Hay cantidad de diagnósticos
acerca de la situación venezolana. Algunos de ellos muy buenos. Creo que hay
que insistir en las soluciones, en la terapéutica.
Son muchos los problemas que
está atravesando el país. Sin embargo, me atrevo a sostener que hay dos
principales, de cuya solución depende la solución de los demás.
Esos dos problemas son: el
problema político y el problema económico.
El problema político
consiste en una polarización exagerada, en la ausencia de diálogo y en la
ausencia de propósitos compartidos.
Los países que progresan son
aquellos en los cuales prevalecen acuerdos fundamentales. En Venezuela, no hay
manera de que pueda lograrse un diálogo civilizado que permita adoptar
decisiones que contribuyan al “bien común”.
Los problemas del país son
de tal magnitud y requieren decisiones de tal naturaleza que un gobierno débil
como el que tenemos, con un piso político precario y sin un sólido respaldo de
la opinión pública, no podrá tomar las decisiones adecuadas.
No estoy seguro de que la
oposición esté en condiciones de formar un gobierno con suficiente respaldo
como para adoptar las decisiones que se requieren.
La solución sería un
gobierno de unidad nacional con un programa claramente definido y que cuente
con el respaldo de la Fuerza Armada, de los grupos políticos que apoyan al
gobierno y de los que apoyan a la oposición, con apoyo de los sindicatos y de
los gremios profesionales y con apoyo de los sectores productivos.
Estoy seguro de que un
gobierno de esa naturaleza, contaría además con el beneplácito de la Iglesia
Católica y de su Conferencia Episcopal además de los otros credos religiosos
que actúan en el país y tendría también el respaldo de las universidades
y de la comunidad académica.
La tarea de ese gobierno sería
la de recomponer el clima político-institucional del país, reactivar la
economía, atender el costo social que supondrán las medidas económicas,
enfrentar con éxito el tema de la inseguridad y de la delincuencia y abordar
una política inteligente para derrotar a la corrupción y elevar el clima ético
de la República.
Algunos me objetan que en un
año electoral es difícil plantear un gobierno de entendimiento nacional.
Respondo: lo que vamos a elegir es un parlamento y el parlamento es justamente
para parlamentar, es decir, para dialogar y se dialoga para acordar. A los que
no les convenza mi propuesta les pregunto: ¿Qué alternativa propone usted?
04-08-15
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