Por Nervis Villalobos
El presente artículo tiene por
objeto explicar brevemente en qué consiste el fenómeno climatológico El Niño,
describir cómo este fenómeno se caracteriza por el cambio en la dirección de
los vientos alisios cambiando desplazamientos de nubes y mareas, el aumento de
la temperatura de las corrientes del océano Pacífico, afectando las
temperaturas y las condiciones de pluviosidad en el planeta. También hablaremos
de cómo se ve impactada la producción de energía hidroeléctrica cuando El Niño
se presenta y cómo este fenómeno ha llevado a varios países de la región a
declararse en emergencia en el suministro de energía eléctrica, llegando en
algunos casos a decretar cortes intermitentes de energía en grandes ciudades
provocando caos y pérdidas millonarias.
Durante muchos años el
fenómeno climatológico El Niño, cuyo ciclo de aparición varía entre los 3 y 7
años, ha impactado al planeta desde diferentes aspectos causando grandes
inundaciones o en otros casos severas sequías, dañando así la producción de
alimentos tanto de origen vegetal como de origen animal afectando la
agricultura, pesca, ganadería entre otros. También entre los devastadores
efectos de este fenómeno se puede resaltar las pérdidas de muchas vidas humanas
consecuencias de los cambios de temperatura, inundaciones, fuertes tormentas,
etc.
A pesar de que el fenómeno El
Niño tiene muchos efectos en todo planeta tanto en la economía, como en los
cambios de temperaturas y pluviosidad, importancia relevante también para
desarrollar los planes de prevención de desastres naturales como inundaciones,
sequías prolongadas, derrumbes, etc. En este artículo, nos vamos a enfocar en
el impacto que este fenómeno tiene en la producción de energía hidroeléctrica en
Venezuela, presentando también a manera enunciativa sin querer opinar sobre
ello, en el impacto que ha tenido en algunos países de la región que han vivido
momentos muy difíciles en la producción de energía durante la presencia de este
fenómeno.
En muchos países
sudamericanos, la producción de energía a través de centrales hidroeléctricas
(turbinas que producen electricidad con el paso de caídas de agua), forman
parte importante de la matriz de suministro de energía de cada país, en
particular en este artículo para no extendernos demasiado, comentaremos los
casos y experiencias de los sistemas eléctricos de nuestros países vecinos
Colombia y Brasil, y por supuesto el sistema eléctrico venezolano, ante la
aparición del fenómeno “El Niño”.
La primera experiencia que
vamos a resaltar es la vivida en Colombia a principio de los años noventa ante
la aparición del fenómeno “El Niño”, para aquel entonces el suministro de
energía eléctrica para los colombianos dependía en más de 75% de centrales
hidroeléctricas cuyas capacidades de reserva no eran de gran capacidad. El
resto de la energía eléctrica era suplida por generación termoeléctrica.
Con la llegada de “El Niño” a
principios de los noventa, Colombia vivió un incremento de las temperaturas y
se produjeron sequías muy extensas que provocaron que los niveles de los
embalses para la producción de energía hidroeléctrica, descendieran a niveles
críticos perdiendo el sistema eléctrico gran parte de su capacidad de
producción de energía. Esto obligó al gobierno de Colombia en el año 2002, a
ordenar una serie de medidas drásticas entre las cuales decretó un plan de
cortes en el suministro de energía, que consistía en dejar sin electricidad de
manera intermitente gran parte del territorio nacional y garantizar así una disminución
forzada en el consumo.
De acuerdo con publicaciones
de prensa, en ciudades como Bogotá (capital del país), los cortes de energía
duraban hasta 9 horas al día y en las islas de San Andrés y Providencia los
cortes de energía llegaron a ser hasta de 18 horas al día. Estos cortes se
iniciaron desde marzo de 1992 hasta febrero de 1993. Todo esto significó para
Colombia un caos de tal magnitud, que en una entrevista que le fue realizada al
entonces presidente de la nación, César Gaviria, él se refirió a la crisis
energética como lo peor vivido durante todo su mandato.
El fenómeno “El Niño” también
golpeó a Brasil, cuando a principios del año 2001, el gobierno de ese país
ordena un plan de racionamiento de energía eléctrica a partir de junio de ese
mismo año, que permita disminuir el consumo de energía eléctrica entre 20% y
35%. Todo esto consecuencia de la disminución a niveles críticos de los
embalses de producción de energía hidroeléctrica. Para aquel entonces cerca de
90% de la energía eléctrica que se consumía en Brasil provenía de
centrales hidroeléctricas. Una vez más se ponía en evidencia cómo el fenómeno
“El Niño” ponía en jaque mate a la estabilidad y la economía de un país en
nuestro continente.
