Por Jesús Alexis González, 11/05/2015
La economía es una ciencia que
estudia las relaciones entre fines y medios escasos, susceptibles de usos
alternativos; es decir se ocupa de los problemas derivados de la escasez (alimentos de la dieta básica a
efectos de este artículo) entendida como el deseo de adquirir cierta cantidad
de bienes superior a lo disponible. Es claro, dentro de un marco de obviedad, que en materia de alimentación no existe el costo de oportunidad(dejar
de comprar alimentos para dedicar los ingresos a otros usos) ya que renunciar
(voluntariamente) a ellos implica hambre, y desnutrición.
Resulta pertinente destacar, que en
la Venezuela de los últimos años se ha construido un referente ideológico contra el sistema de mercado (confundiéndolo
con capitalismo), cuya evidencia de origen podemos ubicarla en el año 2003
cuando el Gobierno Nacional fijó precio a ¡120
artículos! en vanidoso alarde de
planificación centralizada, que a la postre propició un rumbo inflacionario que
nos llevó hasta el liderazgo mundial. En el mismo 2003, bajo los lineamientos
del Plan de la Patria 2003-2007, se
estableció el control de cambio, se creó
Cadiviy se intensificó el control de precios que en expresión del Presidente de
la Republica eran ¡controles políticos!
Posteriormente en 2004, se crea la Misión Che Guevara reorientada en 2007
(Decreto 5.545) con la finalidad, indicaron, de transformar el sistema
socio-económico capitalista por un modelo
económico socialista comunal(léase, “modelo” económico como una
representación simplificada de algún aspecto de la realidad económica que
pretende estudiar); en íntima vinculación con la Misión Alimentación(redes de distribución de alimentos) y con la Gran
Misión Agro Venezuela a efectos de impulsar la soberanía
agroalimentaria apoyándose en el Sistema
Socialista de Producción, Almacenamiento, Distribución y Consumo de Alimentos a
la luz de un “modelo económico” que impulsaría, sostuvieron, la producción con
la participación de las Comunas bajo
la figura de Unidades de Producción Social.
La horizontalidad del
intervencionismo gubernamental en el ámbito alimentario, se amplía con el Plan Integral de Desarrollo Agrícola
2008-2009bajo la premisa de un Plan
de Batalla por la Soberanía Alimentaria 2006-2015 teniendo como objetivo
impulsar un “modelo” de producción agrícola socialista, consagrando en los
objetivos específicos incrementar la producción de los rubros prioritarios en
torno al funcionamiento de los Polos
Agrarios Socialistas bajo la órbita de los Fundos Zamoranos; al tiempo de rescatar y regularizar tierras a
nivel nacional para la construcción del socialismo agrario, teniendo como
eslogan: Todas las manos a la siembra
rumbo a la soberanía alimentaria. En la misma orientación se inscribe el Programa de la Patria 2013-2019, al
establecer en su objetivo nacional: “propulsar la transformación del sistema
económico, para la transición al socialismo bolivariano, trascendiendo el modelo rentista petrolero
capitalista hacia el modelo económico productivo socialista” (¿?); para lo
cual, sostienen, ha de fortalecerse el sistema de distribución directa de los
insumos mediante cadenas de distribución
Estatales, comunales y mixtos. Hacemos
un alto para formularnos una interrogante: ¿cuenta el sector público con
una flota vehicular para hacer frente a una “Misión Transporte Nacional de
Alimentos”? A todo evento, tal “Misión” ha de armonizar funciones con el sector
privado (como pauta la sana economía) bajo niveles de eficiencia como el
alcanzado, p.ej, por una empresa que en la actualidad trabajando al 100% de su
capacidad instalada (49% del total nacional) genera cerca del 50% de la
producción nacional de harina precocida, al tiempo de atender 38.000
establecimientos y movilizar 78.000 TM de alimentos con 520 gandolas y 250
viajes diarios; correspondiéndole al Gobierno atender 22.000 Centros de
Abastecimiento adscritos a Mercal, para lo cual se han
reservado cerca del 60% de los canales de distribución e importa la mayoría de
los alimentos (ante la baja producción de las empresas socialistas) para luego
colocarlos a “precios subsidiados”; todo lo cual repercute en un maltrato del
aparato productivo nacional a la par de estimular el tráfico ilegal de
alimentos.
Continuemos.
La escasez persistente y sistemática, que según algunos voceros del oficialismo
es consecuencia de la presencia de “empresas privadas parasitarias no
productivas”, del “acaparamiento doméstico” y de una “guerra económica” (¿?),
se convierte irreversiblemente en un racionamiento
(característico de un conflicto bélico) impulsado como una política gubernamental (¿distribución
de lo poco?), tal como lo refleja la instrumentación de variadas estrategias: tarjeta
electrónica para consumo, captahuellas, registro biométrico, atención al
consumidor de acuerdo a su cedula de identidad, humillantes colas, entre otros
operativos. La perversa relación escasez-inflación,
provoca múltiples distorsiones desde la pérdida de los precios relativos al
igual que un desabastecimiento de
alimentos que supera en promedio el 30% (hasta más del 92% para algunos
rubros), una elevación en el costo de la canasta alimentaria que para marzo
2015 se ubicó en Bs 20.920 (¡equivalente a 3 salarios mínimos!); así como la
aparición del denominado “bachaquero”
que actúa en gran medida en intima correspondencia con la “buhonería” en aras de revender en la calle o casa por casa los
alimentos por un precio hasta 19 veces superior al regulado. Es de Perogrullo
señalar, que la escasez de alimentos básicos motoriza tal “forma de
distribución” habida cuenta del desequilibrio entre los deseos de la población
y la presencia de alimentos para satisfacerlos, con el agravante que según las
“recientes” estadísticas del BCV el incremento en los precios de los alimentos
entre mayo 2013 a mayo 2014 fue de un 76,2% (estimamos que para mayo 2015
superará el 160%).
Desde otro ángulo complementario,
resulta de trascendencia acotar que ante la reducción de las importaciones como
consecuencia de la disminución del ingreso de divisas en más de un 50% para el
2015 (mercado petrolero), el exceso de controles (cambio y precios), la
expansión de la liquidez monetaria, las nacionalizaciones y expropiaciones, el
elevado gasto público clientelar, la dictadura inflacionaria, el atroz régimen
cambiario, entre otros hechos, se ha originado una desaceleración de nuestra economía desde el IV trimestre 2012, al
extremo que según el Fondo Monetario Internacional con base al tamaño del PIB
2014 en América Latina, Venezuela fue desplazada del quinto lugar
por Chile y apenas superamos a Perú por US$ 2.900 millones, ¡y viene en
ascenso!.
Reviste
carácter de urgencia, que el Gobierno Nacional inicie el desmontaje progresivo
de los controles (divisas y precios) al tiempo de establecer, en conjunto con
el sector privado, un clima de confianza
hacia el sistema de mercado (véase China y la Federación de Rusia)
sustentado en la libre iniciativa y en la seguridad jurídica a la luz de un
Estado Democrático y de Justicia. Por otra parte, los ciudadanos debemos
superar el “efecto resignación” (¡al
menos conseguí esto!) y enarbolar las exigencias para el cumplimiento
gubernamental del mandato constitucional referido a la soberanía alimentaria.
Economista Jesús Alexis González
@jesusalexis2020
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