José Guerra
La inflación que hoy sufre
Venezuela se debe esencialmente al grave desajuste fiscal, reflejado en un
déficit fiscal de más de 15,0% del PIB, que el gobierno financia recurriendo a
la impresión de dinero por parte del Banco Central de Venezuela. Unas
autoridades monetarias irresponsables e ineptas están provocando la destrucción
del bolívar por la inflación que están generando. A su vez, el déficit fiscal
se causa por un régimen cambiario absurdo que obliga a PDVSA a vender sus
divisas a una tasa de cambio absurda. De todo este embrollo financiero no tiene
la culpa los trabajadores, pensionados y jubilados quienes viven de su trabajo.
Por tanto, el alza de precios que se experimenta en Venezuela no se debe a que
los salarios hayan aumentado más de la cuenta. Las elevadas inflaciones y las
hiperinflaciones, como la que padece Venezuela, siempre tienen un origen
fiscal, no salarial.
En 2014, el poder
adquisitivo de las remuneraciones de los trabajadores activos y jubilados
registró una disminución de 12,0% en tanto que en los siete primeros meses de
2015, la inflación acumulada es superior al 80,0%. Sin embargo, el
aumento de sueldos, salarios, pensiones y jubilaciones que acordó el gobierno
se situó en apenas 30,0%. Esto sugiere que los ingresos por el trabajo se están
rezagando significativamente del alza de precios, con lo cual se profundiza la
contracción del poder adquisitivo de los trabajadores, los pensionados y
jubilados. Ello va a incidir negativamente en una caída de la demanda agregada
de la economía, toda vez que el consumo privado presenta más del 60,0% del gasto
total. No hay crecimiento económico con salarios deprimidos. ¿Quiénes podrán
comprar los productos que elaboran las empresas si los salarios están por el
suelo?
No se le puede pedir a un
trabajador que espere con los brazos cruzados, mientras pasa hambre, que
aumente la productividad de la economía o que el gobierno se decida a bajar la
inflación para que se le ajuste su salario. El salario es el mecanismo de
protección con el cual cuenta el trabajador para defender su poder adquisitivo,
por cuanto otros factores como la eficiencia de la economía no depende de lo
que él haga.
El aumento propuesto debería
ser de 50,0% para todas las escalas de sueldos, salarios, pensiones y
jubilaciones para de esta manera reponerle al trabajador lo que la inflación le
ha quitado. Entendemos las dificultades de muchas empresas para poder sufragar
los aumentos de salarios. Pero también hay que entender a los trabajadores
cuando al recibir su pago se encuentran que éste es insuficiente para comer.
Para que el aumento de las remuneraciones
no se diluya debido al aumento de los precios, el mismo debe ir acompañado de
una política fiscal y monetaria que evite el financiamiento con dinero del
déficit fiscal. Para ello hace falta hacer cambios en la política económica,
tanto coyunturalmente como de fondo. Con el actual esquema cambiario de tasas
múltiples y la asfixia que para PDVSA representa negociar sus divisas a una
tasa de cambio excesivamente baja, no parece que pueda haber una solución
razonable a la actual debacle de la economía. Pero en última instancia, se
trata de cambiar el actual modelo económico que está llevando al país a la
ruina.
09-08-2015
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