José Domingo Blanco 22 de septiembre de 2018
@mingo_1
Para
seguir en el poder, Maduro sólo necesita seguir empobreciendo a los
venezolanos. Y está lográndolo con mucho éxito. Según las encuestas, Maduro no
goza ni siquiera del 17% de popularidad. Pero, ahí está: ileso en su rol de
dictador. Maduro, no tiene credibilidad, ni confianza, ni dólares. ¡Poco le
importa! Porque la dirigencia opositora tampoco tiene esos atributos: no tiene
credibilidad, ni nuestra confianza, ni los dólares. El problema está en que la
ventaja, la buena fortuna, sigue sonriéndole a Nicolás, quien se pasa por la
suela del zapato nuestras protestas –que supo cómo enfriarlas y aplacarlas-,
las amenazas de sanciones internacionales, los bloqueos económicos o los
posibles juicios en La Haya. No le teme a nada, por una sencilla razón: está
convencido del éxito de su modelo y, por tanto, es imposible que sus
actuaciones le acarreen consecuencias.
Ahora,
además, tiene a los chinos, a los turcos y a los rusos como aliados –
¿comerciales? – inyectándole los recursos y el respaldo que necesita para
seguir con su plan. Para Nicolás no hay vuelta atrás. Para él, nada de lo que
ha hecho, amerita rectificaciones. A menos que los reajustes sean para terminar
de implantar, consolidar y exportar el proyecto neocomunista.
En su
momento, a Fidel no le importó que Cuba fuera el burdel de la Unión Soviética.
¿Acaso a Nicolás le dolerá que Venezuela se transforme en el prostíbulo de sus
nuevos aliados comerciales? Maduro acaba de viajar a China y le ofreció algo a
los asiáticos que fue lo suficientemente atractivo como para que se firmaran
algunos acuerdos; acuerdos que hicieron sonar la caja registradora. ¿Cuál parte
de Venezuela le entregó Nicolás a China? ¡Cuidado con China! Este país se
posiciona como una potencia mundial, que demuestra no temerle a las decisiones
de Donald Trump. ¿Qué hay en nuestro país que le interese tanto a los
asiáticos? Porque, ya no es nuestro petróleo. O por lo menos, China no está
detrás de nuestro petróleo nada más. Hay algo en nuestras tierras que le
interesa y mucho. Y es esa presa, puesta en bandeja de plata por Nicolás, la
que ayudó a cerrar el trato y a darle más oxígeno al régimen.
Sin
embargo, hay una duda que queda en el aire ¿Cómo pagó Maduro los compromisos
con China? Desde hace dos años, los expertos en economía comenzaron a utilizar
la palabra default. Han insistido, cada vez que se aproximan las fechas en las
que el régimen debe honrar sus compromisos, que “Venezuela caerá en default”.
Nicolás, con ese morbo sádico que ha signado sus actuaciones y la de los
cómplices que le rodean, espera. Y espera. Y espera. Y en el último minuto,
cuando caer en default parece inminente: ¡paga lo que corresponde!… ¡Con
intereses incluidos! ¿De dónde saca los dólares para cumplir con los compromisos?
No lo sé. Algunos creen que esa capacidad de pago, solo la tienen los
narco-Estados.
Poco
le importa a Maduro que lo denuncien como violador de Derechos Humanos y autor
de crímenes de lesa humanidad. Poco le importa burlarse del hambre y la miseria
en la que vive Venezuela. A Nicolás, ese expediente que lo acusa y lo condena,
le rueda. Su propósito es producir más y más pobreza para, de manera
edulcorada, seguir esclavizando a los venezolanos. Y en su gesta empobrecedora
cuenta con unos, cada vez más poderosos, aliados: Rusia, China, Irán y Turquía
que lo mantienen en el poder. Aun cuando nosotros desconocemos qué ofreció a
cambio.
Sin
embargo, para quienes reclaman mi falta de optimismo ante la frase “el régimen
de Nicolás tiene los días contados” sólo les diré una cosa: no tengan la menor
duda de que Maduro y sus mafiosos estarán entre los más buscados del mundo.
Serán señalados como unos de los criminales más despreciables de la historia de
la humanidad. Detenerlos es un desafío que exigirá una acción internacional. Y
nosotros, como sociedad organizada, debemos emprender una cruzada para lograr
su captura. No es sencillo; pero, debemos empezar. La facilidad de cruzar
fronteras y volar a cualquier punto del planeta, han abierto un sinfín de posibilidades
a los prófugos de la justicia. Maduro y sus mafiosos no deben escapar. Nosotros
no podemos permitirlo. Quizá lo que necesitamos es una dictadura intelectual de
oposición, con uniformidad de criterios, que logre sacar a Maduro del poder.
Para salir de este régimen dictatorial, necesitamos que las oposiciones dejen
de pensar de forma individual y se conviertan en un equipo bien cohesionado y
unido bajo un solo lema. Para salir de una dictadura como la de Nicolás, está
comprobado que no se pueden utilizar métodos tradicionales democráticos.
Dictadura no sale con votos. No es la hora de un líder único de oposición. Es
la hora de un equipo opositor único, con los pantalones bien puestos.
José
Domingo Blanco
@mingo_1
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