Por Alexander
Cambero, 12/08/2015
La patria paga con
creces su monumental error. Hace diecisiete años perdió su conciencia al
enamorarse de unos embaucadores. El socialismo bolivariano trajo consigo; las
ansias de una clase dirigente que buscaba hacerse del poder. La abordó con la
saña propia de pillos de la peor calaña. Fue un despojo por etapas, con el
antifaz de la instauración de un gobierno que nos diera la anhelada dosis de
felicidad.
Los infaustos
resultados saltan a la vista. La nación con uno de los potenciales financieros
más vigorosos del planeta, reducida a la mendicidad. Cerca de dieciocho
millones de personas viven en el submundo de las penurias. Es una realidad
irrefutable que hace que nuestro futuro tenga pintado un horizonte sombrío. Por
eso es vergonzoso que La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura (FAO) premiara a Venezuela, por supuestamente, lograr bajar de
manera significativa los índices de pobreza y desigualdad alimentaria. La
verdad que fue una burla al pueblo venezolano el honrar al régimen con tal
distinción. ¿Será que los ejecutivos de la FAO se olvidaron de nuestra:
escasez, desnutrición, desabastecimiento, hambre y bachaqueo? Semejante
ridiculez no resiste algún análisis creíble. No es ilógico pensar que el fulano
reconocimiento internacional; nos debe haber costado una buena cantidad de
euros. Ya conocemos lo aventurera que es la chequera nacional en manos de
aquellos que consiguen gloria con la aviesa complicidad de los dólares
petroleros.
Sobrevivimos bajo
la premisa de un espantoso desiderátum para los más necesitados. En la mesa del
humilde sus habituales carencias han recrudecido. Se pelea en las kilométricas
colas por algún producto que pueda paliar la necesidad de un momento. Estamos
viviendo una etapa dramática en donde el hambre se erige como portaestandarte
de nuestro destino. En la desesperación por encontrar comida han surgido los
saqueos como desahogo de tanta frustración acumulada. Las intentonas por
asaltar los supermercados y sitios de abastecimiento se multiplican cada día,
los cuerpos de seguridad del estado apenas pueden repeler a grandes
concentraciones que se abalanzan ante su realidad de tener la guillotina del hambre
en el cuello. Son el contexto de un país hastiado de tanto discurso
falsificado. La realidad de millones de estómagos vacios que no resisten nuevas
promesas huracanadas; es por ello que su paciencia se agota. Estamos entrando
en un estado de desespero y anarquía que parece atraparlo todo. EL
desabastecimiento comenzó como una estratégica fáctica del gobierno para
mantener al pueblo entretenido en las colas. Es decir suministrar los alimentos
controlados para ir estirando su supervivencia, ganar tiempo para desarticular
a los sectores opositores culpándolos de la incapacidad de ellos. Un plan
cubano que busca endosarle al adversario la debilidad endógena del proceso
revolucionario.
Venezuela tiene
hambre. No solo de alimentos que nos satisfagan y nos hagan autosuficientes en
el área. La república tiene necesidad de un gobierno decente y pulcro; que sea
dirigido por las mentes más brillantes que se han preparado en las mejores
universidades del mundo. Una administración democrática que gobierne para todos
por igual, sin jueces que catequizan con las liturgias del crimen. Un estado
que promueva la paz y no pregone la violencia como mecanismo de terror. Con
libertad para construir un país con desarrollo vigoroso. Siendo un aliado del
empresario privado en la búsqueda de economías que eleven la calidad de vida.
Esa hambre de anhelos perpetuos es también indispensable para salir del abismo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico