FÉLIX PALAZZI sábado 3 de enero de 2015
Doctor en Teología
Vivimos en una realidad profundamente
polarizada. Es cierto que nuestro mundo se encuentra confrontado por la
dinámica de la polarización y no somos los únicos. Pero para nosotros es hoy
vital desmontar esta lógica que sólo beneficia a unos pocos y termina por
generar una realidad violenta e inhumana para todos.
La polarización siempre se ha valido de herramientas como el dualismo ("nosotros somos los buenos y ellos los malos"); una mezcla de maniqueísmo y gnosticismo ("sólo nosotros tenemos el mejor sistema o fórmula para vencer y superar los males"); y una perspectiva apocalíptica ("sin nosotros no hay futuro posible").
El cristianismo en estos días celebra un acontecimiento de suma importancia. Un Dios, que sin dejar de ser Dios, se ha hecho hombre. Lo que para algunos podría ser muy contradictorio nos puede ayudar a reflexionar lo que vivimos. Un Dios que, en Jesús, es plenamente Dios y plenamente hombre. Hay quienes entienden esto como una suerte de polarización entre lo divino y lo humano. Pero no es así. Lo divino revela que sí es posible vivir la "identidad en las diferencias". Nos enseña a contemplar lo sagrado y único de cada rostro humano sin absolutizar las diferencias, sino formando comunión.
Toda polarización es negativa porque sólo beneficia a unos pocos. Muchas veces es propiciada por quienes detentan el poder y la usan para mantenerse. No podemos convivir así. Es necesario crear una forma alternativa, recuperar la comunión. Las instituciones del país se encuentran agotadas por estar inmersas en tantos conflictos. Muchos sólo esperan que surja un líder que represente lo mejor de los dos grupos y retome el lenguaje civil y civilizado, uno que deje atrás el lenguaje bélico y de odio, alguien que represente a esa "identidad nacional pero en las diferencias". En fin, alguien que promueva caminos de reconciliación. Posiblemente estemos lejos de ello. Aún no hemos aprendido a dejar atrás los anhelos mesiánicos que tanto daño han hecho.
Despolarizar la realidad es un esfuerzo común. De ello depende nuestra sanidad mental y calidad de vida. Es necesario crear puentes desde los cuales logremos tener un contacto real con lo que sucede en el país. Muchas veces pensamos que la realidad se limita a lo que rodea a cada quien y vemos al "otro" como adversario, enemigo o salvaje.
Por ello, despolarizar exige aceptar que hay valores universales que son absolutos y no negociables en todo proceso de reconstrucción nacional, tales como la justicia y la verdad. Si no aceptamos que la justicia debe custodiar la vida de todos, y no únicamente la de los "míos", entonces nunca saldremos de la lógica de la violencia y la venganza, de donde brotarán siempre nuevas injusticias.
Si no entendemos que debemos buscar la verdad entre todos y luchar por la justicia, continuaremos viviendo una distorsión ideologizada de la realidad. Para despolarizar, la sociedad civil debe apoyar y fortalecer las iniciativas civiles que busquen la verdad y defiendan el derecho de los pobres, las víctimas y los perseguidos con el fin de reconstruir la comunión nacional y crear una alternativa.
FÉLIX PALAZZI
La polarización siempre se ha valido de herramientas como el dualismo ("nosotros somos los buenos y ellos los malos"); una mezcla de maniqueísmo y gnosticismo ("sólo nosotros tenemos el mejor sistema o fórmula para vencer y superar los males"); y una perspectiva apocalíptica ("sin nosotros no hay futuro posible").
El cristianismo en estos días celebra un acontecimiento de suma importancia. Un Dios, que sin dejar de ser Dios, se ha hecho hombre. Lo que para algunos podría ser muy contradictorio nos puede ayudar a reflexionar lo que vivimos. Un Dios que, en Jesús, es plenamente Dios y plenamente hombre. Hay quienes entienden esto como una suerte de polarización entre lo divino y lo humano. Pero no es así. Lo divino revela que sí es posible vivir la "identidad en las diferencias". Nos enseña a contemplar lo sagrado y único de cada rostro humano sin absolutizar las diferencias, sino formando comunión.
Toda polarización es negativa porque sólo beneficia a unos pocos. Muchas veces es propiciada por quienes detentan el poder y la usan para mantenerse. No podemos convivir así. Es necesario crear una forma alternativa, recuperar la comunión. Las instituciones del país se encuentran agotadas por estar inmersas en tantos conflictos. Muchos sólo esperan que surja un líder que represente lo mejor de los dos grupos y retome el lenguaje civil y civilizado, uno que deje atrás el lenguaje bélico y de odio, alguien que represente a esa "identidad nacional pero en las diferencias". En fin, alguien que promueva caminos de reconciliación. Posiblemente estemos lejos de ello. Aún no hemos aprendido a dejar atrás los anhelos mesiánicos que tanto daño han hecho.
Despolarizar la realidad es un esfuerzo común. De ello depende nuestra sanidad mental y calidad de vida. Es necesario crear puentes desde los cuales logremos tener un contacto real con lo que sucede en el país. Muchas veces pensamos que la realidad se limita a lo que rodea a cada quien y vemos al "otro" como adversario, enemigo o salvaje.
Por ello, despolarizar exige aceptar que hay valores universales que son absolutos y no negociables en todo proceso de reconstrucción nacional, tales como la justicia y la verdad. Si no aceptamos que la justicia debe custodiar la vida de todos, y no únicamente la de los "míos", entonces nunca saldremos de la lógica de la violencia y la venganza, de donde brotarán siempre nuevas injusticias.
Si no entendemos que debemos buscar la verdad entre todos y luchar por la justicia, continuaremos viviendo una distorsión ideologizada de la realidad. Para despolarizar, la sociedad civil debe apoyar y fortalecer las iniciativas civiles que busquen la verdad y defiendan el derecho de los pobres, las víctimas y los perseguidos con el fin de reconstruir la comunión nacional y crear una alternativa.
FÉLIX PALAZZI
Doctor en Teología
felixpalazzi@hotmail.com
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