DW 06 de mayo de 2019
La reunión entre Pompeo y Lavrov sobre
Venezuela no tuvo resultados concretos, pero, al menos, entre EE. UU. y Rusia
"hubo un diálogo", dijo experto a DW, explicando los motivos.
"Estamos
categóricamente en contra de una intervención militar. El uso de la fuerza solo
puede ser autorizado por el Consejo de Seguridad de la ONU o utilizada en
respuesta a una agresión contra un estado soberano. En Venezuela no se observa
nada parecido a esto", afirmó este lunes (6.05.2019) el ministro de
Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, al abordar el tema de Venezuela
durante una reunión con su homólogo estadounidense, Mike Pompeo, en el marco de
un encuentro ministerial del Consejo Ártico celebrado en Rovaniemi (Laponia
finlandesa).
"Es
poco probable que haya resultados concretos tras la reunión del ministro de
Relaciones Exteriores de Rusia y el secretario de Estado de Estados Unidos en
Helsinki", afirma al respecto Viktor Lazarevich Heifez, profesor de
Historia de las Relaciones Internacionales en la Universidad de San
Petersburgo. El jefe de la diplomacia estadounidense exigió a su homólogo ruso
la retirada de los soldados rusos de Venezuela.
"Por
razones geopolíticas, Rusia no puede hacer eso", explicó Heifez en
entrevista con Deutsche Welle. Los Estados Unidos tampoco pueden ceder.
Washington continúa apoyando al autoproclamado presidente interino Juan Guaidó,
como hizo desde un principio. "Eso fue un error, pero ahora los
estadounidenses no pueden admitirlo", opina Heifez.
El hecho de que haya diálogo es ya una
buena noticia
"Al
menos se hablan", dijo Dimitri Rosental, del Instituto Latinoamericano de
la Academia de Ciencias de Rusia. Solo eso ya es un éxito, valoró en entrevista
con DW. Pero tampoco él cuenta en ningún caso con que se alcance compromiso
alguno respecto a Venezuela. "Las posiciones de ambos países están
demasiado alejadas". Venezuela es un socio importante de Rusia que ha
venido comprando armas rusas en los últimos años, añadió.
Además,
Rusia ha invertido entre 17.000 y 23.000 millones de dólares en Venezuela
durante los últimos 15 años, según diversas estimaciones, dijo el profesor
Heifez. "Rusia no quiere arriesgarse a perder este dinero", aseveró,
algo que podría pasar si hubiera un cambio de gobierno en el país
latinoamericano. China, por cierto, también invirtió más de 70.000 millones en
Venezuela durante el mismo período, sostuvo, lo que explicaría por qué Moscú y
Pekín empujan en la misma dirección en Venezuela.
El
interés de Rusia en Venezuela existe desde hace tiempo. Ya en 2013, Igor
Setchin, director general del gigante petrolero ruso Rosneft, anunció
inversiones por valor de miles de millones en la industria petrolera de
Venezuela. Ambos países colaboran también para promover el gas en el país.
Además, Rusia tiene intereses en numerosas empresas de productos básicos en
Venezuela.
Aún
más importantes para el Kremlin que estas inversiones, sin embargo, son los
intereses estratégicos en América Latina, señaló Heifez, y Venezuela fue uno de
los pocos Estados que reconocieron la independencia de Osetia del Sur y
Abjasia. Ambas regiones pertenecen a Georgia, según la visión occidental, pero
con la ayuda del Kremlin se han independizado, continuó. Venezuela además
también apoyó numerosas iniciativas rusas, subrayó. Dimitri Rosental coincide
con esta visión. Él considera a Venezuela un aliado político de Rusia, incluso
en la disputa sobre Ucrania.
Otro
motivo político para involucrarse en Venezuela es mostrar a los estadounidenses
que Rusia está activa en su hemisferio, dijo Heifez. Después de todo, Estados
Unidos también está involucrado en Ucrania y el Mar Negro, considerados por
Moscú como dentro de su esfera de influencia, apuntó.
Según
Heifez, la lucha de poder en Venezuela no se puede resolver por medios
militares. "Podría provocar enfrentamientos que tuvieran impacto en todo
el continente latinoamericano". Hace solo unos meses, el experto creía que
Rusia no tenía los recursos para apoyar militarmente al presidente Maduro.
"Entretanto ya no pienso igual". Una derrota militar de Maduro
supondría para Moscú una imagen de debilidad que no quiere mostrar. Pero Rusia
no tiene que enviar miles de soldados a Venezuela para crearle problemas a
Estados Unidos. Tan sólo algunos "mercenarios privados podrían provocar
tal caos", explicó Heifez, "que quienquiera que fuera a gobernar el
país no podría controlarlo completamente". Un plan así sería suficiente
para dejar en claro a Washington que no puede dominar la región, aseveró. Y no
cree que Rusia envíe más tropas a Venezuela: los que están ya allí pueden ser
suficientes.
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