CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ 24 de enero de 2016
En
Venezuela no encontramos alimentos ni medicinas, porque el imperialismo desató
una guerra económica. Los pocos productos que quedan se van del país por culpa
de los campesinos y desempleados pobres de la frontera, que no tienen siquiera
qué comer. Por eso la cierran, sin que haya mejorado el suministro, sino por el
contrario, empeorado. Cuando la conjuntivitis por desnutrición se desparramó en
Cuba, el inefable barbudo acusó a los norteamericanos de “guerra
bacteriológica”. La MUD tenía un acuerdo secreto con el gobierno que la dejaría
ganar las elecciones y así perfeccionar la dominación de los Castro sobre
Venezuela. El ojo avizor alertó que los gringos tienen una fórmula secreta para
inocular cáncer a los gobernantes “progre”. De otro modo nos enteraríamos “en
cincuenta años”.
La
CIA, Bush y el Mossad derrumbaron las Torres Gemelas para tener excusa y
asaltar el petróleo iraquí y ningún avión cayó en el Pentágono, sino un misil.
El SIDA es un virus de laboratorio, igual que las gripes porcina y aviar,
creados por los grandes laboratorios para vender medicamentos. En Teoría
de la conspiración (Donner, 1997), Mel Gibson habla a Julia Roberts
sobre el proyecto HARP, máquina maligna capaz de provocar un terremoto en China
para asesinar un Presidente. El decodificar de cable es un sistema de espionaje
de empresas trasnacionales y el cable submarino a Cuba, en contraparte,
permitía alterar los resultados electorales. Carlos Andrés Pérez era “uno de los
hombres más ricos del mundo” y tenía una tarjeta de crédito con la que podía
comprar hasta un 747. EEUU no llegó a la Luna en 1969 y el alunizaje que
trasmitió la televisión mundial, lo hizo Kubrick en estudio.
La
semilla mata cosechas
A
regar la duda contribuyó la cinta sobre el tema, Capricornio Uno (Hyams,
1978), y que en Los diamantes son eternos (Hamilton,
1971) James Bond atraviesa caminando un set donde rodaban la falsificación.
Monsanto diseñó la semilla Terminator para arruinar pequeños
agricultores. Un burdo folleto aparecido en Rusia en 1903, Protocolos
de los Sabios de Sión narraba que la conspiración mundial judía se
fraguó frente al Demonio. Muchos ingenuos piensan que detrás del tinglado,
autoridades e instituciones de fachada, minorías todopoderosas, secretas y
malignas los manejan como guiñoles, precisamente como es en Cuba. En Roma
culpaban a los cristianos de demoníacas bacanales de promiscuidad sexual en las
que sacrificaban niños e ingerían su carne y sangre. Más tarde cuando fueron
poder a partir de Constantino, acusaron a las demás sectas de lo mismo.
Siglos
después a herejes, judíos y brujas, de hacer pacto con el diablo, volar en
escobas, trasladarse en cangrejos gigantes y realizar el sabbath,
grandes orgías con el demonio. Ni Elvis ni Bin Laden están muertos, pero sí
Paul Mac Cartney, sustituido por un doble. El centro de la tierra es hueco y en
él hay una civilización que la NASA esconde. A Lady Di la asesinó la Corona
británica. En Roswell, Nuevo México, aterrizaron extraterrestres, que antes
construyeron todas las pirámides existentes. Shakespeare era un seudónimo de
Bacon. Imposible resumir las extravagancias y disparates de la “teoría de la
conspiración” pero conviene distinguir los simples memeses de unas que son
crímenes contra la Humanidad. Stalin asesinó millones de personas por
representar intereses “del capitalismo y potencias extranjeras”. Hitler se
inspiró en los Protocolos … y exterminó seis millones de
judíos.
Nuca
hubo Holocausto
El
fracasado y criminal Presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, organizó un evento
en 2009 donde “importantes expertos” afirmaron que el Holocausto era mentira,
mientras ahorcaba todos los días tres personas. Esta visión paranoica,
manipuladora siempre ha existido. Cierto que hay muchas conspiraciones de
poderes clandestinos, orientadas a obtener beneficios turbios y enturbiar la
realidad, pero su eficacia es episódica y mermada. El proceso normal para que
una idea triunfe en la sociedad abierta implica que se convierta en pública. Se
puede engañar todo el tiempo a alguien y por momentos a todos, pero no a todos
todo el tiempo. Esto gracias a la pluralidad de los medios de comunicación
libres, que develan las conspiraciones y rompen el monopolio gubernamental de
la información-adoctrinamiento. Por eso elEstado bellaco les
atribuye la conspiración que él mismo realiza.
Los
caudillos totalitarios contemporáneos, -hoy el patético Socialismo del
Siglo XXI-, crean sociedades bajo puño de hierro único, mientras paradójicamente
acusan a las democracias de ser pábulo de minorías conspirativas. Fanatizan,
idiotizan, envenenan a sus seguidores con mentiras dementes, los convierten en
sicarios potenciales (o reales) y crean ambientes sórdidos, “sociedades
establo”. Desvaríos y acusaciones (apátridas” y traidores) a los demócratas,
mientras se hacen cómplices de otros estados bellacos, y para asombro global,
regalan las riquezas que pertenecen a la ciudadanía. “Estados Unidos provoca el
terremoto de Haití” (también proyecto HARP), “los escuálidos dejaron robots
para destruir Pdvsa”, “la oposición me odia por negro”, “Estados Unidos asesina
en Libia la población civil”. Si desde Langley, Virginia, contagian cáncer,
había un dios mitológico que trasmitía la locura. Los marineros se lanzaban de
sus barcos y se convertían en delfines
Tomado de: http://americomartin.com/manual-de-idiotas/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico