Piero Trepiccione 25 de
enero de 2016
El
verdadero sentido de la política está intrínsecamente vinculado o asociado al
“bien común”.
Desde
la política se construye el orden societal necesario para establecer los
parámetros de funcionamiento de una población en un territorio determinado y en
relación a otros Estados.
La
política para procurar ese “bien común” ha de promover los consensos necesarios
y la legitimidad dada por la “voluntad general” de la que hablaba Juan Jacobo
Rousseau en su célebre y poco aplicado “contrato social”.
En
este sentido tendríamos una respuesta contundente a la pregunta formulada en
nuestro título: ¡No! No se puede abordar ni esta ni cualquier crisis económica
de diferentes signos y características si no creamos y promovemos los consensos
necesarios que le den máxima fortaleza institucional a las decisiones de alta política que se
requieran para enfocar las soluciones planteadas.
Por
tanto, sin cortapisas, debemos decir que las posiciones ideológicas cerradas o
poco flexibles en nada contribuyen a la construcción de políticas concertadas
que atiendan la calamidad económica. Con la creación de un Consejo Nacional de
Economía Productiva en donde han sido convocados actores de diferentes sectores
tanto institucionales como económicos, sin duda, es un paso en la dirección
correcta para comenzar a organizar los aportes que desde distintas visiones, se
pueden hacer para producir con la inmediatez requerida, políticas públicas que
incentiven la producción nacional, pero por sobre todas las cosas, restablezcan
la confianza en las instituciones venezolanas para que la inversión privada
nacional e internacional pueda aumentar sostenidamente.
Sin
embargo, centrar el diagnóstico de la situación actual en la llamada “guerra
económica” y concentrar la explicación como elemento central del fenómeno en la
bajada abrupta de los precios del petróleo es una ligereza y un empeño ideológico
que más que abrir el compás de la política para el abordaje de la economía, lo
cierra. No es tan simple despachar con
una explicación ideológica a lo que hemos vivido en Venezuela en los últimos
años. Para que la política se imponga en el abordaje de la economía y cualquier
plan que resulte de una concertación tenga éxitos no tan tímidos, es necesario
potenciar la autocrítica y las responsabilidades a que haya lugar. Seguir
buscando exclusivamente culpables en países, actores o fenómenos externos y al
propio tiempo, usando la llamada ley goebbeliana de la “transmutación” de las
culpabilidades en otros no ayuda para nada a construir las soluciones
requeridas.
Es
necesario por ejemplo, que se convoque a Fedecámaras y a Consecomercio, entre
otros actores de orden económico a la discusión de cualquier plan para atender
la crisis. No es posible que la representación institucional del empresariado
nacional quede por fuera en este diálogo. Es insólito que por posiciones
ideológicas antagónicas no hagas copartícipe en el ejercicio de la política a
actores que se desenvuelven en el tema económico. No hay alta política en este
tipo de actuaciones; por lo contrario, solo hay sectarismo y visiones
limitadas. Con ello, naturalmente, es imposible abordar con éxito una coyuntura
de semejantes desequilibrios que está perjudicando enormemente a los sectores
de menores recursos y que son más vulnerables a los vaivenes de la economía. No
se puede ser prisionero de un discurso. La política es el arte de lo posible.
El partidismo y sus visiones son una parte de la política, pero no lo es todo.
La política es más grande e independientemente de la forma y las explicaciones
que los actores políticos y económicos tengan sobre el fenómeno actual, la
única forma de resolver el problema es desde el punto de vista de la
concertación.
El
tiempo que vivimos en Venezuela obliga a hacer uso más que nunca, de la
política como el mejor mecanismo para la consecución del “bien común”. Los
venezolanos la estamos pasando muy mal con esta crisis, esto es innegable. El
anhelo amplio y legítimo de la opinión pública nacional es que se tomen medidas
serias que atiendan las causas y no las consecuencias de lo que se vive
actualmente. Según el comportamiento que los actores políticos tengan en esta
hora, se moverán los apoyos de una sociedad que de la noche a la mañana sintió
que se le desdibujó su modo de vida. La interpretación del fenómeno ha de ser
la correcta para que desde la política, se reimpulse la economía y la
cotidianidad de la gente…
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