Por Leonardo Morales
Aunque resulte sorprendente el
presidente Maduro presentó ante la Asamblea Nacional y ante el Tribunal Supremo
de Justicia, específicamente la Sala Constitucional, el decreto en el cual se
esboza el Plan de Emergencia Económica. De los últimos es posible sospechar de
su participación en la elaboración del Decreto, por lo que la declaración de
constitucionalidad del documento era posible conocerlo casi que de inmediato.
En cuanto a la AN, por su propia conformación, y aun cuando se han declarado en
sesión permanente, se llevarán los días que corresponden.
El contenido del decreto está
conformado por 5 considerandos que lejos de fortalecer las razones para elevar
tal solicitud la debilitan. El gobierno, este y el anterior, que en fin de
cuentas es el mismo, va para 16 años en el poder con una misma orientación
económica, cuyas consecuencias son las que en las actuales circunstancias
soportan los venezolanos.
En los considerando del
decreto el presidente no explica a dónde fueron a parar las enormes cantidades
de dólares que le ingresaron al país por la renta petrolera. En dónde se
encuentran los ahorros que el país debió hacer en los momentos de los altos
precios de los hidrocarburos. Por el contrario, los especialistas del gobierno,
suerte de embusteros contumaces, reinciden o se esconden tras el argumento de
la guerra económica, escaramuza de muy baja credibilidad tan suficientemente
comprobada por los sondeos de opinión pública.
Sin duda el gobierno está
preocupado. Este año se le presenta profundamente difícil: debe cumplir con los
compromisos de la deuda externa por ellos mismos contraídas, en momentos en que
los precios petroleros amenazan con colocarse al mismo nivel que el costo de
producción del barril de crudo. Junto a ese panorama el mecenas favorito, la
espléndida botija china, ha dejado de mostrar su mejor cara.
Durante los años de
destrucción revolucionaria el gobierno acabó con el aparato productivo del
país, que no era gran cosa pero era algo, y afianzó el carácter rentista de la
economía venezolana. Ahora quiere una Venezuela productiva pero no tiene
como, no hay dinero para invertir y, más complejo aun, nadie tiene confianza en
el gobierno.
Por otro lado, Maduro en su
discurso anuncia que hay que acabar con el populismo, signo inequívoco que de
ahora en adelante los sectores más empobrecidos y vulnerables de la sociedad
comenzarán a recibir lo peor de la crisis que desde al año pasado se apoderó
del país.
Maduro está en un laberinto;
en la búsqueda de salidas se encuentra con una medida neoliberal, dirán ellos,
como el aumento de la gasolina, estúpidamente obviada; el FMI estará en su
agenda y el pulso no temblará para firmar acuerdos. Así, poco a poco, se
extinguirá lo que pomposamente llaman revolución.
23-01-16
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