Por Fernando Facchin B., 29/01/2016
El agotamiento de un modelo político de equivocada
orientación ha dado como resultado una profunda crisis del Estado y de
gobernabilidad, donde el régimen se ha convertido en obstáculo para el
desarrollo equilibrado de un Estado de Bienestar como el previsto en la Carta
Magna, en consecuencia, existe una doble crisis creada a conciencia, por
incapacidad moral de un modelo político equivocado y cuya responsabilidad, en
su magnitud, es directamente proporcional a la responsabilidad presidencial, Art. 232 CRBV: “El Presidente o
(…) de la República es responsable de sus actos y del cumplimiento de las obligaciones
inherentes a su cargo…”
La crisisdeviene en una crisis de legitimidad de la
presidencia lo cual ha degenerado en una crisis política, económica, social,
moral y de seria inequidad social, producto de una grave disfuncionalidad
institucional para acometer la promoción de programas para el desarrollo humano
sostenible y dar solución a la problemática nacional, cuyas consecuencias
contraviene el espíritu y razón de la CRBV debido a la incapacidad política,
moral e intelectual de quienes dirigen y han erosionado absolutamente el
sistema de bienestar de país, profundizando la tendencia al individualismo
gubernamental y la fragmentación social, lo que debilita la seguridad y la estabilidad
que deberían proporcionar las instituciones en su conjunto, haciendo que la ciudadanía pierda su
confianza en el régimen.
El modelo político/económico del régimen es precario y
vulnerable, programas mal definidos, confusos sin requerimientos técnicos y
propensos a la corrupción, sujeto a la
variabilidad de los caprichos ineficientes del presidente y sus carencias
intelectuales y políticas y de sus cómplices solidarios.
La crisis de gobernabilidad democrática afecta el
desempeño de las instituciones del sistema político y a la inversa, si las
instituciones no son eficientes, la gobernabilidad se ve disminuida y los
problemas se prolongan y agravan en el tiempo creando ambientes de alta
incertidumbre e inestabilidad en todo sentido y, especialmente, creando una
crisis hegemónica de alta peligrosidad, por cuanto la crisis de gobernabilidad
lleva implícita el fin último de la moral política, perdiendo la capacidad de
armonizar los intereses sociales colectivos y se rompe la cohesión social.
Ante lo narrado, asistimos a las postrimerías de un
ejercicio presidencial marcado por la inmoralidad política, el autoritarismo y la corrupción, sin olvidar
los casos de violación de derechos humanos por un gobierno desgastado y con
marcada infracción a los principios constitucionales, especialmente, a los
principios morales del estado. La CRBV tiene en su texto una noción amplia de
las responsabilidades gubernamentales y el castigo a aquellas conductas
contrarias a la normativa constitucional. ¿Habrá incurrido el régimen en
incapacidad moral? Este tema lo trataremos en la siguiente entrega.
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