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lunes, 17 de agosto de 2015

Zona de paz: Cacaoteros de Barlovento siembran entre balas por @MoreLosada24


Por: VANESSA MORENO LOSADA


Los agricultores luchan pese a las pérdidas que ocasionan los asaltos a sus fincas, las extorsiones, secuestros y homicidios. En julio de 2013, Rangel Ávalos se reunió con hampones del área para ofrecerles trabajo a cambio de deponer sus armas

En Barlovento bastan dos horas para obtener más de 600 mil bolívares. Seis hombres encapuchados, con fusiles de guerra y vestidos de negro, le quitaron a los hermanos Martínez López y a sus 10 obreros el trabajo de tres meses en los cultivos de cacao. En una camioneta último modelo, los delincuentes cargaron 20 sacos de cacao seco, 15 latas sin fermentar y 300.000 bolívares en efectivo (destinados al pago de la nómina), mientras que las víctimas quedaron amarrados y amordazados en distintos sitios de una casa cercana a la plantación de cuatro hectáreas, ubicada en el sector Cumbo del municipio Andrés Bello de Miranda.

El robo a los Martínez López en diciembre de 2014 no fue registrado en los diarios del país ni en actas policiales, pero sí figura en los cálculos de la Asociación de Productores de Cacao de Venezuela (Asoprocave) como parte del 40% de los agricultores de la región mirandina afectados por el hampa. La organización agrupa a 2.180 cacaoteros del país y comercializa casi 80% del grano que se vende al Estado. Sus dirigentes reciben al menos cinco denuncias cada semana por robo, extorsión y homicidio de cacaoteros en Barlovento.

Un año antes, los seis municipios de la región al este del estado Miranda fueron tocados en julio de 2013 por el Movimiento por la Paz y la Vida, dirigido por el entonces viceministro de Política Interior, José Vicente Rangel Ávalos. El proyecto fue presentado por el Ejecutivo como una iniciativa social y cultural de rescate de jóvenes en situaciones de riesgo.

Rangel Ávalos se reunió con grupos delictivos de Barlovento para ofrecerles trabajo a cambio de deponer sus armas. Cuando los delincuentes aceptaron la propuesta, el Gobierno cantó victoria y llamó al sector como un “territorio de paz”. Videos transmitidos por Venezolana de Televisión muestran al vocero del Gobierno rodeado por hombres jóvenes que lucían sus mejores armas ante las cámaras.

La implementación de este plan afectó a las 291.205 personas que residen en Barlovento. Contrapunto visitó varios caseríos en la ruta que comunica a San José de Barlovento con Las Delicias, donde los vecinos aseguran que se instalaron zonas de paz. Allí no solo se ven niños barrigones descalzos y casas que alaban a Dios; también delincuentes que cargan sus armas dentro de bolsos cruzados o entre el pantalón y la camisa.

Al margen de la carretera, la semilla del cacao se tiende sobre el asfalto para secarla bajo el sol. Pequeños agricultores esparcen el grano durante el día y cuando el ocaso se acerca, amontonan la cosecha para meterlas en un cuñete y resguardarlas. Aunque esta ciudad parece estar olvidada por el desarrollo urbano, el comercio cacaotero es un negocio que ni sembradores ni “malandros” dejan perder.



La lucha de los cacaoteros

Cinco reuniones mensuales mantiene la Asociación de Productores de Cacao de Venezuela (Asoprocave) con el Ministerio para Agricultura y Tierras. En cada una de ellas los voceros llevan las mismas peticiones: liberación de los permisos de exportación, asistencia técnica, control de los procesos de compra y enlace con el Ministerio para las Relaciones de Interiores Justicia y Paz para frenar la plaga de la inseguridad.

“Tenemos información de que hay bastantes robos en las haciendas de cacao. Sí, hay muchachos de Cumbo que participaron en el programa y ahí hubo una paz que duró aproximadamente cuatro meses. Lamentablemente, unos factores intervinieron allí y parte de estos muchachos volvieron a entrar y han seguido delinquiendo. Bueno, ahí está el plan Patria Segura que está actuando y tiene que seguir actuando”, aseguró el viceministro Rangel Ávalos en una entrevista conContrapunto concedida el 10 de febrero.

Un miembro de Asoprocave, Juan Cuevas*, contó que uno de los agremiados recibió siete tiros entre los matorrales de su casa en el sector Perdomo, del municipio Acevedo, por descubrir a unos hombres que le estaban robando cacao. “Se salvó porque los vecinos salieron al escuchar los disparos y los ladrones huyeron. Por cosas como éstas y por la falta de asistencia técnica, es que nuestra producción bajó de 10.000 toneladas en 2012 a menos de 5.000 toneladas en 2014”, dijo Cuevas.

