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domingo, 2 de agosto de 2015

Misión desaliento por alberto.lovera@gmail.com en Tal Cual


ALBERTO LOVERA 



No hay que equivocarse. La caída de adhesión al actual elenco gobernante es indiscutible, convirtiéndolo en una minoría política y social, y lo saben. También, no se olvide, que sigue contando con muchos recursos de poder que no tiene escrúpulos de utilizar de manera cada vez más abusiva. Su objetivo es desalentar para que la actual correlación de fuerzas adversa que reclama una nueva conducción no se exprese, haciendo creer que son un poder inexpugnable. Nada más engañoso. Si la nueva mayoría se pronuncia quedará al descubierto que ya no cuentan con el apoyo necesario para continuar en el poder. De allí que intenten disuadir a quienes se le oponen que lo hagan.

Si en otros procesos electorales hemos sido testigos de un conjunto de operaciones de ventajismo y abuso que no dejan dudas que la alternativa democrática no se ha enfrentado a un adversario político sino al Estado mismo, colocando todos sus recursos y poder al servicio de una bandera política, en esta ocasión será de mucha mayor intensidad.

Ya lo hemos visto. La designación del árbitro electoral absolutamente sesgado, la utilización de las inhabilitaciones para intentar sacar del juego a liderazgos opositores, el cambio arbitrario de las reglas del juego, el uso descarado de los recursos públicos para la promoción electoral de los candidatos oficialistas, el bloqueo de la legalización de nuevas organizaciones de electores críticos, el estímulo a grupos que puedan mermar el caudal electoral de la oposición, y otra serie de medidas político-administrativas que veremos aparecer a lo largo de los próximos meses, todas orientadas a complicar la expresión de las fuerzas emergentes y a desalentar a sus seguidores.

Todas estas operaciones son acompañadas por las ejecutadas directamente desde el Estado, tratando de generar una impresión de mejoría de la situación caótica en la que se encuentra la economía nacional y sus efectos sobre la vida de los ciudadanos. Obtener recursos a como dé lugar para moderar la situación de desabastecimiento en el período preelectoral aunque sea por un tiempo breve, pero entrampados por una inflación galopante ante a la cual no se le ponen correctivos; operaciones demagógicas que generen ilusiones de inclusión social, como las ensayadas con un acceso masivo a las universidades, cuyos efectos perversos sólo serán evidentes después de las elecciones; multiplicación de anuncios de programas sociales existentes o nuevos sin ningún sustento, pretendiendo con ello esconder el enorme fracaso de la gestión gubernamental, cada vez peor evaluada por sus destinatarios de sectores populares.

Esta operación doble de intentar mostrar un poder capaz de disuadir la expresión democrática de la nueva mayoría, y en paralelo de dar la impresión de que la crisis económica puede ser moderada por acciones efectistas, sólo es posible si la gente no se expresa. La mala noticia para los actuales inquilinos del poder es que aunque es creciente la desconfianza en los mecanismos institucionales que manejan de manera arbitraria y discrecional, hay una voluntad mayoritaria para expresar su rechazo al actual estado de cosas mediantes los mecanismos constitucionales y electorales disponibles.


El asunto no es sencillo, aunque la actual correlación de fuerzas es claramente favorable a quienes quieren un cambio de conducción, la próxima competencia electoral es por circuitos, no basta una mayoría nacional, que ya existe, es necesario sumar uno a uno en cada circunscripción, para que la mayoría de votos signifique una mayoría de diputados, no sólo de votos.

La posibilidad de un cambio es cada vez más posible. Hay que neutralizar la Misión Desaliento, que busca que quienes están insatisfechos no se manifiesten, que es la apuesta y el intento de la cúpula del poder para sobrevivir y perpetuarse. Para que esto suceda, no basta mostrar desacuerdo, hay que participar, en este caso, salir a votar. Con una avalancha de votos por el cambio no hay mucho espacio para el uso de los recursos de poder discrecional y la arbitrariedad de la cúpula del poder actual. Aunque los inquilinos del poder tengan la tentación de patear la mesa, se encontrarán con una expresión popular incontrovertible. Tendrán que aceptar, más allá de sus deseos, que tienen que dejarle paso a otros, pues después de más de una década larga en el poder (más de tres períodos presidenciales de los de antes), si no pudieron labrar una senda mejor para nuestro país deben dejar que otros los intenten, porque ya nadie les creerá que otros no les impidieron hacerlo, sino que no fueron capaces. 

31-07-2015


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