprovecha la acción del viento y las olas para
ganar impulso, facilitando la recogida de desperdicios.
Se
calcula que existen cinco grandes acumulaciones de residuos. El mayor de ellos,
llamado el "gran basurero del Pacífico", flota a la deriva en el
Pacífico Norte, entre California y Hawai. El sistema Boyant es una especie de
gran aspiradora, y podría acabar con cerca del 50% de la basura plástica en tan
solo 5 años. Hay que probar en la práctica la efectividad del sistema, en tanto
que algunos científicos dudan de sus bondades, por el bien de la humanidad,
ojalá tenga éxito.
Miguel Méndez Rodulfo
Caracas 28 de Septiembre de 2018
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