Por Leonardo Carvajal
La primera vez que lo hice
fue a mediados de 1993, en la ponencia central sobre educación que presenté en
el Encuentro Nacional de la Sociedad Civil, celebrado en la UCAB de Caracas. En esa ponencia, razoné
críticamente sobre lo que llamé en ese entonces “algunas aristas de una
racionalidad contrahecha sobre la educación”. ¿A qué me refería en ese entonces?
Algunas conceptualizaciones muy difundidas, verdaderos lugares comunes sobre la
educación que no atinaban a mostrarla e interpretarla con certeza. A partir de
esa convicción, me atreví a señalar que “si desvencijada anda nuestra
educación, mucho más todavía lo están los modos de entenderla. Renovar la cosa
en sí, la educación, requerirá también redefinir, reestructurar, remozar, el
pensamiento que sobre ella tenemos”.
Esa inquietud por tratar de
abordar las deficiencias y las inconsistencias en nuestros modos de razonar y
entender la dinámica de las realidades educativas la he mantenido desde ese
entonces. Hace una década publiqué un libro, editado en el estado Táchira por
la gobernación del mismo, en el que apuntaba a algunos mitos educativos. He
seguido pensando en esa misma onda. Formularé ahora una decena de lo que llamo
mitos educativos en este primer artículo, para irlos desbrozando en sucesivas
entregas, entendiendo la palabra mitos en el sentido lato que le da el
Diccionario de la Real Academia Española: “Relato o narrativa que desfigura lo
que realmente es una cosa”.
Uno de los mitos que hizo
fortuna en el imaginario colectivo de empresarios, políticos y educadores desde
mediados del siglo XX fue la creencia de que “la educación no forma los recursos
que la economía necesita”. Similarmente, desde hace varias décadas, tirios y
troyanos tienden a pensar que “La televisión destruye en la noche lo que la
escuela construye en el día”. Esta creencia mítica es el fundamento de la visión
peyorativa sobre los medios de comunicación presente tanto en la Ley Orgánica
de Educación de 1980 como en la Ley Orgánica de Educación del 2009.
También, esta vez desde
mediados del siglo XIX, se ha manejado el mito de que el mejor antídoto contra
la criminalidad es el incremento de la educación. Desde la primera formulación
que hizo José María Vargas de esa idea arribamos hasta las que han hecho
Aristóbulo Istúriz en los años noventa del siglo pasado y Henrique Capriles en
el siglo XXI. Analizaremos más adelante las falacias contenidas en esa
creencia.
Contemporáneamente, nos
encontramos con formulaciones del gobierno chavista sobre la esencia de la
educación que son claramente míticas. Una de ellas, planteada años atrás por el
sociólogo Carlos Lanz: “La escuela debe ser el centro del quehacer comunitario”.
Lo curioso es que desde comienzos de los años ochenta, en la época del gobierno
de Luis Herrera Campíns, ese criterio fue enunciado por representantes del
Ministerio de Educación.
Más recientemente, hay otras
formulaciones exclusivas del chavismo, como la relativa a que “Venezuela es un
territorio libre de analfabetismo” o aquella que reza: “Ahora sí incluimos a
todos en la educación”. Ambas las examinaré más adelante con sentido del
realismo histórico. De la misma manera que valdrá la pena evaluar la alarmista
creencia que formularon hace pocos años algunos eclesiásticos: “Van a sacar a
Dios de las escuelas”, a propósito de las reformas curriculares que el chavismo
estaba tratando de implantar. Y otra creencia mítica que han compartido los
unos y los otros se ubica en el terreno de las potencialidades del sistema
educativo. Creen que “el Gobierno ideologizará a todos a través de la
educación”.
Son todos estos meros
enunciados por ahora. De uno a uno los iré analizando en sucesivas entregas.
También con alguna frecuencia me referiré a mitos políticos como, por ejemplo,
el dogma de que “una dictadura no sale con votos”. Espero, ejercitar lo que
alguna vez Fernando Pessoa denominó “la inteligencia crítica propiamente
intelectual”, aquella que una vez determinadas las inconsistencias de los modos
de razonar y entender la realidad, se aplica en “reelaborar el argumento” para
llevarlo “a la verdad donde nunca estuvo”.
02-12-19
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