Por Eddie Ramírez, 26/01/2016
En tiempos de la República civil algunos carceleros atropellaron a
quienes estaban “donde toda incomodidad tiene su asiento”, como dice el manco
de Lepanto. Hoy, son muchos los cancerberos rojos que cometen atropellos en
contra de los presos políticos y de los familiares que los visitan, con el
agravante de que los presos políticos de ayer eran culpables de rebelión
militar, asesinatos de policías, secuestros y asaltos a bancos, mientras que
los de hoy son inocentes.
En tiempos de Betancourt y de Leoni ocurrieron intentos de golpes de
estado, guerrilla rural y terrorismo urbano. Sin embargo, los presos políticos
estaban en áreas diferentes a los comunes y no se aislaba a ningún detenido,
salvo por pocos días. A pesar de sentencias de hasta 30 años, gracias a
generosos indultos de Leoni, ninguno estuvo preso más de seis años.
En los Teatros de Operaciones del Ejército hubo algunos casos de
torturas y de desaparecidos. También en la Digepol, donde fue asesinado a
golpes el profesor Lovera. Jorge Rodríguez supuestamente guiaba una comisión
policial para mostrarles el sitio donde tenían secuestrado a Niehaus y, al
intentar escapar, los policías lo golpearon con tal saña que murió. Los
esbirros pagaron con cárcel, otros casos quedaron impunes. El argumento de los
torturadores era que debían obligarlos a confesar para salvar vidas y rescatar
secuestrados, alegato inadmisible.
Familiares y amigos tenían acceso a visitar a los presos políticos,
salvo en los Teatros de Operaciones y en la Isla del Burro donde solo podían ir
los familiares. En el Cuartel San Carlos estuvieron confinados militares y
civiles. El trato a los visitantes era respetuoso, salvo algún incidente menor.
Como hecho relevante recordamos que el capitán de navío Manuel Ponte Rodríguez,
jefe del Porteñazo, no fue llevado de urgencia al Hospital Militar cuando tuvo
un fuerte dolor de pecho del cual falleció.
El libro Temporada de Golpes, de Edgardo Mondolfi, recoge
testimonios de los presos del Carupanazo donde reconocen el buen trato en la
cárcel de Trujillo y que en la Isla del Burro protestaron por el mal trato a
los familiares por parte de algunos vigilantes, consiguiendo que fuesen
destituidos.
En una ocasión, a principios de la década de los años sesenta, por solidarizarse
con una huelga de hambre justificada, fueron trasladados del San Carlos al
Castillo de Puerto Cabello el coronel Edito Ramírez, el teniente Coronel Helí
Mendoza Méndez y otros dos oficiales. La orden era encerrarlos en las
mazmorras, orden que no aceptó el comandante de esa plaza, el capitán de
fragata Carlos Taylhardat, alegando el debido respeto a un militar. Además,
Briceño Linares, ministro de la Defensa, se trasladó a Puerto Cabello, conversó
con los presos y aceptó sus peticiones. ¡Qué diferencia con el trato que
Padrino López acepta le den a la capitán Laided Salazar!
En la Cárcel Modelo existía un pabellón de procesados militares y otro
donde estaban los acusados por el atentado contra Betancourt, ambos separados
de los presos comunes. No existía la tortura física, ni sicológica y tampoco el
aislamiento. Familiares y amigos podían visitar dos veces por semana, con trato
respetuoso por parte de los carceleros.
En Yare, el difunto, Arias Cárdenas y otros militares golpistas
estuvieron rueda libre con todas las consideraciones, con visitas de todo el
mundo, entrevistas a periodistas y uso de teléfonos. Gracias a indultos solo
estuvieron dos años presos a pesar de las muertes que causaron.
En Ramo Verde, hace unos años la visita de familiares y amigos era
permitida dos veces por semana y el trato era respetuoso. Desde el año pasado
prohibieron las visitas a los amigos y restringieron las de los familiares. A
Leopoldo López lo mantienen aislado. Lo más repudiable es la vejación a la que
someten a los familiares, particularmente a Lilian y a Antonieta, esposa y
madre, respectivamente, de Leopoldo. Con valentía ellas han denunciado al
coronel José Viloria Sosa, comandante de esa ergástula. Es inconcebible la
degradación a la que pueden llegar los carceleros. A Lilian no la conozco, pero
Antonieta es hija de un gran venezolano como fue Eduardo Mendoza; además, ella
fue directora externa en Palmaven, cuando yo trabajaba en esa filial de Pdvsa.
A ambas les expreso mi solidaridad.
Desde luego, no puede obviarse la pésima condición en que se encuentran
los presos políticos en el Sebin y el grado de hacinamiento y condiciones en
que también están los presos comunes en todas las cárceles y el mal trato que
reciben sus familiares.
Como (había) en botica: Los predicadores del “parlamentarismo de
calle” tuvieron miedo a que la rendición de cuentas fuese conocida por los
ciudadanos. Trucutú declaró que no entra ni un dólar por petróleo, pero el
presidente de Pdvsa lo desmintió. Los Pinochos no se ponen de acuerdo. Del Pino
dice que en el 2014 el costo de producción del barril de petróleo fue de 18
dólares y que en el 2015 bajó a 13 dólares. ¿Cómo pudo bajar si hubo menos
producción, mayor inflación y aumento de la nómina? Magia revolucionaria. Antes
de aumentar la gasolina deben suspender los regalos a Cuba y a Nicaragua.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
Eddie Ramírez
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