Ramón Flores 23 de septiembre de 2018
@liderhumano
Mientras
usted lee esto, hay niños venezolanos que en este momento van caminando junto a
sus padres por tortuosos caminos que conducen a distintas ciudades de Colombia,
Ecuador o Perú, en vez de estar recibiendo clases en el suelo que los vio
nacer.
Asimismo,
hay otros niños que también a esta hora no han comido y que sus padres han
decidido no enviarlos al colegio porque además no tienen con qué comprarle sus
útiles y uniformes. Pero eso no es todo.
Los
maestros sufren en carne propia los estragos del “socialismo” de Hugo Chávez y
Nicolás Maduro que han destruido a Venezuela: sin poder comprar ropa, calzado y
sufriendo por la falta de comida, efectivo y transporte para llegar a sus
respectivas escuelas. Son pocos los estímulos que tienen para formar esas
generaciones de relevo que requiere el país. Es por ello que junto a los que
una vez fueron sus alumnos, fueron echados de su país por esa desgracia llamada
“revolución del siglo XXI”, por lo que hoy están vendiendo caramelos en las
calles de Lima o arepas en las principales avenidas de Quito, mientras el
“presidente obrero” se deleita con lujosas cenas en Turquía.
Aulas
vacías y silenciosas son las que tenemos en el inicio de este año escolar. De
los de 7 millones 330 mil alumnos que según el Ministerio de Educación debieron
comenzar a recibir clases, al menos 3 millones se quedaron en casa o están en
otras naciones, de acuerdo a la cifras que manejamos en la Asamblea Nacional.
Pero
este desastre no es una “ineficiencia” del régimen de Maduro: este caos
planificado se articula con un pénsum académico que no se adapta a nuestra
realidad, y que va orientado a la formación de ese “hombre nuevo”, que
pregonaba el sanguinario asesino Ernesto “Che” Guevara, con niños con cerebros
afectados por la ausencia de alimentos nutritivos y que no cumplen con los
estándares básicos mundiales sobre una dieta correcta para esos pequeños que
estudian.
No hay
para la cesta básica que pasó de los 20 mil bolívares “soberanos” el mes pasado
según el CENDAS, solo los “enchufados” pueden adquirirla. El régimen se está
encargando de aniquilar esa educación que se caracterizaba durante los años de
la democracia por exportar talento a las mejores universidades del mundo, como
a las de Salamanca (España), Harvard (EEUU), o La Sorbona (Francia), entre
otras.
La
Venezuela “socialista” presenta una educación sin educación, sin valores, sin
ejemplo, sin épica y para muestra un botón: los estudiantes universitarios de
derecho, al analizar los poderes públicos, entenderán que hay dos Asambleas, la
Nacional y la espuria constituyente; que existen dos fiscales, una destituida
por cumplir la legalidad y otro nombrado por una ANC desconocida por el mundo;
unos magistrados que conforman el Tribunal Supremo de Justicia en el exilio, y
otros que “renunciaron ante la plenipotenciaria ANC”; amén que se declaró el
abandono del cargo de presidente de la República por el Parlamento por
incumplir sus deberes conforme a la Constitución, además que está siendo
juzgado en el exilio por delitos de corrupción específicamente por la millonada
que recibió en “comisiones” por el caso Odebrecht.
En
definitiva, tras dos décadas de “revolución” padecemos una anarquía social, con
una sociedad confundida y en la incertidumbre, al romperse el esquema de
Montesquieu referido al contrato social como norma de vida… Es por ello que los
que luchamos por salir de forma pacífica y democrática de esta pesadilla roja,
nos empeñamos en evitar que las generaciones próximas sean deficientes, torpes,
mediocres, incompetentes y tristes como las quieren “Maduro y su combo”.
Necesitamos
a todos nuestros jóvenes bien capacitados para reconstruir el país, una vez que
termine esta terrible pesadilla.
Ramón Flores
@liderhumano
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