SOLEDAD MORILLO BELLOSO 21 de septiembre de 2018
@solmorillob
Me
cansé de escuchar, leer y escribir enjundiosas descripciones de lo está
pasando. Me harté de sustantivos, verbos, adjetivos y adverbios. Estoy hasta el
moño de hipérboles y metáforas, de infinitas cadenas de rezos, de cientos de
palabras vertidas en comunicados cargados de denuncias, protestas y llantos. No
soporto ni una más de las miles de frases ingeniosas que inundan las redes. Ya.
No más.
Pasemos
por Dios a dejar de ser ceros acumulados a la izquierda. Dejemos de hablar de
los errores y desaciertos del pasado. Cesemos de meter a todo el liderazgo en
la molienda. Porque eso no sirve para cosa alguna, como no sea para que muchos
se paren frente al espejo y consigan coartada para declararse inocentes y
echarle la culpa a todos menos a sí mismos. Basta.
En
2019 habrá un referéndum para la aprobación o rechazo de la nueva constitución.
Me parece ociosa la discusión sobre si ese texto de la nueva bicha nace en una
asamblea nacional constituyente ilegal, inconstitucional e inválida y por tanto
lo que de ella salga es a su vez ilegal, inconstitucional e inválido. ¿Y? Eso
no va a cambiar la realidad, que es una: en 2019, como dentro de unos 9 ó 10
meses, una nueva constitución será presentada para su aceptación o no. Y no
podemos hacernos los desentendidos o, peor, gastarnos en pretender que no
ocurra ese proceso electoral. Porque con o sin la participación de la mayoría
de electores, referéndum va a haber, sí o sí.
Entonces,
el debate no es sobre si vamos a participar o no, es sobre montarnos ya en una
estrategia y una táctica para ganar. Algunos numeritos nos pueden servir: si
los votos son simples (1 ciudadano 1 voto) necesitamos unos 8 millones para
ganar. Los técnicos sabrán decirnos con precisión matemática cuántos votos son
necesarios para triunfar si se presenta el caso de votos simples y votos
sectoriales. Pero imagino que quizás unos 500 mil más. Como en cualquier plan,
hay que determinar claramente dónde están esos electores, cómo son, qué edad
tienen, a qué se dedican, si tienen hijos, si tienen familiares que tuvieron
que emigrar, cómo han votado en el pasado, etc. Un proceso electoral de esas
características no se gana montando una campaña de hablarnos entre nos ni
haciendo como los curas que regañan a los que están en la iglesia por los que
no van a misa. Es imprescindible tener datos demográficos y psicográficos.
Este
proceso tiene una ventaja: la unidad de los factores de oposición es un
requisito sin costo para los involucrados. No hay partidos políticos, no hay
competencia de liderazgos ni concursos de popularidad. No hay "me gusta
éste/ésta" o "detesto a éste/ésta". Ninguno en la unidad llega
de primero, de segundo o de último. La victoria es colectiva. Y nos pone, otra
vez, a defender la constitución de 1999, que es la única que a hoy tirios y
troyanos reconocemos. Al pretender cambiar la Constitución, Maduro no sólo va a
ir contra la oposición sino contra Chávez.
Nueve
o diez meses. Es a la vuelta de la esquina. Trabajemos para vencer en ese
referéndum.
SOLEDAD
MORILLO BELLOSO
@solmorillob
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