Por Marino J. González R.
Los pronósticos sobre la
economía internacional ya contenían indicios de preocupación a finales del año
pasado. También se habían publicado reducciones en las expectativas de
crecimiento en muchos países. Es muy poco probable que los organismos internacionales
y centros de análisis hayan incluido en sus escenarios la aparición de un
factor como el nuevo coronavirus que ha copado la atención mundial en las
últimas semanas.
Que el nuevo coronavirus
haya sido identificado en China, en el contexto de un gobierno comprometido con
llevar el país a las fronteras del desarrollo tecnológico y la innovación,
expresa que en las dimensiones ultramicroscópicas también existen potentes
restricciones para el bienestar de los países. Muchas de las interrogantes
sobre el nuevo coronavirus implican realizar investigación de altísimo nivel,
en corto tiempo, con el concurso de las mejores capacidades. Sin embargo, al
día de hoy, la situación luce apremiante, dado el aumento del número de casos y
de fallecidos (más de 1.000 al momento de escribir). La ausencia de referentes
con respecto a la evolución de la epidemia afecta las estrategias de organismos
internacionales, gobiernos y empresas a escala global. Al menos tres grandes
tendencias se pueden anticipar.
La primera está vinculada a
la demanda por reducir rápidamente el nivel de incertidumbre. Esto, en primer
lugar, supone garantizar el acceso a la información más precisa posible, tanto
para los organismos especializados como para medios de comunicación y
organizaciones civiles. La difusión oportuna de esta información es un
requisito para la toma de decisiones de todos los actores involucrados. En
segundo lugar, se requiere la generación con la mayor rapidez posible de los
análisis e investigaciones sobre la evolución y características de la
enfermedad. La visita de un equipo internacional de la Organización Mundial de
la Salud (OMS) a China en esta semana, expresa la importancia de la cooperación
y la definición de estrategias que aumenten a la brevedad la disponibilidad de
conocimientos para enfrentar la epidemia.
La difusión que ha tenido la
enfermedad en esta semanas, expresadas en el número de casos y muertes, así
como en el número de países en los cuales se han identificado casos, es la
segunda tendencia a destacar. En los casos previos de epidemias de coronavirus,
las dimensiones fueron menores.
De allí que los efectos en
la actividad económica, por ejemplo, en el caso de China, también serán mayores
probablemente, especialmente por representar este país el 16% de la economía
global.
En el caso del Síndrome
Respiratorio Agudo Severo (SARS), la reducción del crecimiento económico en
China en la primera parte del año 2003, fue recuperada en el segundo semestre.
Actualmente, la prolongación de la cuarentena en varias ciudades chinas ha
traído como consecuencia el cierre de empresas que a su vez ha ocasionado la
interrupción de múltiples cadenas productivas, dentro y fuera del país. Los
efectos de esta caída productiva, especialmente por el mayor grado de
vinculación con la economía global, tendrán implicaciones tanto en Asia cono en
Estados Unidos (20% de las exportaciones chinas están dirigidas a Estados
Unidos). En la medida que aumente la caída productiva de China, los riesgos de
un efecto global también aumentan.
La tercera tendencia está
relacionada con los sistemas de salud tanto en los países avanzados, como en
los países con mayores restricciones financieras y organizativas. Estos efectos
son al menos de dos tipos. El primero es técnico. Los procesos para realizar el
diagnóstico, aislamiento y tratamiento de pacientes no están disponibles en
muchos países, al menos en toda la extensión del territorio. Esta circunstancia
obliga a actuar con rapidez para adaptarse a estas nuevas exigencias. En el
contexto de las tradicionales limitaciones de muchos de estos sistemas de
salud, la efectividad para realizar estas adaptaciones luce inadecuada. El
segundo efecto es todavía más crítico. Está asociado con el impacto en las
actividades ordinarias en los sistemas de salud. La presión totalmente
justificada para desplazar recursos y servicios para la atención de la epidemia
ocasionará que disminuya la concentración en otros problemas.
La epidemia del nuevo
coronavirus es una prueba de gran envergadura para la cooperación
internacional, la economía global y los sistemas de salud. De allí la
importancia de acometer con urgencia las estrategias globales necesarias. La
anticipación es con seguridad la consigna del día, especialmente en los
gobiernos nacionales y en los organismos internacionales.
12-02-20
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