Por Eddie Ramírez,
18/08/2015
A fines de este mes
se cumplen 40 años de la estatización de la industria petrolera y de la
creación de Pdvsa, ocasión para una discusión sobre el período anterior, las
cuatro últimas décadas y sobre el futuro. El término estatización lo utilizaba
Alberto Quirós para recalcar que no podemos ser accionistas y también que
existían tres empresas venezolanas, Mito Juan, Talon y Las Mecedes, que fueron
absorbidas por el Estado. En este y en próximo artículo abordaremos el tema.
Es de rigor
mencionar el titánico esfuerzo realizado por un grupo de tachirenses que en
1882 registraron la Petrolia del Táchira. La presencia de empresas extranjeras
se inicia con la explotación de asfalto en 1901 y ya en 1914 su actuación tuvo
impacto mundial con la perforación del pozo petrolero Zumaque I. Juan Vicente
Gómez y Castro otorgaron concesiones a particulares, quienes al día siguiente
las vendieron a las petroleras con grandes beneficios, de los cuales
participaban los gobernantes. Estas empresas contrataban obreros con muy bajos
salarios y pésimas condiciones socio-económicas, mientras el personal
extranjero disfrutaba de grandes beneficios. Además, las compañías llevaban una
doble contabilidad para burlar al fisco, obtenían exoneraciones injustificables
de impuestos por las importaciones que solicitaban y causaban daños al
ambiente. Para reclamar sus derechos, los obreros desencadenaron una huelga en
1925 que duró nueve días y otra en 1936 por 43 días. Es de destacar la posición
de Gumersindo Torres en defensa de los intereses de Venezuela.
Con la Ley-Convenio
de Hidrocarburos de 1943, en el gobierno de Medina, los venezolanos empezamos a
tener un poco más de conciencia sobre esta actividad y la necesidad de regular
las operaciones, mejorar las condiciones de los trabajadores y exigir el pago
de tributos. Esa Ley estableció como fecha tope de las concesiones 1983, en que
las instalaciones debían revertir a la Nación. Medina otorgó nuevas
concesiones. Las empresas mejoraron los salarios, construyeron viviendas,
facilidades recreacionales y comisariatos para la venta de alimentos a menor
precio para sus trabajadores. Esto ocasionó diferencias entre los pobladores de
las ciudades y pueblos petroleros: los privilegiados de adentro de los campos y
el resto abandonado por los gobiernos locales. El resentimiento era inevitable.
La Junta de
gobierno de 1945-1947, presidida por Rómulo Betancourt, eliminó el otorgamiento
de las concesiones y estableció claramente el llamado 50-50, es decir que las
compañías debían pagar en impuestos un monto igual a sus ganancias. El dictador
Pérez Jiménez otorgó nuevas concesiones y enfrentó una huelga petrolera en 1950
que duró diez días. Edgar Sanabria, presidente de la Junta de Gobierno en 1958,
aumentó el impuesto a las compañías hasta un 65 %. No se otorgaron nuevas
concesiones.
Como las mismas
vencían en 1983, era inevitable que las compañías dejaran de invertir en
exploración y en mantenimiento. Por ello en 1971 el gobierno de Caldera aprobó
la Ley sobre Bienes Afectos de Reversión, para garantizar que las instalaciones
regresaran al país en buenas condiciones. El 29 de agosto de 1975 Carlos Andrés
Pérez firmó la Ley Orgánica que reserva al Estado la industria y el comercio de
los hidrocarburos y al día siguiente se constituyó Pdvsa como holding. El 1 de
enero de 1976 todas las operaciones pasaron a la nación. Por cierto que muchos
de quienes hoy detentan el poder objetaron que esa ley contemplara la creación
de empresas mixtas, así como el monto cancelado a las compañías y los contratos
de tecnología y de comercialización. Paradójicamente, la Pdvsa roja ha
constituido 44 empresas mixtas. La compensación pagada por la expropiación fue
de mil cincuenta y cuatro millones de dólares, de los cuales solo ciento
diecisiete millones se pagaron en efectivo y el resto en bonos a cinco años.
Los contratos de asistencia técnica sumaron 6.000 millones de dólares, entre
1976 y 1981.
Sin duda esas
empresas cometieron atropellos, pero debemos reconocer la indiferencia de los
venezolanos que no exigían controles al gobierno. Por otra parte, en Venezuela
no teníamos la tecnología, los recursos humanos, ni el mercado para manejar el
petróleo. Si no se hubiesen dado esas concesiones las compañías lo hubiesen
buscado en otros lares. Percibimos que el balance fue positivo. Venezuela llegó
a ser el primer exportador de petróleo y el segundo productor mundial. Formaron
recursos humanos y para 1975 sólo laboraban en las petroleras 200 extranjeros.
Alberto Quirós era presidente de la Shell y Guillermo Rodríguez Eraso
vicepresidente de la Creole. Hay que recordar que también esas empresas
llevaron a cabo programas de responsabilidad social a través de las Fundaciones
Shell y Creole. Quizá el de mayor impacto fue el Servicio Shell para el
Agricultor.
En 1960 Venezuela
creo la Corporación Venezolana de Petróleo para conocer mejor el negocio. Ese
mismo año se creó la Opep con una importante influencia venezolana. En ese
entonces, los países fundadores: Arabia Saudita, Irán, Irak, Kuwait y Venezuela
producían 7.891.000 barriles por día y nuestro país aportaba el 36 %. Hoy esos
mismos cinco países producen 22.710.000 b/d y nuestro país solo aporta el
11,7%., lo cual evidencia que fuimos los perdedores. En próximo artículo
resumiremos los últimos 40 años. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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