Pedro Luis Echeverría 26 de septiembre de 2018
El
régimen que desde hace demasiados años asola a este país, ha envilecido,
corrompido, empobrecido, dividido y destruido a personas, empresas, a valores
fundamentales de la sociedad venezolana y a la institucionalidad del Estado.
Una
muestra de tal aserto, la constituye la participación activa y hegemónica de
miembros del estamento militar en el proyecto totalitario del régimen que nos
desgobierna. Su presencia se ha acrecentado y ha involucrado, de forma
peligrosamente determinante, a la institución armada en la corresponsabilidad
de conducir los destinos de la Nación. Los efectivos militares, ejerciendo
diversas funciones, diferentes a las que le corresponde, han sido Ministros,
Viceministros, Presidentes de Institutos Autónomos y Empresas del Estado,
Embajadores y pare usted de contar, cogobiernan plenamente con el partido
político gubernamental y forman parte de la cúpula que actúa ineficiente y
corruptamente conduciendo el proyecto político del gobierno, por tanto, no pueden
evadir la enorme responsabilidad que corresponde atribuirles en el turbulento y
caótico balance que presenta Venezuela como consecuencia del largo tiempo que
este malhadado régimen lleva en el poder.
Con la
complicidad y desidia criminal de la institucionalidad del país, el otrora rol
de la Fuerza Armada ha cambiado. Se ha convertido en un partido político
armado, una beligerante fuerza de ocupación que desnaturaliza la visión que,
según lo establecido por la Constitución, está obligado a cumplir ese
conglomerado de individuos que portan el uniforme y las armas de la República
para la “defensa y salvaguardia” de la soberanía; ahora, son utilizadas para
acorralar, amedrentar y reprimir a una población que se resiste valientemente a
aceptar dócilmente las aberrantes imposiciones del régimen.
Vemos
como la capacidad disuasiva de la FAN es usada perversamente por la camarilla
de la cúpula castrense, para inhibir al pensamiento opositor y para amenazar
peligrosamente a una población pacífica y desarmada que quiere vivir en paz. La
FAN fue una institución al servicio de todos los venezolanos y es triste e
irritante verla sometida a los desvaríos mesiánicos de un segundón incapaz,
enloquecido por su fracasada alteridad con el que se fue y definitivamente
superado por la inmensidad de las responsabilidades inherentes al cargo que
ocupa. Desafortunadamente para la Nación, los integrantes de las FAN que han
participado y participan activamente en el desaguisado gubernamental, han
contribuido a sentar las bases para que el concepto de respeto y consideración
que la ciudadanía anteriormente le prodigara a esa Institución se vaya
diluyendo irremisiblemente.
Nuevas
apreciaciones relacionadas con el oscurantismo, negligencia, incompetencia,
mediocridad y corrupción constituyen, hoy por hoy, los parámetros con que
mayoritariamente se juzga y evalúa la actuación de la organización castrense.
Tales categorías de evaluación se fundamentan en elementos de facto reales. La
historia de los dieciocho años y fracción de desgobierno, nos relata una serie
de hechos y situaciones reñidos con la ética y el decoro en los cuales han
estado involucrados efectivos pertenecientes a los distintos componentes de la
fuerza armada.
Escándalos
de depredación y concupiscencia han estado a la orden del día y han llamado la
atención de los medios de comunicación nacional e internacional. Algunos
efectivos militares que han huido del país han comparecido y ofrecido sus
testimonios, tal vez en busca de reducción de penas y sanciones, ante gobiernos
y las organizaciones internacionales creadas para luchar contra la violación de
los derechos humanos, la delincuencia organizada, el narcotráfico y el
terrorismo. Como resultado, varios gobiernos y muchas de estas organizaciones
han colocado en sus listas de malhechores internacionales a destacados jefes y
a miembros subalternos de la FAN, íntimamente relacionados con estructuras
criminales que operan nacional e internacionalmente.
Pero
lo más grave e insólito del asunto y que causa profundo estupor es que muchos
de ellos actualmente ejercen relevantes funciones de gobierno en el régimen de
Maduro, sin que se les haya abierto, hasta ahora, ningún tipo de investigación
por parte de las instituciones del país responsables de velar por la
transparencia de los funcionarios al servicio del gobierno. Igualmente, la voz
del pueblo cuenta de escandalosos negociados en donde estarían involucrados
militares activos. Asimismo, organizaciones defensoras de los derechos humanos
han denunciado excesos y abusos de poder por parte de integrantes de la fuerza
armada; se les acusa de actuar en ilegales acciones de ajusticiamientos,
torturas, desapariciones y de la aplicación de violencia desmesurada.
En los
tiempos actuales, la institución que, tal vez, ha sufrido las peores
consecuencias del deterioro moral, el descrédito y el escarnio públicos ha sido
la fuerza armada. Se ha puesto en duda la calidad, honestidad de sus miembros y
la seriedad institucional de sus actividades.
Se la
juzga negativamente por la activa participación, responsabilidad e influencia
que tiene dentro del orden organizativo y ejecutivo del régimen y ello
contrasta, triste y dramáticamente, con la significancia y el respeto que, en
su momento, esos hombres y mujeres uniformados llegaron a tener en la memoria
del ciudadano de a pie. La actual FAN no es la que queremos y la que el país
necesita
Pedro
Luis
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