El sistema eléctrico
venezolano hasta finales de los años setenta fue predominante termoeléctrico,
dependiendo principalmente de la generación de energía eléctrica a través de la
quema de combustibles líquidos como el fuel oil #6, el fuel oil #2, y también
la quema del gas natural. Por lo que para ese entonces, el fenómeno El Niño no
tenía mayor relevancia ni mayor impacto sobre la producción de energía
eléctrica en nuestro país.
Con la puesta en operación en
Venezuela de la central hidroeléctrica Raúl Leoni, mejor conocida como central
hidroeléctrica de Guri, que comenzó a operar gradualmente a finales de los
setenta y llegando a operar a su capacidad total en los ochenta, la generación
hidroeléctrica en el país no solo superó ampliamente la generación
termoeléctrica, sino que ofreció al país grandes excedentes de capacidad de
generación eléctrica, que hizo pensar que nuestro país sería un gran exportador
de energía eléctrica en la región.
Este excedente de energía
hidroeléctrica que se comenzó a tener en los años ochenta, provocó el
desarrollo en el país de empresas de consumo intensivo de energía eléctrica
como las empresas de hierro y aluminio en la región de Guayana, y también
permitió ofrecer una energía eléctrica a un precio muy bajo a los diferentes
sectores de consumo, lo que a su vez incentivó un crecimiento acelerado de la
demanda de electricidad.
Para finales de los años
noventa, el gran excedente de energía hidroeléctrica ya había sido consumido
por el crecimiento de la demanda de consumo de energía en el país y por la
ineficiencia e indisponibilidad del parque de generación termoeléctrico, que al
no haber sido parte indispensable durante muchos años, fue objeto de
desinversión y falta de mantenimiento, alcanzando niveles de deterioro y
obsolescencia considerables. Ya para esta época, más de 70% de la energía que
se consumía en el país provenía de fuentes hidroeléctricas.
El inicio de los años 2000 con
un sistema de generación hidroeléctrico sin gran cantidad de reserva (casi
utilizado en su totalidad), un sistema termoeléctrico con gran antigüedad altamente
obsoleto, ineficiente e indisponible, una demanda en el consumo de energía
eléctrica creciendo a una rata acelerada, más las emergencias en los sistemas
eléctricos vividas en los países vecinos consecuencias de los efectos del
fenómeno climatológico El niño, hacen que en Venezuela, los expertos empiecen a
tomar en cuenta este fenómeno como parte fundamental y relevante en la
operación del sistema eléctrico venezolano.
La primera crisis eléctrica en
Venezuela fue decretada en el año 2002 consecuencia de la presencia del
fenómeno El Niño en el año 2001, cuando los niveles del embalse de la inmensa
represa del Guri, principal generadora de energía hidroeléctrica en el país,
alcanzó sus valores más bajos en toda su historia, acercándose mucho a sus
niveles mínimos de operación, llegando el sistema eléctrico venezolano a estar
muy cerca de un colapso general a nivel nacional.
Para enfrentar esta crisis,
por primera vez bajo la tutela del Ministerio de Energía y Minas, un equipo de
expertos de todo el sistema eléctrico nacional se abocan a producir una serie
de medidas conducentes a evitar el colapso del sistema eléctrico Venezolano.
Esta crisis gerenciada durante los años 2002, 2003 y 2004, con medidas tanto en
el corto como en el mediano plazo, y las recomendaciones para resolver el
problema de largo plazo, establecidas en el Plan de Desarrollo del Sistema
Eléctrico Nacional PDSEN. Lamentablemente, Venezuela, al igual que muchos otros
países latinoamericanos, no siguen la planificación a largo plazo, sino que se
abocan a gerenciar por problemas o por crisis, lo que trae como consecuencia
que los problemas no son resueltos en su totalidad y en la mayoría de los
casos, se repiten en el futuro.
En el caso venezolano, la
primera crisis eléctrica fue superada exitosamente en el año 2005 con la
recuperación total de todos los embalses del país sin necesidad de someter a
los usuarios a cortes de energía eléctrica programados. Sin embargo, esto trajo
como consecuencia el abandono del plan de largo plazo, con lo cual las crisis
eléctricas en Venezuela se han venido repitiendo continuamente, sintiéndose con
mayor efecto cuando aparece el fenómeno El Niño como en el año 2009 o lo que se
espera para el año 2016, consecuencia de El Niño que se presentó en el año
2015.
La primera conclusión a que se
puede llegar es que para salir en una forma definitiva y robusta, de este ciclo
de crisis eléctricas por las que viene atravesando el sistema eléctrico
venezolano, es necesario desarrollar un plan de corto, mediano y largo plazo
que considere tanto, estudiar el consumo de energía para controlar su
crecimiento de manera que obedezca a un patrón acorde con la economía, así como
también aumentar la producción de energía termoeléctrica (para reducir la
dependencia de la hidroelectricidad), promoviendo el desarrollo de grandes
proyectos de generación con energías primarias de menor costo como el carbón o
los residuos de refinación que actualmente abundan en el país.
27-01-16
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