Este afiliado fue víctima de otros tres ataques previos. Pero después del último robo, un delincuente que vivía en su comunidad comenzó a pedirle 6.000 bolívares para abastecerse de municiones. El cacaotero se negó, pero las amenazas a su integridad y a la de su familia se hicieron más frecuentes. Finalmente, tomó la justicia por sus manos. “Le pagó a alguien de afuera para que matara al malandro”, confesó Cuevas.

Aunque el valor del kilo de cacao seco fijado por el Gobierno en 2012 sigue siendo de 25 bolívares, la semilla de Barlovento se cotiza entre 500 y 700 bolívares el kilo entre los intermediarios, que son locales comerciales con cacaos dibujados en las paredes o casas que muestran avisos como “Se compra cacao” pintados en el portón. “Un ladrón tiene varios sitios donde vender lo que roba. Nadie controla eso, ni puede sospechar de él porque a pesar de que los dueños de fincas somos conocidos por todos, los jornaleros no”, precisó Cuevas.



Agregó que los robos de la semilla ocurren a partir de diciembre, cuando la cosecha todavía está verde, pero que puede ser madurada tras un proceso de cocción. Desde septiembre de un año hasta julio del siguiente, los cacaoteros deben ir a sus haciendas una vez por semana para verificar el crecimiento de la planta y cerciorarse de que no hayan sido arrancadas ilegalmente.

Para el representante de Asoprocave, la impunidad promueve el crecimiento de los índices delictivos en Barlovento. “Mientras las autoridades no reconozcan el problema que crearon las zonas de paz, la productividad de la región seguirá decayendo”, apuntó.

¿Quién es responsable en Miranda?

El Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz intervino el lunes 20 de julio en Miranda con la Operación para la Liberación y Protección del Pueblo (OLP), en la que fueron desplegados 1350 uniformados y 11 personas fueron asesinadas en enfrentamientos con los cuerpos de seguridad. Según el balance oficial, detuvieron a 233 individuos, 24 de ellos extranjeros. Recuperaron 996 apartamentos, 13 vehículos, 4 motocicletas, 68 uniformes militares, 352 cartuchos, cargadores de pistolas, radios de comunicaciones, equipos electrónicos, y diferentes drogas, entre ellas 14 plantas de marihuana.

Para Gustavo González López, jefe de ese despacho, el responsable por la violencia en el estado es el gobernador opositor Henrique Capriles. “La situación habla por sí sola sobre las políticas de seguridad implementadas por el gobierno regional”, indicó.



En julio del año pasado, durante un acto de ascenso de funcionarios de Polimiranda, Capriles apeló a un argumento similar para atribuir la responsabilidad del Ejecutivo. “Las cifras hablan por sí solas, no es con planas de televisión que se resuelve el problema. El Gobierno vive permanentemente escurriendo el bulto y buscando a quién le echa la culpa. Un ejemplo de acciones erráticas son las zonas de paz creadas por el Gobierno que son áreas de impunidad”, afirmó.

Rangel Ávalos dijo a Contrapunto que las zonas de paz no existían. “Zonas de paz es una palabra (sic) que sobretodo lo ha comentado la oposición para, lamentablemente, sabotear este trabajo que es tan importante”, exclamó.

El entonces viceministro le propuso a los miembros de las bandas, en su mayoría de varones entre 16 y 25 años, que se organizaran en cooperativas para montar talleres de herrería, carpintería, bloqueras, plomería, soldaduras, o recibir utensilios para la siembra. Señaló que en algunos casos los “desmovilizados” fueron incorporados a la nómina de una alcaldía o de un ministerio para recibir un sueldo semanal por trabajos de mantenimiento de vías, escuelas o canchas.

Aunque Rangel Ávalos negó que se le haya dado la orden a los cuerpos de seguridad de suspender el patrullaje de las zonas donde el Gobierno negoció con las bandas, policías consultados por Contrapunto señalaron que los criminales aprovecharon la concesión de las autoridades para utilizar los territorios de pacificación como guaridas para reorganizarse y “profesionalizar” el delito.

“Las bandas utilizaron el dinero para reforzar su parque de armas. UZI, 9 mm, escopetas, fusiles AK-45, granadas y pistolas con cargadores modificados de 32 municiones son parte de su arsenal”, relató un agente de una policía municipal de la subregión mirandina.

Funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana, Policía de Andrés Bello, Policía de Buroz y Polimiranda coincidieron en querecibieron comunicados de las directivas de cada institución u órdenes de palabra en reuniones con sus jefes para eliminar el patrullaje. “Esa fue una condición impuesta por las bandas delictivas que se incorporaron al Movimiento por la Paz y la Vida”, aseguró una agente.

* Nombre ficticio para proteger la identidad del entrevistado

16-08-15


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